¿Para qué ha servido el documental de Rocío Carrasco?

Para saber que la violencia contra las mujeres no es solamente el puñetazo, el disparo o la violencia física, sino que hay otros maltratos como el psicológico, la violencia vicaria o la institucional. La gente no era consciente de esto. 

¿Hasta que punto es importante que personajes públicos tengan la valentía de ponerse delante de una cámara y contar su experiencia?

Es importantísimo. Lamentablemente, a las mujeres anónimas apenas se las escucha porque los prejucios y los estereotipos que las rodean siguen estando por encima. Salvo algunos diarios como el Periódico de Catalunya, que ha llevado la violencia machista a la portada, es complicado que se visualice como un tema de Estado y haya una preocupación mediática unánime. En muchas familias, Rocío Carrasco ha servido de altavoz para algo que estaba silenciado. 

¿La serie marca un antes y un después en términos de sensibilización?

Sí. El caso de Ana Orantes fue un hito y lo de Rocío es exactamente igual. Ha verbalizado un tipo de violencia a la que no se le da la importancia que tiene. Con su testimonio vemos que mantener eso durante 20 años crea un agotamiento psicológico y deja secuelas. 

En las redes ha recibido elogios, pero también amenazas. ¿Sabe quién las ha lanzando?

No tengo tiempo de saber quién está detrás. Las feministas estamos acostumbradas a recibir ataques muy duros, aunque no dejan de impresionar. Decir que quería quemar la Universidad conmigo dentro o vomitar encima… En fin, mucho odio. Al final esa cuenta Instagram no se canceló por los ataques, porque alegaron que era libertad de expresión, sino por suplantar la identidad del programa Sálvame. Eso demuestra que en las redes las feministas estamos vendidas.

"Se critica a Telecinco por tener programas machistas evidentes cuando en otras cadenas hay el mismo machismo pero más sutil"

¿Por qué cree que ha habido tanto revuelo con el documental? ¿Por la cadena que lo emite? 

Desde el principio me tuve que enfrentar a muchas compañeras del movimiento feminista que parecían más preocupadas por su reputación profesional que por tener una ventana con la que llegar a las víctimas. También cuando fui al Congreso de los Diputados a defender a Juana Rivas me cayó de todo. Al final hay que ver dónde está el compromiso. Me choca que se critique Telecinco por tener programas machistas evidentes cuando en otras cadenas hay el mismo machismo pero más sutil. 

¿Le ha dolido la reacción de algunas feministas?

Algunas que para mí eran de total confianza me han decepcionado. Y yo he decepcionado a otras que consideran que he bajado a un terreno que no me corresponde. Pienso que las conferencias sobre el maltrato están muy bien, pero que a los pueblos no llegan, y la televisión sí. Hay que usar todos los canales posibles para llegar a todas las mujeres. 

Es decir que, en este caso, el fin justifica los medios

Totalmente. Si hemos salvado la vida de una sola mujer, yo me conformo.

Además de concienciar se necesitan recursos. ¿Qué deben hacer las instituciones?

Una de las asignaturas pendientes de la Ley de Violencia de Género es desarrollar la prevención en el terreno educativo. La única manera de erradicar la violencia de género es cortando de raíz la semilla del machsimo. Si no ponemos el foco ahí las cifras seguirán igual. La dotación presupuestaria no puede sufrir recortes y la atención a los mejores no debe ser algo secundario.

¿Cuál es el riesgo en autonomías donde Vox presiona para eliminar las políticas de lucha contra la violencia machista?

El riesgo es de vida o muerte. No se trata solo de actos simbólicos, como boicotear un minuto de silencio en memoria de las víctimas, sino de retirar presupuestos para estas políticas. Me preocupa que estén implantando la ideología machista en una generación de jóvenes criados entre mensajes negacionistas que promueven Youtubers a través de las redes sociales.