Raquel Rodríguez (Oviedo, 1980) empezó a cantar antes de hablar. Su madre cantaba y en su casa siempre sonaba música. Sin apenas haber recibido clases de música sacaba melodías de oído en un viejo teclado. “Me gustaba jugar con los sonidos. Inventar y disfrutar con ellos. En vez de jugar a las muñecas, que no me gustaban, jugaba a eso”. A los siente años ingresó en el Conservatorio de Oviedo, estudió con Alfonso Ordieres, Gaine Pogovossa, Ana Novo, Purificación de la Riva, Francisco Jaime Pantín y María Antonina de los Ángeles. Luego, en Madrid, siguió adelante con su formación en Composición, con Zulema de la Cruz y Antón García Abril, y más adelante con Leonardo Balada, en la Universidad Camegie-Mellon de Pittsburgh, en los Estados Unidos. Ha ejercido la docencia en conservatorios de Avilés, Madrid y Castilla-La Mancha, donde se ha asentado y su música suena en los auditorios desde 1996. El 17 de marzo estrenará “Mensaje interestelar” en el concierto “Mujeres en música”, a las 19.00 horas en el teatro Campoamor de Oviedo.–El de la composición parece un camino difícil dentro de la música.–Ganar algunos premios me ha dado la oportunidad de estrenar y gente que ha escuchado mi música me ha hecho encargos luego. La mayor parte de la música que he estrenado se ha vuelto a tocar. Tengo muy poca obra que no esté estrenada. Los trabajos me han ido surgiendo y por la web me piden partituras. Soy tranquila de carácter y no me apuro, me gusta mucho el trabajo en casa y soy muy perfeccionista. Van saliendo trabajos, el año pasado se editó el disco “Espiral”, con obra de seis compositores, de la Camerata Capricho Español. Son seis músicas de distintos estilos, es un disco curioso. “Espiral”, el título que eligieron para el disco, es el de mi obra. –¿Hay muchas mujeres compositoras? –Cuando ingresé en Composición en Madrid había cinco plazas, y éramos tres chicos y dos chicas. Me han programado con compañeros y compañeras, en la Fundación Juan March, por ejemplo, siempre por igual. La oportunidad está ahí para todos. Lo que sí noto ahora es que se me incluye a menudo en conciertos de mujeres. Jamás compongo pensando en que soy una mujer o que estoy haciendo algo para mujeres. Hasta me resulta extraño planteármelo así. Somos las que queremos, la puerta está abierta. Yo siempre he sentido apoyo de mis compañeros, no me ven como mujer ni como hombre. Hablo a título personal, no quiere decir que no haya compañeras que puedan haber tenido otra experiencia.

–¿Y las mujeres compositoras en el pasado?

–Hay iniciativas para recuperar sus obras. Por el Festival de Música Española de León ha pasado a lo largo de los años música de 35 mujeres compositoras, de todas las épocas. Entre ellas hay una asturiana, María Teresa Prieto, que se está programando mucho. En el concierto del 17 de marzo en Oviedo se interpretarán dos obras, de Fanny Mendelssohn y Florence Price. Cuando yo estudiaba Composición apenas nos ponían obras de mujeres, alguna del siglo XX, pero muy poco. No es exclusivo de la música, ha pasado lo mismo en la ciencia: hay mujeres muy brillantes, que se han reconocido posteriormente. Yo he tenido la suerte de nacer en esta época.

–¿Qué puede adelantar del concierto “Mujeres en música”?

–Por el aniversario de Beethoven la Fundación Musical Ciudad de Oviedo nos encargó obras a cinco compositores asturianos para un concierto que se tenía que haber hecho en agosto del año pasado, pero que se canceló por el coronavirus. Son cinco obras de cinco estilos muy diferentes, y estaría muy bien que se pudiera hacer en un futuro. Al final se han ido encajando en cinco conciertos distintos, la mía en “Mujeres en música”. Simplemente, ha cuadrado así.

–¿Y su obra?

–“Mensaje interestelar” tiene una historia detrás. A mí me interesa mucho la ciencia ficción. En 1977 fueron enviadas dos sondas al espacio, con un disco de oro cada una con música clásica, folclórica. A partir de ahí he hecho algo medio romántico, utópico. Se me ocurrió que otra civilización conseguía decodificar los discos y mandarnos un mensaje sobre como ellos interpretaban la música de Beethoven que va grabada en ellos, inspirada en su energía. Al volver a la tierra vuelve con una codificación distinta.

–¿Cree que si existe vida inteligente en otros planetas también disfrutará de la música?

–Eso creo. La música no es más que una combinación de frecuencias. Los planetas, los astros, generan frecuencias y suenan, la música está en el universo. La partitura es algo inerte pero el universo en su movimiento vibra y genera un lenguaje musical. Hay un experimento de un fotógrafo japonés, Masaru Emoto, con moléculas del agua: ponía agua en vasijas y la exponía a distintas músicas, analizaba su estructura molecular tras ponerle heavy metal, clásica... y era diferente. La música es un lenguaje universal en ese sentido, por eso me parece tan extraño pensar en si somos hombres o mujeres. El ser humano tiene que superar ese tipo de barreras. Somos mentes que creamos, seres creados cuyo destino es crear. Nos gusta expresarnos, cada uno en su medio.