El escritor Manuel Vilas, autor de la reconocida “Ordesa”, presentó ayer en Gijón su obra “Roma”, un trabajo que define como “poesía novelada” y que está dedicado a la Ciudad Eterna, en la que vivió becado el año pasado hasta el estallido de la pandemia. Además de hablar su libro, ayer Vilas formuló un alegato en favor de la belleza “en cualquiera de sus formas: la poesía, un árbol, un atardecer”.

Vilas cree que “necesitamos más belleza, la hemos descuidado y por eso nos deprimimos y tomamos ansiolíticos. Las casas se hicieron tan funcionales que son horribles, y lo mismo las carreteras, las autovías... Hemos creado mucha fealdad”. Evoca la poesía como “una forma de encontrar momentos donde refugiarnos; si uno no tiene contacto con lo bello, está incompleto” y sostiene que “es necesario reivindicar la belleza desde la política, porque la belleza produce tolerancia, capacidad de juicio, emotividad y ciudadanos más dotados para la democracia”.

En el trasfondo de lo bello subyace también una crítica abierta, según Vilas: “Hemos sacado la literatura de la formación de los jóvenes, la hemos olvidado y precisamente es lo que nos facilita el acceso a un caudal de belleza fundamental”. Sobre todo ello reflexiona indirectamente el escritor en “Roma”, una obra que iba para novela y que acabó en poesía, porque “la ciudad así me lo exigía”. Es un canto hacia lo pequeño, la observación de los instantes a los que, cuenta, “antes conferíamos poco valor y ahora son de una valía incalculable” y una andadura por la Ciudad Eterna que le ha dejado momentos imborrables por causa de la pandemia: “Ver la Fontana de Trevi o el Panteón sin turistas ha sido una experiencia espectacular”.

Manuel Vilas fue el plato fuerte de ayer en el Festival Poex de Gijón, que se clausura hoy mismo y que también contó con una lectura de autores de la antología “Los últimos del XX”: Rodrigo Olay, Candela de las Heras, Miguel Floriano, Pablo Núñez, Dalia Alonso, Lorenzo Roal, Rocío Acebal, Carlos Iglesias y Xaime Martínez.