“Romanones era un gran admirador de Churchill, pero a diferencia del político inglés, no era un hombre de programa, era más bien de adaptarse a las circunstancias”. Lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana Digital de LA NUEVA ESPAÑA Guillermo Gortázar, historiador y abogado, político y escritor, autor de “Romanones: la transición fallida a la democracia”, (Espasa), la primera biografía de Álvaro de Figueroa y Torres, (1863-1950), el Conde que hizo de la política pasión y profesión.

Gortázar, que fue diputado por el PP en época de Aznar, Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil y patrono-fundador y presidente de la Fundación Hispano-Cubana, estuvo acompañado por el filósofo e historiador sevillano Rafael Núñez Florencio, que destacó la profundidad del trabajo de Gortázar, fruto de una investigación constante realizada a lo largo de más de treinta años. “Es un gran libro, por su extensión y su contenido, se lee con facilidad y va más allá de una biografía al uso, Gortázar deja hablar al personaje”, señaló Núñez Florencio. “Tenemos tres libros en uno: una biografía política, un retrato del ambiente de los políticos liberales de la Restauración (1876), y el paso fallido del liberalismo a la democracia”, explicó el filósofo. Gortázar destacó el hecho de que el Álvaro de Figueroa llegó a lo más alto y consiguió ser todo en la política española: presidente del consejo de Ministros tres veces, Presidente del Senado, diputado y alcalde de Madrid, entre otros cargos. El autor también se detuvo en analizar la relación entre Romanones y Alfonso XIII. “No cabe atribuir al conde la caída del rey en 1931, el primer culpable fue el propio monarca por no acometer reforma de calado”, señaló Gortázar. “Alfonso XIII tenía un concepto regeneracionista de la política y durante muchos años quiso evitar choques con la iglesia y el ejército y abrirse a la izquierda, pero se negó a abandonar las prerrogativas regias, la principal de ellas nombrar al Presidente del Gobierno”, indicó. Considera Gortázar que el mayor fracaso de Romanones fue no haber podido contribuir a la democratización de España, en un contexto europeo en el que tampoco otros países consiguieron esa transición desde el liberalismo de finales del siglo XIX a un régimen de libertades, entre ellos Alemania o Rusia, que también vieron caer a sus dinastías reinantes. Romanones, líder del Partido Liberal, también gestionó una gran fortuna. Fue uno de los grandes terratenientes de España, estuvo estrechamente ligado a los capitales franceses y fue accionista de importantes empresas españolas de la época, como Peñarroya, Minas del Rif o ferrocarriles.

Aunque la historiografía progresista le ha presentado como corrupto, Gortázar juzga incorrecta esa apreciación. “Romanones no estuvo bien visto ni por la derecha ni por la izquierda. Los conservadores le consideraron responsable de la salida del Rey y a los socialistas les ganaba en las elecciones”, explicó. En 1936 estuvieron a punto de fusilarle. Huyo a Francia y pasó la guerra entre San Juan de Luz y San Sebastián, donde tenía casa y se celebró su boda con Casilda Alonso-Martínez, hija del político y jurista Manuel Alonso Martínez.

Uno de los hijos del conde, el marqués de Santo Floro, fue el padre de Natalia Figueroa, esposa del cantante Raphael. Otra de sus nietas más conocidas es Marta Chávarri, que estuvo casada con el marqués de Cubas.

Era un devoto seguidor de Sagasta y de una de sus frases: “yo caeré siempre del lado de la libertad”.