Buenos huevos, buenas patatas y una buena sartén antiadherente. Eso son los ingredientes necesarios para hacer la tortilla perfecta. Sólo hay que añadir un poco de paciencia y sabiduría para afrontar el momento clave: el de darle la vuelta.

Para hacer la tortilla, debemos picar tantas patatas como queramos. Para dos personas, cuatro patatas medianas puede ser una buena cifra. La picamos en cubos menudos, de 0,5 centímetros de lado, más o menos. Los echamos en una sartén con abundante aceita a fuego medio. Picamos media cebolla y la incorporamos también. Se debe vigilar que la patata no se queme. Por ello, y sobre todo si la sartén no es del todo antiadherente, debemos darles vuelta de vez en cuando. Cuando la patata esté pochada, pasados unos 15 ó 20 minutos, la retiramos del fuego y escurrimos.

A continuación la mezclamos con los huevos. Para cuatro patatas medianas, necesitaremos cuatro o cinco huevos, dependiendo del gusto del comensal. Los batimos en un bol, salamos e incorporamos las patatas. Removemos para que no cuaje y ajustamos de sal.

Una vez tengamos la mezcla hecha, la vertemos en una sartén antiadherente, precalentada a fuego medio-alto. Se esparce bien por la sartén de manera uniforme. Y aquí es cuando se afronta el momento clave. Para evitar que se pegue, no dejamos de mover la sartén sin quitarla del fuego y se separan ligeramente los bordes con una pala de madera. Pero, ¿cómo elegir el momento para darle la vuelta? Habrá un momento, sólo unos minutos después, en el que los bordes se despegan por completo. Ahí es cuando le damos la vuelta y volvemos a poner en la sartén. Una vez hecho este paso, se dejará nuevamente en la sartén siguiendo el mismo proceso. Dependiendo de si se prefiere más o menos hecha, se dejará más tiempo. Unos tres minutos puede ser suficiente.