La sociedad asturiana perdió ayer a María José Cervero (Oviedo, 1947), esposa del director emérito de la Fundación Princesa de Asturias, Graciano García. “Fefi”, como la conocían sus familiares y amigos, se dedicó a la abogacía durante toda su carrera profesional desde su despacho en la calle Marqués de Teverga de Oviedo. Hasta su jubilación, hace una década. La ovetense de 73 años luchó desde entonces contra el cáncer y deja dos hijos y cinco nietos.

María José Cervero era una mujer discreta, siempre en un segundo plano durante los actos a los que acudía acompañando a su marido. Quienes más la conocían destacan de ella que siempre le apoyó de la misma forma, “desde la discreción y la prudencia”. Graciano García y María José Cervero se conocieron cuando el fundador de los Premios aún trabajaba en LA NUEVA ESPAÑA y hacía un reportaje de verano por las playas asturianas. Aunque García no consiguió entonces averiguar su nombre, no tardó mucho en hacerlo. Aquella pieza la tituló “Las asturianas, las más guapas”. Cuatro años después, Graciano García y María José Cervero se casaron en San Miguel de Lillo. Ella era entonces muy joven, contrajo matrimonio antes de comenzar unos estudios universitarios a los que se incorporó cuando ya habían nacido sus dos hijos, David y Pelayo, que hoy dirigen la empresa Ediciones Nobel.

“Ella solo aparecía cuando era absolutamente necesario, era discretísima”, relata una de las personas que fueron más cercanas a la fallecida y a la que quiere recordar “con cariño y afecto infinito”. Esa discreción, lejos de los actos de sociedad a los que se veía “prácticamente obligada” a causa de la profesión de su marido, quiso llevarla hasta el final, pidiendo a su familia que el funeral se celebrase en total intimidad. La capilla ardiente se instalará hoy en el tanatorio Ciudad de Oviedo, donde se podrá dar el pésame a la familia.

Pelayo García Cervero recordó ayer a su madre como una mujer “muy discreta, muy sencilla y con las ideas muy claras”. Desde la Fundación Princesa de Asturias, ideada e impulsada por Graciano García en el año 1981, no ocultaron su pesar por el fallecimiento de una mujer “siempre amable y luchadora” que deja un gran vacío en su familia, pero también en la de los Premios.