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La OSPA llega a la edad adulta

La Orquesta Sinfónica del Principado cumple 30 años de vida haciendo frente a la pandemia del coronavirus y tras superar la crisis económica de 2008

La OSPA, durante un concierto en el Auditorio de Oviedo. | Irma Collín

En tres décadas han afrontado dos crisis mundiales que lo han tambaleado todo, pero ellos han seguido tocando como si, emulando a la orquesta del “Titanic”, quisiesen marcar el camino hacia la salida. La Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA) superó la crisis económica de 2008 y ahora sigue sonando, con un altísimo nivel, según el público experto, en medio de la pandemia mundial del covid-19. El próximo miércoles, 12 de mayo, se cumplen 30 años del primer concierto de la OSPA. Aquella puesta de largo tuvo lugar en el teatro Campoamor de Oviedo.

La orquesta sinfónica de Asturias, que tiene como presidente de honor al rey Felipe VI, está compuesta por sesenta y nueve profesores de varios países de la Unión Europea (UE), Rusia, Estados Unidos y Latinoamérica. A ellos se suma un equipo técnico y artístico encabezado por su gerente, Ana Mateo, que brinda este cumpleaños “al público que en momentos tan complicados como los que estamos pasando sigue acudiendo a todos nuestros conciertos”.

Con sus 30 años, la OSPA ha adquirido madurez de conjunto, algo que en una formación de este tipo lleva mucho tiempo conseguir. Mateo considera que ya tiene “un sonido propio” y esto se debe “a la responsabilidad de cada uno de los componentes de la orquesta”. La gerente da una de las claves del crecimiento continuado de la formación. Pese al paso de los años, los músicos “no se han dejado atrapar por la pereza, sino que la orquesta trabaja día a día para seguir creciendo”.

El entorno, Asturias, y, en especial, Oviedo, donde la OSPA tiene su sede permanente, también influyen. “Oviedo es un oasis en España. Por la tradición musical, porque tiene un público muy melómano y porque es una ciudad que no tiene parangón en presencia de la música clásica respecto a otras ciudades de su tamaño”. Eso permite a la orquesta asturiana “proponer cosas más arriesgadas”.

Esas propuestas arriesgadas son también las que gustan a los músicos y en las que muchas ocasiones surge, como explica Ana Mateo, “lo que los flamencos llaman duende”. Son esos conciertos en que el público se queda pegado a las butacas y eso solo tiene una explicación: “Los músicos tienen unas ganas constantes de aprender y eso es lo que hace a esta orquesta diferente a otras y lo que le permitirá llegar hasta donde quiera”.

1.- Sabine Lohez. 2.- Pablo de la Carrera. 3.- Gustavo Fernández. 4.-María Ovín. 5.- Claudio Vásquez. 6.- Miriam del Río. 7.- Dalibor Belovsky. 8. Marcos Fernández. 9.- Raquel Garzás 10.- Marta Menghini. 11.- Suren Khachatryan. 12.- Eva Meliskova.13.- Cristina Castillo. 14.-Francisco Barahona. 15.- Masten Brich. 16.-Irina Bessedova. 17.- Daniel Jaime. 18.-María Rodríguez. 19.- Pablo Castro. 20.- Elisa Martínez. 21.- Javier Muñiz. 22.- Olga Torre. 23.- Peter Pearse. 24.- Diego Dueñas. 25.- Virginia Suárez. 26.- Javier Molina. 27.-David Rosado. 28.- Jesús López. 29.-José Luis Morató. 30.- Rafael Casanova. 31.- Francisco Revert. 32.- Vicente Vallet. 33.- David Valdés. 34.- Pablo García. 35.- Yves-Nicolas Cernea. 36.- Marta Martínez. 37.- Pedro Ordieres. 38.- Elena Albericio. 39.- Vicente Alamá. 40.- Steve Wright. 41.- Sandrine Ferrand. 42.- Jantien Kassies. 43.- Ivan Kratochvila. 44.- Consuelo del Campo. 45.- Myra Pearse. 46.- Marta Riaño. 47.- Juan Ferriol. 48.- Vanessa Fernández. 49.- Patricia Ruiz. 50.-Andreas Weisgerber. 51.- Vicent Mascarell. 52.- Sylvain Orsettig. 53.- Enrique Rodilla. 54.- Daniel Sánchez. 55.- Maarten van Weverwijk. 56.- Christian Brandhofer. 57.- Jeffery Prentice. 58.- Vladimir Atapin. 59.- Ingrid Vlachynska. 60.- María Rascón. 61.- Francisco Mestre. 62.- Andrey Feygin. 63.- Philippe Giresse. 64.-Joshua Kuhl. 65.- Galina Fedorava. 66.- Fernando González. 67.- Ana Mateo. 68.- Flavio García. 69.- Juan Pedro Romero. 70.- Jesús Ventura. 71.- John Falcone. 72.- David M. Moen. | Irma Collín

Marcos Fernández (violín) es uno de esos músicos y también es uno de los que estaba aquel 12 de mayo de 1981 en el teatro Campoamor con Doron Salomon como director y Dmitri Alexeev como solista. Fernández recuerda aquellos primeros ensayos, “enseguida surgió la química”.

La química entre los músicos fue más allá del escenario. Eran jóvenes en la veintena que después de los ensayos se iban de cañas. “Fueron grandes tiempos, lo pasamos muy bien”,

Aquellos chavales crecieron juntos, con muchas horas de ensayo y mucha vida compartida. En el recuerdo colectivo de la orquesta está aquel vieja a China a finales de 2007. Allí pasaron las navidades y celebraron nuestro año nuevo. Fernández no olvida aquel concierto “en una sala con condiciones climáticas un poco frescas y con los músicos levantándose a coger sus abrigos en medio del concierto, lo que generó un poco de tensión entre el público al finalizar la actuación”. “Recuerdo esos viajes con mucho cariño, No sabemos si se volverán a repetir”, lamenta el violinista.

Pero no solo ellos crecieron juntos. Al mismo tiempo el público asturiano iba adquiriendo poco a poco una mejor educación musical gracias a la OSPA. Por sus conciertos en Oviedo, Gijón y Avilés, pero también por una tarea pedagógica que involucra tanto a la gerencia como a los músicos y que ha llevado a la OSPA a multitud de pequeñas localidades asturianas y también a lugares como la cárcel, residencias de mayores, colegios, centros de discapacitados o distintos servicios del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

“La OSPA es una orquesta pública y tiene que llegar a todas partes”, afirma rotundo Fernández. Además, reconoce que para él “es una satisfacción personal llevar la música a lugares en los que la gente no puede acceder a ella”.

Pese a que llegó unos años después, el avilesino Daniel Sánchez (clarinete bajo principal), ha desarrollado toda su carrera profesional en la OSPA. Llegó a la orquesta con 22 años en 1994 y salvo tres años que estuvo de excedencia, siempre ha estado en la orquesta asturiana. Pero Sánchez no se ha limitado a tocar el clarinete, sino que ha ejercido de director y hasta de compositor, sus dos grandes pasiones además del clarinete.

Sánchez había dirigido las bandas municipales de Candás y Sama de Langreo, así que un año después de integrarse en la sinfónica asturiana le pidió al entonces director titular, Max Valdés, que le diese clases particulares de dirección. “Me dijo que estudiase y esas cosas, me dio largas, en definitiva”. Pero el joven Sánchez estaba convencido de que quería dirigir y años más tarde convenció al maestro Valdés. Llegaron esas clases particulares, que se prolongaron durante dos años, y a ellas se sumaron muchos estudios y un máster en Alemania. Confiesa que le apasiona “tener a la orquesta en las manos”. Pero esa satisfacción es aún mucho mayor cuando la orquesta es la propia, de la que formas parte; entonces se convierte “en una experiencia maravillosa”. “Conozco perfectamente a mis compañeros, sé cómo toca cada uno de ellos y dirigirlos es impresionante, es una de las mejores orquestas de España”.

“Cuando estudiaba dirección me decían que dirigir la OSPA es como conducir un Ferrari, y así es, hagas lo que hagas con las manos la orquesta va sonar bien”, asegura.

Pero su experiencia con la orquesta no se queda ahí. Daniel Sánchez ha visto y escuchado cómo sus compañeros han estrenado algunas de sus composiciones. “Es como dar a luz”. En este caso “tú tienes una partitura en la cabeza y te imaginas cómo va a sonar pero cuando la toca la OSPA es un placer y un orgullo enorme”.

Ellos son solo parte de un todo, de un grupo de profesionales con una cualificación altísima que pese a llevar tres décadas tocando juntos, en cada programa que interpretan descubren nuevos colores y nuevas sonoridades. La OSPA se ha hecho adulta y entra en una etapa de brillantez que seguro que seguirá dejando clavados a los espectadores en las butacas.

Jantien Kassies y Gustavo Fernández. | Irma Collín

Jantien Kassies y Gustavo Fernández. | Irma Collín

Jantien Kassies y Gustavo Fernández Buey, el matrimonio nacido del amor por la música

Para seleccionar a los músicos de la OSPA se hicieron pruebas en distintas ciudades españolas, pero también en París y Amsterdam. En esta última ciudad se presentó la violinista Jantien Kassies, y sacó la plaza, así que se vino a Oviedo. En Oviedo estaba ya el vallisoletano Gustavo Fernández Buey. Había llegado a la ciudad para estudiar con Yuri Nasushkin, uno de los “virtuosos” de Moscú. Al poco le llamaron para hacer una sustitución en la OSPA y allí no encontró solo el trabajo que buscaba sino a la mujer de su vida. “

Yo estaba tocando en la orquesta y llegó un chico muy simpático con camiseta de rayas”, recuerda ella. A él lo de estar en Asturias se le hacía raro “porque para mí olía a vacaciones, yo veraneaba aquí y no lo veía como lugar de trabajo”. Ahora la pareja lleva “veraneando” junta las tres últimas décadas, y junto a ellos dos hijas nacidas en Asturias.

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