El retraso en la vacunación, la fatiga de la sociedad ante las restricciones y la aparición de nuevas variantes del coronavirus de más rápida propagación han empujado al mundo hacia la cuarta ola de covid-19, con cifras que ya se acercan a las de la tercera, a finales del año pasado, que fue la peor en contagios y muertes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) notificó ayer que los contagios diarios globales sobrepasan, en algunas jornadas, los 600.000, acercándose a las cifras récord de principios de año, cuando se superaron los 800.000; los fallecimientos diarios están rebasando en algunas ocasiones la barrera de los 10.000 y tanto los contagios como los decesos semanales están al alza. Todo ello, con la OMS denunciando el ritmo “inaceptablemente lento” de la vacunación en Europa e instando a aplicar nuevas restricciones para contener el repunte de casos.

“Llevamos seis semanas consecutivas de aumento de transmisión en todas las regiones, es una tendencia preocupante y grave. Tras dos años hay mucha fatiga y las sociedades quieren que la pandemia se acabe, pero no vamos en la dirección correcta”, declaró ayer la responsable de la unidad anticovid de la OMS, Maria Van Kerkhove.

Lo positivo es que, pese al ascenso de caso del último mes y medio, la cifra de fallecidos se mantienen razonablemente estable, probablemente por el efecto que las campañas de vacunación están teniendo en poblaciones vulnerables. Sin embargo, la OMS está advirtiendo un descenso en la edad media de los casos más graves y un aumento del número de personas de entre 30 y 60 años que requiere intervenciones de urgencia. “Es frustrante que esto ocurra porque ya hemos vivido esta situación, se ha bajado la guardia con el buen tiempo y no podemos hacerlo en un momento en el que la distribución de vacunas aún es desigual”, señaló Van Kerkhove.

Los casos de covid-19 están aumentando en todos los tramos de edad, salvo en los mayores de 80 años, lo que a juicio de la OMS demuestra “los primeros signos del impacto de la vacunación“.

En Europa, las cifras difieren enormemente de unos países a otros: mientras la curva de casos se mantiene relativamente estable en países que han sufrido duramente en anteriores olas, como España o el Reino Unido, en Alemania, Italia o Francia está en ascenso, y sus gobiernos han ordenado un aumento de las restricciones, en consonancia con la doctrina de la OMS.