Bernardo Sanjurjo, el decano de los pintores del Principado, ha sido elegido “Asturiano del mes” de marzo con motivo de la exposición “Piel trabajada” en el Museo de Bellas Artes, en la que se cristaliza un fascinante recorrido por la obra más reciente del artista engarzada con otra más antigua. Un mes muy intenso para Sanjurjo (Barres, Castropol, 1940), que también inauguró muestras en la Universidad y la Escuela de Arte de Oviedo, de la que fue profesor y director entre 1975 y 1990.

Sanjurjo, habitante creativo de un espacio mágico de arte en su estudio ovetense, entre música de jazz, un vergel de plantas que envuelve un verdadero tesoro íntimo de libros y cuadros, está considerado el padre del arte contemporáneo en Asturias, etiqueta que no acepta el artista, cuya austeridad vital es legendaria y se extiende también a las explicaciones sobre su obra. “Yo no soy padre de nada”, dejó claro a este periódico con motivo de la apertura de la exposición en el Bellas Artes. “En la Escuela de Arte fui profesor y director, hice mi labor, pero hasta ahí”. Pintar, pintar y pintar: es su ley de vida. Y, de cuando en cuando, paréntesis para reflexionar y volver a empezar. De nuevo, en permanente cuestionamiento y desarrollo de su concepción del arte, mucho más amplio que la mera creación de un cuadro. Sostiene que “el arte nunca es igual, es como la vida misma y uno tiene que encontrarse, identificarse y comunicar algo. Es necesario, pues, ser consciente de lo que haces, por qué y para qué lo haces. Hay que buscarse y saber qué pintas en el mundo”.

Recorrido guiado por la “Piel trabajada” de Bernardo Sanjurjo

Recorrido guiado por la “Piel trabajada” de Bernardo Sanjurjo Elena Vélez

Una búsqueda que le permite armonizar la reflexión con la emoción para alcanzar el mayor grado de complicidad con el espectador. Su trayectoria hasta alcanzar el grado de madurez y libertad actual tuvo comienzos difíciles. A los 10 años empezó a trabajar con su padre. A los 17 se trasladó a Oviedo y se empleó en una empresa de carrocerías, entre otras ocupaciones. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo y se licenció en la de Bellas Artes de San Fernando. En 1970 comenzó a trabajar como profesor en la Escuela de Artes Aplicadas de Madrid y, tres años después, logró la plaza de profesor de Dibujo Artístico en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo. Dos años más tarde fue nombrado director.

En 1967 llevó a cabo su primera exposición individual en la galería Benedet de Oviedo, la primera de más de setenta exposiciones individuales y numerosos proyectos colectivos. Suyas son carpetas de obra gráfica junto a los poetas Antonio Gamoneda, Marcos Canteli, José-Miguel Ullán y Olvido García Valdés. El trazo de la poesía, siempre presente.

Una gran figura de la plástica nacional e infatigable creador de “arte mayúsculo”

“Bernardo Sanjurjo. Piel trabajada” –que concluirá el 30 de mayo– repasa el trabajo más reciente del artista, pero sin descuidar sus etapas anteriores. Es una retrospectiva atípica en la que Óscar Alonso Molina, comisario de la muestra, se aleja del modelo tradicional que ordena lineal y cronológicamente el trabajo del artista para dar prioridad a la producción última del pintor, con cruces de una selección de ejemplos seleccionados del pasado. No es la primera vez que el Bellas Artes acoge una exposición de Sanjurjo: la primera se remonta a 1986. 

El comisario de la muestra, Óscar Alonso Molina, calificó durante la presentación a Sanjurjo como un artista “notable en la plástica asturiana y nacional”, y destacó que no es fácil encontrarse con un creador que viva un momento creativo tan vivo, “sin duda uno de sus mejores momentos”. De ahí que la exposición otorgue un protagonismo espacial a la obra reciente “no por presiones o caprichos, sino porque reúne los intereses a los que Bernardo se ha acercado en medio siglo de trabajo”.

El perímetro en el Museo se abre a la integración de obras más antiguas con las más actuales, sin orden cronológico, con cruces y saltos en el tiempo que conceden una libertad acorde con la personalidad indomable de Sanjurjo. Un viaje mágico y sinuoso dentro de un universo artístico de manchas elocuentes, memorias de enigmas íntimos finalmente resueltos en los troncos de la ría de Castropol que contemplaba de niño, zonas de color sobrio “casi funerario” y otras más luminosas y brillantes.

Una amalgama de miradas aliadas, contrastes, variaciones, secuencias variadas en 39 obras que, según el comisario, invita al juego de buscar la sensación de luz anhelada y que se perciba la presencia del cuerpo. El escritor Ricardo Menéndez Salmón no duda en encapsular el genio creativo de Sanjurjo con dos palabras que lo abarcan todo: “Arte mayúsculo”.