“El Gato Montés” cierra la próxima semana el XXVIII Festival de Teatro Lírico Español, que organiza la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo. Esta ópera popular de Manuel Penella se estrena el próximo día 24 en el teatro Campoamor a las 20 horas, con la dirección escénica de Raúl Vázquez y la dirección musical de Lucas Macías. Ángel Ódena y Nicola Beller Carbone protagonizan este título estrenado en el Teatro Principal de Valencia el 22 de febrero de 1917.

“Esta no es ninguna producción modificada para los tiempos del covid”, advierte Nicola Beller Carbone. Es una reposición que se hizo en el 2019 en el Auditorio de Tenerife, añade la soprano alemana. “Es una historia basada en un triángulo amoroso, que puede caer muy rápido en estereotipos, porque tenemos el bandolero bandido, el torero y la gitana, y toda la acción se desarrolla en Sevilla a principios del siglo pasado. Es una historia muy típica de un amor complicado”, añade.

El papel que interpreta Beller Carbone, Soleá, “es una mujer que está entre el amor de dos hombres, pero es siempre un amor imposible, porque con el Gato no puede ser porque es alguien perseguido por la ley, y con el torero, es un amor no por conveniencia, pero sí en el que se siente protegida como nunca antes. En la propia obra lo dice claramente: esta mujer no puede ser de nadie, una manera muy machista de decirlo. Como si una mujer pudiera ser de alguien. Es una obra que tiene mucho machismo en el lenguaje”.

En este sentido, Nicola Beller va a intentar despojar a su personaje, Soleá, “de todos esos arquetipos de la mujer por debajo del hombre, porque desafortunadamente en el texto está así, aun a pesar de que ella es muy chula y muy orgullosa, con ese color de la mujer gitana, pero en el fondo es a la que le dan el palo. Es un reto interpretar estos personajes y que sean creíbles”.

La cantante ve una cuestión muy de actualidad, “una mujer puede ser orgullosa en el exterior y sufrir violencia en la intimidad; ambas cosas no están reñidas en la sociedad actual. Lo observo en la calle. Ellas son presumidas y chulas, incluso se manifiestan de una forma que a mí me parece casi hasta una falta de respeto, pero luego en casa tengo la sensación de que la historia cambia, y ese tipo de chulería desaparece. Es una cosa muy contradictoria aquí en España esta situación; es muy engañoso. El respeto tiene que existir por ambas partes”.

En “El Gato Montés” este tipo de comportamientos son habituales, “Soleá, la gitana, siempre responde con chulería a su amante, que es muy celoso y obsesivo, termina por volverse loco”. Apunta Beller Carbone que “darle credibilidad y huir del arquetipo” no puede pasar por modificar el texto de la ópera. “Lo haremos a través de nuestra actuación, con tu actitud, dar otro punto de vista para releer el texto. No adoptaré una postura corporal de sumisión cuando Soleá se vea amenazada, y, al mismo tiempo, demostrar que ella sí quiere tener una relación bueno con el Gato”.

La experiencia de Beller Carbone en “El Gato Montés” se remonta a 2017, donde debutó en el papel de Soleá en el Teatro de la Zarzuela, bajo la dirección de José Carlos Plaza. La producción que se verá en Oviedo coincide con esta en que ambas son “naturistas y no están sacadas de contexto, con vestuarios muy en el contexto”, explica la soprano. El planteamiento del personaje de Soleá sí varía de una producción a otra. “Con Plaza, teníamos una propuesta para rescatar el perfil más animal de la protagonista, incapaz de adaptarse a la vida de la casa en la que vive junto al torero, con una vida más estrecha de redes. En esta producción de Raúl Vázquez, esa parte animal no se ha tomado en cuenta, y ella está más satisfecha, ella busca la complicidad del torero y su madre, no hay una rivalidad”, explica.

En términos musicales, la partitura de Penella, “suena muy parecido a Puccini. Utiliza una gran orquesta, aunque aquí va a estar reducida la plantilla orquestal, debido a la capacidad del foso y las limitaciones por el covid-19. Contamos incluso con un acordeón, que no está en la partitura original”, apunta. Una cuestión necesaria con tal de que esta ópera se pueda representar. “Para los cantantes los meses de parón han sido muy difícil. Somos como deportistas: si paramos, después poner la voz y el cuerpo a pleno rendimiento lleva mucho tiempo”, advierte. Para la soprano, “las circunstancias bajo las que estamos trabajando son tan conflictivas que no se puede juzgar una obra del modo en el que se hacía antes de que hubiese esta pandemia”, y en este sentido hace referencia a las complicaciones a la hora de viajar, o los tests que tienen que pasar para actuar en los teatros. “La inseguridad por perder tu trabajo ahora es muy alta, y eso siempre es muy complicado. El clima es muy tenso, pero lo bueno y más importante es que tenemos muchas ganas de volver a como estábamos antes”, concluye.