Apenas 24 horas después de ser intervenido del corazón, José Ortega Cano abandonaba el hospital y, visiblemente cansado y confesando su alegría porque todo hubiese salido bien, ponía rumbo a su domicilio con Ana María Aldón para proseguir su recuperación rodeado de su familia y con la tranquilidad que en estos delicados momentos necesita.

Poco después, la mujer del diestro salía de su casa visiblemente preocupada por su marido, desvelando que se encontraba "regular" y que, de no haberle sujetado a la salida del hospital, se le hubiese caído redondo, creando una gran preocupación en torno a la salud de Ortega Cano.

Aniceto, marido de Mari Carmen Ortega Cano y mano derecha del maestro, salía horas después de la casa de su cuñado y, discreto pero contundente, tranquilizaba al asegurar que "ha venido un poco mareadillo del hospital, pero está bien, tranquilo y relajado", justificando el nerviosismo de Ana María porque, en sus palabras, "es preocupante. Parecía que era más leve pero ha sido fuerte. Pero está bien, ha salido todo perfecto".

La mujer del diestro, por su parte, abandonaba su casa para ir a una farmacia a comprar medicamentos para José y, muy seria y sin ganas de hablar, evitaba incluso bajar de su coche para no tener que enfrentarse a las preguntas de la prensa sobre el estado de salud del torero. Desde el interior del vehículo, y negándose a bajar la ventanilla, nos contaba por gestos que todo estaba bien, confesando además su cansancio tras la intensa jornada vivida en el hospital por la operación de corazón de su marido.