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Luisa Castro Legazpi Poeta y escritora, recita hoy en Gijón

“La nueva poesía de lo visual y lo efímero nos despista; escribir es otra cosa”

“La idea del autor como ser recluido es tóxico y terrorífico; a veces necesito recogerme, pero con un pie en el mundo real”

Luisa Castro. | LNE

Galardonada casi desde sus inicios como escritora, la aclamada Luisa Castro Legazpi (Lugo, 1966), una de las participantes hoy en el festival “Poex” de Gijón, ve “con tristeza” cómo los nuevos géneros de poesía comercial y juvenil parecen haber puesto de moda una escritura “efímera” y “superficial”. La gallega, directora del Instituto Cervantes de Burdeos, presentará hoy a las 17.30 junto a Martín López Vega “La fortaleza”, el último volumen de su poesía reunida.

–Recibió el Hiperión con 19 años. ¿Marcó alguna diferencia un reconocimiento así siendo tan joven?

–Fue muy importante para mí recibir ese premio, porque me abrió muchas puertas, pero lo cierto es que llegó de forma un poco escalada y no me pilló tan de sorpresa. Llevaba escribiendo desde los 13 años y tenía ya la aspiración de publicar algún día. Con Hiperión había colaborado en 1986, en una antología de mujeres españolas. Nos dio voz a muchas autoras, yo fui la más joven de las recopiladas. A raíz de eso me enteré de la convocatoria y me presenté al premio, que era el primero que sacaban. Fue especial, pero es verdad que la época era distinta y daba pie a ello.

–¿Y el salto editorial a Planeta?

–También fue un paso adelante, pero también fue progresivo. Una agente literaria me aconsejó presentarme a un premio de esa editorial, el Azorín. Yo había publicado dos novelas con Anagrama y había tenido una buenísima experiencia. En realidad siempre he ido dando saltos en editoriales según mis circunstancias vitales, nunca he estado vinculada a un sello concreto. He tenido suerte en ese sentido porque tanto en poesía como en narrativa he tenido un círculo de lectores que se han vuelto como una especie de compañía. Todo lo demás, los premios y las editoriales, es importante, pero también circunstancial.

–Va por su segundo tomo de poesías reunidas. ¿De dónde vino la necesidad?

–Porque a veces pasa que los libros de poesía pueden tener recorridos más cortos, que la tirada reducida de una obra se agote y no se vuelva a reeditar por lo que sea. El público de poesía es siempre más reducido. Hice una primera recopilación en 2004, “Señales con una sola bandera”, con Hiperión. Y con Visor saqué en 2019 “La fortaleza”, el segundo tomo. Algunos libros que se recogen en ellos estaban agotados y eran difíciles de encontrar.

–¿Cómo es mantener el equilibrio como novelista y poeta?

–No es sencillo, porque la novela exige muchísimo rigor, paciencia, horas. La poesía viene de otro modo, pero también requiere mucha entrega. Pero es verdad que yo siempre he tenido esas dos pulsiones desde el principio y de alguna manera las voy intercalando. En este tiempo, que he estado unos años en barbecho y sin publicar, lo cierto es que lo que me rescata es la poesía. Al final es lo que prevalece.

–También aúna su carrera como autora con la dirección del Instituto Cervantes de Burdeos.

–Sí, eso también debo compaginarlo porque es un trabajo exigente. Puede parecer menos creativo, pero me ha dado la amplitud de conocer un mundo que quizás no tenía tan próximo, de acercarme a la vida de los otros, la vida real.

–Es un poco tóxico eso del poeta como ser recluido.

–Es tóxico y terrorífico. Yo noto que a veces necesito recogerme, pero creo que lo ideal es compaginarlo y tener siempre un pie en el mundo real.

–¿Qué opina de los nuevos estilos de la poesía, digamos, más juvenil o comercial?

–Los nuevos modos de difusión, porque al final se trata de eso, para mí no son una amenaza. Sí creo que la poesía ha entrado en una órbita del mundo del espectáculo y de la imagen, de la superficialidad, casi de moda. De lo visual y lo efímero. Eso me da un poco de tristeza, porque veo que los jóvenes están muy enfocados en ese mundo de luminarias, pero en el fondo siempre ha sido así. Estos nuevos modos de difusión tendrán gente que permanezca y otra que se la llevará la corriente. No sé si nos está favoreciendo o no ese cambio hacia la prisa y lo efímero. Creo que nos distrae un nos despista. La escritura debería ser otra cosa.

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