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Responso asturiano para Mtoto

El pintor Fernando Fueyo ilustra para “Nature” el hallazgo del enterramiento humano más antiguo de África, el de un niño de hace 78.000 años

La recreación realizada por el pintor asturiano Fernando Fueyo.

La prestigiosa revista Nature daba cuenta ayer en su portada del descubrimiento del enterramiento humano más antiguo de África, en el que ha participado un equipo multidisciplinar de expertos de instituciones y universidades de Kenia, Alemania, España, Francia, Australia, Canadá, Sudáfrica, Reino Unido y Estados Unidos. Del lado español tuvo una intervención relevante la paleoantropóloga María Martinón, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, con sede en Burgos, que en base a unos dientes, unos huesos y un cráneo tuvo que recomponer la identidad de los restos humanos del singular hallazgo. Se trata de un niño de la especie homo sapiens de unos tres años, enterrado hace 78.000 años a la entrada de una cueva de Panga ya Saidi, en Kenia, en la costa este del continente negro. Por encargo de Martinón, el pintor de naturaleza asturiano Fernando Fueyo ha recreado en un lienzo la imagen del menor, al que la ciencia ha bautizado con el apodo de “Mtoto”, que significa “niño” en suajili, interpretando, en base a los datos aportados por los descubridores del hallazgo. El dibujo de Fueyo acompaña el estudio que publica Nature.

Reconstrucción del enterramiento, con los restos hallados. | Nature

Fueyo había visitado África hace unos años con Juan Luis Arsuaga, uno de los referentes intelectuales de los hallazgos de Atapuerca. De ese viaje conserva un extenso arsenal de dibujos que le sirvieron para recrear ahora, en la distancia, a Mtoto. “María me llamó por teléfono y me explicó cómo habían aparecido los restos, que daban a entender un cuerpo humano de corta edad, recostado sobre el lado derecho, sobre una especie de almohada de hierbas y cubierto por una piel de animal a modo de sudario”, explica el pintor asturiano, autor de la imagen que desde ayer por la tarde da la vuelta al mundo a lomos de la publicación científica. “Se trata de una semblanza muy humanizada, muy entrañable, como de un niño dormido. Cuando María Martinón la recibió, no paraba de llorar”, añade Fueyo.

Dos dientes, visibles en la superficie durante la excavación, llevaron a los investigadores a sospechar que los restos podrían ser humanos. El trabajo de antropología dental desplegado confirmó que los dientes pertenecían a un niño humano de entre dos y medio o tres años.

Después de varios meses de minuciosa excavación se fueron haciendo nuevos y espectaculares descubrimientos. “Empezamos a destapar partes del cráneo y la cara, con la articulación intacta de la mandíbula y algunos dientes cuya raíz aún no se había formado”, explica la paleoantropóloga María Martinón. “La articulación de la columna vertebral y las costillas también se conservaba, e incluso se mantenía la curvatura de la caja torácica. Todo esto apuntaba a que se trataba de un enterramiento deliberado y que la descomposición del cuerpo había ocurrido en la misma cavidad en la que se habían hallado los huesos”.

El análisis microscópico de los huesos y del suelo circundante confirmó que, tras ser depositado en la cavidad, el cuerpo infantil había sido cubierto con tierra rápidamente, para protegerlo de manera rudimentaria del deterioro. Mtoto se hallaba en posición flexionada, con las rodillas hacia el pecho, recostado sobre su lado derecho. Y así lo dibujó Fueyo.

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