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La pandemia va pasando pero ¿volveremos realmente a vivir como antes? Esto es lo que dicen los expertos

Los expertos pronostican teletrabajo y teleconsumo, revolución del mercado laboral, regeneración del capitalismo, cambios en enseñanza, arte y ciencia, y alteraciones en las relaciones afectivas

coronavirus Asturias

Parecía tan lejos y la tenemos tan cerca: una nueva normalidad más estable, menos vulnerable. Las vacunas pinchan la burbuja del desánimo. Se hacen planes, se fijan prioridades. Pero, ¿cómo será el mundo que viene cuando se vaya la pandemia? Más de 50 expertos de todo el mundo han publicado un análisis en la revista “The Economist” sobre “la mudanza que viene”. Tiempos de cambios en el trabajo, la educación, las artes, la ciencia... Y la forma de vivir. ¿Qué pasará con la juventud? ¿Qué les espera? LA NUEVA ESPAÑA se suma a esa indagación con las reflexiones de expertos asturianos.

“El teletrabajo ha venido para quedarse”. ¿Les suena? Miles de veces se tira de ese mantra para resumir una tendencia que el análisis de “The economist” matiza: el trabajo a distancia básicamete se quedará igual. El sociólogo Jacobo Blanco lo engloba en un universo más amplio y habla del “regreso del hogar como unidad de producción y consumo, en versión 5.0. a través de las grandes plataformas (casi ninguna europea, por cierto): teletrabajo (que crecerá, quizás en forma mixta, en aquellos sectores de servicios creativos donde la presencialidad no sea necesaria), teleconsumo (agudizando la crisis del comercio tradicional) y ocio, tanto a través de las grandes plataformas de contenidos como de las que permiten relacionarnos con amigos rompiendo la dimensión espaciotemporal”.

Tendencia que implicaría “una revolución en el mercado de trabajo, especialmente si hablamos de una recuperación en K, en la que unos salen ganando (los relacionados con los sectores emergentes) y otros perdiendo, desde los trabajadores del comercio y parte de la hostelería, al transporte tradicional (30% del empleo asturiano)”.

La revista británica apunta: cascada de cierres de oficinas, auge de asistentes digitales, adiós a grandes centros corporativos, desaparecen los hoteles de trabajo y las videollamadas imponen su ley, congresos apoyados en la Inteligencia Artificial, la productividad deja de depender de un jefe revisor y no habrá diferencia entre contratar a un empleado local o extranjero.

Se dispara la compra online durante el estado de alarma

El consumo cambiará en algunas formas, pero su fondo permanece intalterable: seducir, convencer, vender. El diseñador de moda Marcos Luengo hila fino: “Afortunadamente, mucha gente se ha dado cuenta de que tenemos que cambiar nuestros hábitos y dirigirnos hacia un consumo más responsable y sostenible. Los canales a través de los que compramos moda también han cambiado, aunque el contacto directo con el cliente es insustituible, las compras online han aumentado muchísimo y son un buen complemento”.

El filósofo Eduardo Infante recuerda: “Formamos parte de un sistema que se alimenta de nuestro consumo. El sistema se reproduce y se perpetúa enajenado nuestro deseo: deseamos lo que otros desean que deseemos. El deseo nunca se aplaca, tan solo se satisface momentáneamente para ser excitado nuevamente en un circulo insaciable. Un algoritmo que procesa datos a una velocidad nunca imaginada nos dicta lo que debemos escuchar, lo que debemos ver o lo que debemos comprar. Quizá nunca antes hayamos estado tan determinados”.

¿La crisis ha debilitado el sistema? No le parece: “Algunos economistas pensaron que las contradicciones generadas por el propio sistema presagiaban un colapso final, pero lo cierto es que es más fácil imaginar el fin de la vida en la Tierra que el final del capitalismo. Como muy bien nos hizo ver Naomi Klein en ‘La doctrina del shock’, el sistema se regenera y se perpetua con las crisis. El capitalismo vive de las crisis. Cada crisis supone una nueva acumulación de capital y una precarización del trabajo”.

Iglesias, arte, gimnasios, cines... El informe de “The economist” pronostica una gigantesca oferta virtual con suscripción, la muerte de las empresas que no inviertan en nuevas tecnologías y el regreso del turismo más pujante que nunca. La crediblidad como marca indeleble, también en el periodismo. Juan Carlos Laviana, periodista de amplia y sabia experiencia, apunta que el periodismo digno de tal nombre “estará en lucha permanente contra lo que ahora llamamos ‘fake news’. Forma parte de su misión esencial desestimar rumores, no dar altavoz a los bulos y certificar la veracidad de lo que se publica. Ha sido siempre así y lo seguirá siendo. La pandemia nos ha puesto a los periodistas ante un test de estrés. En principio, hemos aprobado por los pelos”.

Falta...

“Falta por ver si hemos aprendido la lección. Yo me conformaría con que no cayéramos en la trampa de competir con las redes sociales, que son un medio no periodístico, con que no nos dejemos devorar por la ansiedad de la tecnificación del oficio y con que no olvidemos que nos debemos a un lector, persona individual, y no a una audiencia difusa y caprichosa. Yo tengo mucha fe en que lo lograremos”.

Más datos: despidos masivos por razones multifactoriales. Desde la sociología, Jacobo Blanco intuye tensiones sociales crecientes fruto de la polarización social, “con demandas de protección, por una parte, y resistencia a financiarlas, mediante nuevos tributos, por otra. Los ‘chalecos amarillos’ podrían ser una precuela de todo ello”.

Alumnos con mascarillas en un aula.

La educación: nunca regresará igual, según los expertos internacionales. José Errasti, profesor titular de psicología clínica de la Universidad de Oviedo, opina que, en el ámbito universitario, “va a ser algo paradójico. Por un lado, en cuanto recuperemos la normalidad va a haber una tendencia a recuperar la presencialidad total, como forma de confirmarnos que esta historia se terminó de verdad. Pero, por otro, no podremos olvidar que la pandemia demostró que se pueden hacer online más cosas de las que creíamos, y que para algunas actividades puede ser más cómodo y más práctico que la presencialidad clásica. Así que seguramente al principio se recupere la presencialidad total pero poco a poco se vaya abriendo un hueco también para el formato online”.

El sistema médico, leemos en la revista británica, se adaptó a lo digital con tecnología a distancia para siempre. Ahora bien, matiza el médico de familia Pablo Belderraín, “cuando todo vaya pasando, el médico de familia seguirá siendo el médico de casa, el que escucha, el que acompaña, el que diagnostica y nos sigue a lo largo de años. Cercano, aunque las llamadas, mails u otros modos de consulta se hayan incorporado a lo tradicional. Esa figura se verá reforzada, aunque el relevo de los que se jubilan es su mayor amenaza”.

¿Y qué pasará con las artes? El director de orquesta Aarón Zapico, “además de lo relacionado con la mera supervivencia, como puede ser la implantación de programas de mano digitales, la evolución tecnológica general de artistas, centros educativos o teatros y la adaptación en la duración de los conciertos a un formato más realista, diría que hay una conciencia mayor respecto a la necesidad de proteger, alentar y promocionar al artista local. De paulatino abandono de la cultura grandilocuente en beneficio de una más residual”.

La soprano Beatriz Díaz indica que “siendo España privilegiada al conseguir mantener los teatros abiertos y parte de su programación, las reducciones de aforos han hecho mella. Las cifras arrojan lecturas preocupantes en 2020. Los ingresos en el sector público han caído 26,2% y en el privado 41.1% siendo previsible que estos datos sean aún más negativos durante 2021. Bien es cierto que se ha implementado una herramienta que ha venido para quedarse: streaming. Una forma de ampliar el público potencial a todos los rincones del mundo. Personalmente soy defensora del directo ‘in situ’ porque esa magia sólo se vive cuando sintonizas desde tu butaca con el espectáculo”.

Muestra de danza en la calle Palacio Valdés, junto al teatro. | I. GARCÍA

El poeta Fernando Beltrán, que sobrevivió al ataque del covid, conserva su forma de entender la creación: “Abrir mucho los ojos, lo que quizás ha cambiado es dónde sostener esa mirada. Mi inspiración poética, hasta ahora más bien urbana, se ha rendido a lo esencial. Vaya suerte seguir vivo. El lugar donde posar la mirada y el verso que luego la escribe son en mí las dos caras de una misma moneda, los dos pulmones de un mismo latir: ‘escrivivir’. La secuela mayor es la luz, la celebración de la luz cada día, y no sé finalmente dónde me llevará todo esto, quizás a apurar mucho más cada momento de vida y escritura. Algo que al final vuelve a resumirse en una sola palabra, y esta sí que es incurable: AMAR”.

El actor y crítico Santi Alverú recuerda que “fuimos muchos los que pensamos que los cines habían recibido su estocada final. Lo cierto es que, a pesar de que algunas cadenas han cerrado por todo el mundo, los estrenos han vuelto con fuerzas renovadas y potentes cifras de taquillas. En ausencia de dramas mayores se acentuarán los males que llevamos años sufriendo: las películas de gran tamaño se seguirán produciendo, pues son las que dan dinero, las pequeñas también, porque dan imagen, pero seguiremos perdiendo películas de medio tamaño, que son las que crean industria”.

El pintor Hugo Fontela quiere pensar se note en el arte que” el tiempo de confinamiento nos ha vuelto mas sensibles por haber sido capaces de parar el ritmo de nuestra vida y mirar mas adentro de nosotros mismo, y darnos cuenta de lo importante que son nuestras emociones, que es lo que nos empujan a crear”.

El científico Amador Menéndez percibe que “la ciencia y la tecnología han ganado visibilidad mediática. La pandemia nos ha mostrado nuevas fórmulas de éxito de la I+D+i. Científicos de muy diferentes disciplinas y procedencia se han unido para tratar de vencer a un enemigo común: el coronavirus. Los grandes retos de nuestra era, como la salud humana y el cambio climático, requieren de una aproximación multidisciplinar. La pandemia también ha servido para mostrar la importancia de conectar los mundos académico e industrial. Solo así será posible mover productos del laboratorio al mercado. Me gustaría que la era post-covid fuese la era de la ‘hiperconectividad en la ciencia’. Conectando diferentes disciplinas y los centros de investigación con la industria llegaremos a un sinergismo en el que el todo es mucho mayor que la suma de sus partes. Esperemos que este entusiasmo actual por la investigación científico-tecnológica no sea algo pasajero”.

La salud mental de niños y adolescentes, a prueba. Shutterstock

Alarma: hay efectos a corto plazo en la salud mental de los jóvenes

A los más jóvenes, ¿cómo les afecta y afectará? Alba Romero, psicóloga infanto-juvenil, advierte de que “ya podemos hablar de efectos a corto plazo en la salud mental, no hace falta esperar a una normalidad. Nuestras consultas se están llenando de casos de ansiedad y depresión que debutan en problemas de conducta como desobediencia y rabietas; problemas de gestión emocional como baja tolerancia a la frustración, estallidos de ira, desesperanza hacia el futuro; trastornos adaptativos en el contexto escolar debido a los frecuentes confinamientos por clases y la falta de continuidad en la asistencia a clase, que hace que los jóvenes instrumentalicen quejas somáticas para no asistir a clase; y falta de habilidades sociales para relacionarse con sus iguales con la limitación del contacto social y el uso de mascarilla, hace que utilicemos menos el lenguaje no verbal, sobre todo a nivel de expresión facial y que identifiquemos peor las emociones de los demás.

Ante el mayor uso de dispositivos móviles y tablets se observa en la infancia “una mayor dependencia de estos, generando ansiedad, problemas de sueño y baja tolerancia a la frustración. Y en adolescentes mayor adicción al uso de redes sociales para socializar con sus iguales, lo que conlleva dificultades en la comunicación y en relaciones (ciberbullying), y problemas de autoestima (necesidad de aprobación a través de “likes”).

En el mundo de las relaciones afectivas, la doctora en educación, sexóloga y profesora universitaria Soraya Calvo ve que el “parón en la interacción social tal y como la conocíamos supone un punto de inflexión profundo. En las relaciones de pareja las dinámicas de ‘privación’ de contacto con personas ajenas al núcleo ha podido generar situaciones muy diferentes dependiendo de la pareja y de las personas que las conforma”.

Para algunas personas “ha sido un momento idóneo para fortalecer la intimidad y el compromiso; pero para otras ha podido suponer un conflicto continuado con impacto negativo en la vivencia afectiva y personal. No olvidemos también que hay personas que no han podido ver a sus parejas debido a las restricciones; y que otras muchas han sufrido rupturas o ‘soledades dilatadas’ con pronóstico incierto y cargado de incertidumbre. Parece una evidencia que la forma de percibir a las personas que no conocemos se ha teñido de desconfianza, inseguridad y, en cierto modo, miedo. En los tiempos del covid el uso de apps como Tinder o Badoo son para muchas personas la única forma posible de conocer a gente interesada en relaciones eróticas o románticas; con todo lo que ello implica. Esto no es en sí mismo negativo, pues estas apps pueden ser muy útiles para encontrar gente compatible y con intereses compartidos, pero introducen nuevas complejidades que suponen barreras extra”.

Parece que estamos “en una nueva fase, con futuro en positivo y una vuelta a la vida social posible en un espacio de tiempo relativamente cercano. Las últimas investigaciones en torno al impacto del covid en nuestras relaciones hablan de una reinvención del concepto de intimidad que busca la adaptación a todas las restricciones debido a que el contacto afectivo se plantea como innegociable. A pesar de ello, no podemos obviar la relevancia absoluta del contacto físico: las tecnologías nos han servido para sostener el contacto; pero los cuerpos necesitan cercanía y piel para profundizar en el vínculo”.

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