Lento, pero con pasos firmes avanza el proceso de canonización de la monja asturiana Stella Iglesias, nacida como María Aurelia Iglesias el 12 de abril de 1899 en La Riera (Colunga). El Papa Francisco ha abierto el proceso para su beatificación al autorizar a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto que reconoce sus “virtudes heroicas”, según informó el Vaticano

Francisco recibió ayer al cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y en la audiencia autorizó a la misma a promulgar el decreto sobre “las virtudes heroicas de la Sierva de Dios María Stella de Jesús”.

La hermana Stella fue religiosa de la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada, en la que decidió entrar con 25 años en Oviedo, donde se había trasladado desde su pueblo natal a servir de niñera a una familia. Era muy devota de la Virgen María por influencia materna y eligió tal orden porque se ocupaban de cuidar para que “no cayesen en mala vida” de las chicas de los pueblos que, como ella, se iban a la ciudad a buscar trabajo.

El proceso de canonización se inició en 2008 en la iglesia de Santiago de Granada –donde la hermana Stella murió en 1982–, desde la que se llevaron al Vaticano dos cajas selladas con toda la documentación sobre la monja. Esta era muy querida y muchos la invocaban tras su muerte en busca de gracias y favores para sí mismos o los suyos.

Esta devoción popular impulsó el proceso, en el que también pesa su entrega total a los demás. El periodista Javier de Montini, que recabó datos sobre la monja, recogió en un artículo en este periódico en 2010 que tenía sor Stella “un corazón inmenso” y contaba “con una fortaleza asombrosa en el cumplimiento de su tarea; la práctica de la ‘caridad silenciosa’ ”.