La XXVIII Temporada de Teatro Lírico Español de Oviedo se abre el jueves con “Granada”, una producción dirigida por el italiano Giancarlo del Monaco que pondrá sobre el escenario del Campoamor “La Tempranica” y “La vida breve”, con música de Gerónimo Giménez y Manuel de Falla, respectivamente. Habrá representación el jueves 25 y el sábado 27, ambas a las 19 horas. Giancarlo, hijo del famoso tenor Mario del Monaco, tuvo un éxito abrumador en la temporada lírica ovetense de 2017 cuando puso también su arte escénico en “Las golondrinas”.

Desde el punto de vista del director de escena italiano ambas obras incluidas en “Granada” tienen aspectos en común. “He querido eliminar los elementos folclóricos de la zarzuela, que a veces esconden las pasiones humanas tan fuertes que hay en estas obras líricas”, asegura. “La zarzuela tiene una dimensión mucho mayor que la de ser un mero entretenimiento para un sector de la población de edad avanzada”. Del Monaco incide en que la psicología de los personajes tiene “más profundidad de lo que la gente se imagina. Es un género que puede ser muy dramático, otra cosa es que no se haga porque no hay tradición de llevarla al extremo de la expresividad”.

Virginia Tola, en “La vida breve” |  T. D. Z.

Virginia Tola, en “La vida breve” | T. D. Z.

Del Monaco explica que “La vida breve” refleja la tragedia que sufre la protagonista con la muerte como trasfondo, mientras que “La Tempranica” muestra la destrucción psicológica de María, su protagonista. “Son dos obras muy diferentes pero comparten una misma problemática que tiene que ver con el amor de la mujer. Las dos mujeres están enamoradas y ninguna es correspondida”, explica.

Junto a Daniel Bianco, director artístico del Teatro de la Zarzuela y escenógrafo, Del Monaco decidió incluir entre los personajes a los autores que escribieron los dos títulos: los compositores Manuel de Falla y Gerónimo Giménez, además del libretista Julián Romea. “Queríamos un encuentro ficticio, porque Falla era un admirador de Giménez, y sitúa la acción en un ensayo general en el que los dos compositores dialogan de las producciones teatrales de su tiempo”, explica.

“La Tempranica”, explica Del Monaco, busca una relación “donde no hay nada, todo el mundo lo sabe excepto ella misma, y cuando por fin se da cuenta se le viene el mundo encima. En esta producción ese derrumbe es literal, toda la escena se cae como un desastre sísmico”.

Apunta Del Monaco que todas sus incursiones en el teatro lírico español han ido dirigidas a bucear en la psicología de los personajes que protagonizan estas obras. “No se trata de negar tampoco los momentos divertidos, pero es la dimensión dramática la que más me interesa potenciar. Por eso creo que muchas zarzuelas deben ser tratadas igual que las óperas, y no seguir amparándose en un exotismo folclórico extraño a la hora de representarlas”. En opinión del director italiano, esto guarda mucha relación con el público que asiste al teatro y consume zarzuela. “En su mayoría es gente mayor, y precisamente en renovar ese público es donde se encuentra el mayor reto”, asegura. Su relación con el teatro lírico español viene de los diez años que residió en España. “Quise influenciarme de todo, de las corridas de toros y, por supuesto, también de zarzuela”, pero el encargo de Bianco para dirigir “Las golondrinas” fue el verdadero “tour de force, ahí no podía fallar porque era un gran compromiso. Me aproximé a esta obra obviando cualquier tradición de zarzuela que pudiese existir y creo que fue un acierto que lo hiciera así, fue todo un descubrimiento”.

Del Monaco pone mucha responsabilidad en el desempeño de los cantantes y actores. “Si no respaldan las propuestas de un director de escena, la mitad del trabajo está perdido”, añade con seriedad, e insiste en que en la compañía que representa “Granada” hubo un respaldo absoluto a su concepción de “La Tempranica” como un drama psicológico y no “como un espectáculo folclórico. Hay una escena en la que hay un burro que limpian tres gitanos, ¿qué hago yo con eso?, absolutamente nada”, comenta.

También se distancia del libreto original de la obra de Giménez en el final. “No quise interpretarlo como una fiesta al uso en la que el hombre que ama la protagonista se casa con otra. Por eso, he querido mostrar la versión más débil psíquicamente de la protagonista, de forma que lo que en un principio podría ser un vals estupendo para bailar, en su cabeza se convierte en una tortura”. Una concepción de la escena que tiene mucho que ver con el lenguaje cinematográfico. Para Del Monaco no hay una gran diferencia con la forma en la que se cuentan las historias en el teatro, si se dejan al margen las cuestiones técnicas.

También con “La vida breve” ha querido quitar el color folclórico de la ópera de Falla para profundizar en la psicología de los personajes. “No es necesario contar con una cantidad ingente de dinero. A veces cuanto más dinero tienes para gastar en la producción, más te equivocas. Nosotros hemos diseñado un muro que se mueve y representa el alma de Salud”, explica. Para él una producción teatral “del tipo que sea” debe ser clara “y no confundir al público”.

“La música es el elemento sobre el que tenemos que incidir, es la que nos da una dimensión diferente y distinta de lo que vemos en otros espectáculos”, dice el director. “Es la que nos da pie a interpretar con diferentes perspectivas una misma obra. Una forma de renovar en definitiva el teatro y aportarle dinamismo. Si no se renueva se quedará el teatro para viejos, pero ¡no lo es!”, añade.

Su trabajo desde la dirección de escena pasa por extraer y buscar la naturaleza y los propósitos ocultos de los personajes que aparecen en una obra. “Es como observar una fotografía de un entierro. Mi trabajo es descubrir quién siente verdadera pena, quién se alegra del fallecimiento y quién espera cobrar una importante herencia”, sentencia.