Francisco Lorenzo es director del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), una entidad dependiente del Ministerio de Cultura que trabaja en dos grandes líneas: por un lado promover la cultura musical a través de la programación, donde se prima, “ahora más que nunca”, el trabajo de los compositores nacionales, y por otra parte, desempolvar las partituras de grandes compositores españoles “maltratados por la historia”.

Para Lorenzo es casi una obsesión recuperar y “poner en valor” la labor de grandes compositores españoles que han sido olvidados y maltratados por la historia en favor de sus pares europeos, cuando son “igual de buenos”. La lista, a sus ojos, es demasiado larga, pero cita entre ellos a José de Nebra, Sebastián Durón y Antonio de Literes.

Ese trabajo de recuperación de la historia musical patria no es sencillo. Ocurre, por ejemplo, con los compositores españoles del Barroco, de los que hay muchas partituras perdidas y otras que hay que desempolvar. Francisco Lorenzo explica que el trabajo del CNDM trasciende fronteras porque muchas de esas partituras que están desaparecidas en nuestro país “van apareciendo en América, adonde los emigrantes llevaron algunas copias”. De estas composiciones hasta ahora perdidas, explica, se estrenan alrededor de cuarenta a lo largo del año.

Un claro ejemplo de ese trabajo de recuperación y difusión es el ciclo “Primavera Barroca” de Oviedo, que cumple ocho ediciones. En realidad debería haberlas cumplido el año pasado, pero la pandemia lo impidió. El ciclo ovetense lleva años trabajando tanto en la promoción de la música nacional como en el (re)descubrimiento de partituras que no se han tocado durante décadas, o incluso siglos.

Este año, tanto el centro nacional que preside Lorenzo como la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento han querido apostar más que nunca por músicos de nuestro país, para ayudar a curar las heridas económicas que está dejando la pandemia en el arte y los artistas. “Hay muchos músicos que solo viven de dar conciertos, y si estos se paran pues sus expectativas económicas se desploman”, subraya Lorenzo. La pandemia ha asestado un duro golpe al sector cultural y ha obligado a todas las instituciones implicadas a cambiar sus planes. La mesa del despacho de Lorenzo se ha convertido en una “zona de guerra”, desde la que se está siempre pendiente del último cambio en los protocolos contra el covid de cada región para tratar de salvar toda la programación posible.

Oviedo es un ejemplo de esa tabla de salvación. El Centro Nacional de Difusión Nacional es responsable también del festival de jazz de la capital. Una programación que parecía estar “maldita” en la ciudad hasta que se ha recuperado este año y está llenando todos los pases, eso sí, con aforo reducido. Lorenzo ya adelanta que el jazz no desaparecerá de Oviedo, sino que se trata de una apuesta que ha venido para quedarse con una programación que se ampliará sustancialmente en la edición del próximo año.