Es la historia más rocambolesca que hoy cuenta la prensa británica. Un hombre de 75 años del Reino Unido va a tener que pagar más de 2.000 euros en multas por ir a comprarle a su nieto una hamburguesa que cuesta poco más de dos euros. ¿La razón? Al parecer el septuagenario se quedó dormido más de dos horas en un lugar de estacionamiento reservado. Cuando le enviaron las multas a casa lo hicieron a una dirección que no existía y, por lo tanto, el importe fue subiendo al no recibir las autoridades locales ningún tipo de respuesta por parte del sancionado.

El malentendido llegó a tal punto que al hombre acabaron enviándole una empresa de cobros que al final también le pasó la factura por sus servicios. Todo por un capricho del nieto.