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García de la Mata: “Las Fagalde mimaban la Quinta de El Pito como si fuera una joya”

Amiga personal de la familia, con la que veraneaba en Cudillero, cree que si las hermanas supieran de la venta de sus obras “les daría un telele”

Carmen García de la Mata, en su domicilio de Oviedo, con la mesa llena de álbumes y fotos familiares. Bajo estas líneas, una imagen de los veranos en la Quinta de El Pito: de pie, ella misma, a la izquierda, junto a las hermanas Manuela y Carmen Fagalde y Herce; sentada Carmina Herce, la madre de ambas. | Irma Collín

Manuela Fagalde y Herce falleció en 1991, y su hermana Carmen, al año siguiente. Han transcurrido casi treinta años, pero Carmen García de la Mata Barcón mantiene un recuerdo vívido de ambas. Las hermanas Fagalde, Manola y Carmina, como ella las llama con familiaridad, fueron las depositarias de una inmensa fortuna, con origen en el comercio de ultramar, que redoblaron Fortunato y Ezequiel Selgas y preservaron los hijos de este último, Ezequiel y Juan. El primero se casó con Carmina, el segundo con Manola, y ninguno tuvo hijos. Ellas les sobrevivieron y constituyeron la Fundación Selgas-Fagalde, para mantener unido su legado. “Si supieran que se están vendiendo sus obras les daría un telele”, asegura García de la Mata, que tan bien las conocía.

“Ellas eran de Santander. Cuando se casaron se encontraron el palacio de El Pito lleno de obras de arte. Decían que no eran solo para su disfrute, que era un legado que habían recibido y que debían conservar”, recuerda su amiga. “Cuidaban de los cuadros, de su mantenimiento, mimaban la Quinta como si fuera su mejor joya”, añade.

El padre de Carmen García de la Mata había fallecido al comienzo de la Guerra Civil, cuando ella solo tenía 2 años. Su madre contrajo segundas nupcias con Jesús Ridruejo, amigo íntimo de Juan Selgas, con el que compartía algunos negocios. Con ellos visitó por primera vez Cudillero, cuando tenía poco más de 20 años. Vivían en Madrid y habían emprendido un viaje a Portugal. De camino decidieron hacer una visita a los Selgas. A ella no le apetecía demasiado, recuerda, porque eso de alojarse en un palacio se le hacía raro. Al llegar quedó “impresionada” por la fastuosidad del lugar, pero, por lo demás, comprobó que la vida que allí se hacía era bastante corriente. “Era muy normal, agradable, había mucha charla y siempre tenían invitados”, relata. La televisión tardó mucho en entrar en la Quinta y cuando lo hizo fue en una sala que las hermanas habilitaron en la parte alta, donde también dormían.

Una imagen de los veranos en la Quinta de El Pito: de pie, ella misma, a la izquierda, junto a las hermanas Manuela y Carmen Fagalde y Herce; sentada Carmina Herce, la madre de ambas. | Irma Collín Elena FERNÁNDEZ-PELLOE. F.-P.

Durante una de sus estancias en la Quinta, las Fagalde encomendaron a Carmen una singular tarea: planchar unos papeles, que resultaron ser páginas del inventario de obras y objetos que la familia atesoraba. Entre ellas encontró el diseño de la mesa del comedor, que había quedado a medio hacer y que Carmina y Manola encargaron terminar en Casa Montes, en Oviedo.

También supo de las tribulaciones del Greco que la Fundación Selgas-Fagalde intentó vender hace unos meses y que las Fagalde rescataron, con mucho esfuerzo y mucho gasto, en Estados Unidos.

Las Fagalde, refiere su amiga, eran de pocos lujos –uno de los pocos que se permitían en Cudillero era salir a merendar en el barco de Manola, el “Yoldia”– y extremadamente generosas. Cuidaron de que las Escuelas Selgas tuvieran el mejor equipamiento y cada fin de curso organizaban una gran fiesta, para los niños y sus familias, que acababa con la rifa de una “xata”.

“Estoy agotado con este asunto: las dudas, a la Fundación”, dice el alcalde pixueto

El alcalde de Cudillero, Carlos Valle, anunció ayer que no volverá a hacer ninguna manifestación pública sobre la Fundación Selgas-Fagalde, la gestión de su patrimonio ni la venta de las obras de arte de su colección. “Estoy agotado con este asunto: cualquier duda, a la Fundación”, declaró, para terminar pidiendo “respeto” a su silencio. Los representantes de la Iglesia en el patronato de la Fundación Selgas-Fagalde, el vicario general, Jorge Fernández Sangrador, y el ecónomo, Antonio Nistal, también declinaron, a través de un portavoz del Arzobispado de Oviedo, hacer ninguna aclaración sobre la polémica suscitada en torno a la venta del Goya y la fallida operación de exportación del Greco. El portavoz de Foro en la Junta General del Principado, Adrián Pumares, formalizó ayer la presentación de una moción en la que solicita al Gobierno del Principado que realice “las gestiones pertinentes para que el Museo Nacional del Prado ceda en depósito al Museo de Bellas Artes de Asturias el cuadro de Francisco de Goya ‘Aníbal vencedor, que por primera vez mira Italia desde los Alpes’, propiedad de dicho museo tras su venta por la Fundación Selgas-Fagalde a la Fundación Amigos del Prado”. El Museo de Bellas Artes de Asturias afirma que contempla con buenos ojos esa posibilidad. Además, Pumares pide al Ejecutivo que, como miembro del patronato de la Fundación Selgas-Fagalde, en la que está representado por la Consejería de Cultura, solicite “la cesión en depósito del cuadro de la Inmaculada del Greco al Museo de Bellas Artes de Asturias”.

Granda: “La Fundación tiene un problema económico grande”


Santiago García Granda era rector de la Universidad de Oviedo y patrono de la Fundación Selgas-Fagalde cuando se aprobó la venta del Goya y el Greco. Representaba a la institución académica, junto al entonces vicerrector de Extensión Universitaria, Francisco José Borge, y ambos delegaron en el presidente de la Fundación, Gregorio Peña, para que llevara adelante la operación. “Nunca tuve la sensación de estar haciendo nada que fuera contra los intereses de Asturias: estábamos velando para que la Fundación pudiera mantener la actividad y siguiera siendo un activo para la región”, afirma. “La Fundación tenía y tiene un problema económico grande, que se nos presentó en 2017, por un hotel que se había adquirido en Sevilla, y porque había que mantener las instalaciones de la Quinta y pagar las nóminas –es importante mantener los puestos de trabajo–”, refiere el exrector. “El panorama económico era muy complejo y se nos indicó que la única solución para salvar la finca era desprenderse de esas obras de arte. Decidimos unánimemente dar la confianza al presidente de la Fundación, para que hiciera los trámites correspondientes”, añade. Las operaciones inmobiliarias que obligaron a poner en el mercado las obras de arte fueron anteriores a 2016, según García Granda. “De 2016 a 2021 no hubo ventas ni adquisiciones. Lo que había era un problema judicial con el hotel de Sevilla, de pagos y fianzas que no se cubrieron. La Fundación había suscrito un préstamo muy importante, y no había liquidez. Endeudarse más no era solución”, sostiene. “A mí me gustaría que el Principado hubiera adquirido esas obras”, dice, obras que, subraya, son propiedad privada. “La Anunciación del Greco ahí está para quien quiera adquirirla. Si es un problema fundamental para Asturias alguien debería tomar medidas, y no veo que se esté moviendo nada, se está reprochando una venta fallida. El otro es un cuadro que ya estaba depositado en el Prado, en el mismo sitio y las mismas condiciones que ahora”, opina.

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