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Nuevo sabor de “Cuatro estaciones”

La Orquesta Barroca de Venecia y la violinista Chouchane Siranossian logran en Oviedo una visión muy enriquecida de la gran obra de Vivaldi

La Orquesta Barroca de Venecia, ayer, al inicio del concierto en el Auditorio de Oviedo. | Miki López

Pese a que ayer no había precisamente mucho público, el concierto era para el gran público. Es decir, el programa estaba compuesto por una obra clásica tan popular ya como “La cuatro estaciones” de Vivaldi. Sobre el escenario, en esta nueva cita de los Conciertos del Auditorio de Oviedo –con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA– estaba la Orquesta Barroca de Venecia y, como violín solista Chouchane Siranossian, quien, como ya hicieron otros intérpretes a lo largo de esta temporada pandémica se dirigieron al público para agradecer su presencia y expresar su emoción por poder tocar en directo, ya que en el resto de los países europeos la actividad concertística ha quedado reducida a cero por causa del coronavirus.

El programa se abrió con la interpretación del concerto grosso en re menor H143 “La Follia” de Geminiani. La Orquesta Barroca de Venecia marcó muy bien todas las partes que se van sucediendo en esta composición. Hubo algunas cuestiones referentes a la calidad del sonido, que se resintió en algunos momentos, sin embargo el conjunto de la orquesta sonó muy bien.

Siranossian expresó su emoción por poder tocar en directo, dado que todos los escenarios europeos, salvo los españoles, siguen cerrados

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Luego llegó el plato fuerte del programa, “La cuatro estaciones” de Vivaldi, donde intervino Chouchane Siranossian, una intérprete experta en este tipo de compositores italianos barrocos. Al principio pareció que no le iba a dar una visión excesivamente personal a la composición de Vivaldi, una de las más conocidas de todo el repertorio clásico universal. Pero a medida que avanzaba el ciclo fue abandonando esa visión más estandarizada y a partir del segundo movimiento de la Primavera, el largo, Siranossian empezó a introducir alguna improvisación, algunas apoyaturas y comenzó a dar más complejidad a la línea de la melodía, lo enriqueció mucho la interpretación. Empezó a verse un enfoque mucho más personal de Vivaldi, que se redondeó con un interesante trabajo de conjunto entre la violinista y el conjunto de la Orquesta Barroca de Venecia, que se mostraron muy flexibles en el tempo. Siranossian interpretó los cuatro conciertos totalmente de memoria. El otoño y, sobre todo, el invierno fue sin duda la parte más brillante de toda la velada musical de ayer en el Auditorio de Oviedo.

Como propina, Chouchane Siranossian tocó el segundo movimiento del concierto en La mayor de Tartini, una pieza que invita al recogimiento melancólico con el violín como protagonista.

En definitiva, el público disfrutó con esta cita musical en la que los intérpretes tenían que detenerse a afinar los instrumentos entre pieza y pieza, dado que usaban cuerda de tripa que, aunque ofrecen un sonido de mucha calidad, se dilatan con el calor y son de afinación muy inestable.

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