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Una sugerente hoguera musical

La OSPA y el cuarteto de guitarra “Entrequatre” lucieron en el Auditorio de Oviedo los mágicos poemas sinfónicos del asturiano Javier Blanco

La OSPA, ayer en el Auditorio de Oviedo, junto al cuarteto de guitarra “Entrequatre”. | Irma Collín

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) celebró ayer en el Auditorio de Oviedo su particular noche de San Juan en compañía del cuarteto de guitarras “Entrequatre”, liderado por Manuel Paz. Juntos interpretaron dos obras del compositor asturiano Javier Blanco (1977) tituladas “El libro de los lugares perdidos” y “Asturia”. Se trata dos composiciones muy peculiares y están llenas de magia, una atmósfera de “Entrequatre” contribuyó a potenciar gracias a una iluminación especial, que se salía de la norma de un concierto sinfónico, y de unos efectos de humo que encantaron al público, más diverso que en los conciertos de abono.

La primera obra con la que abrieron el programa de este concierto extraordinario de San Xuan fue “El libro de los lugares perdidos”, un poema sinfónico. Sobresalió esta obra por su carácter efectista y sugerente, llena de imágenes musical evocadoras. Por ejemplo el segundo movimiento, que lleva por título “Karesansui” está inspirado en los jardines de arena japoneses, donde se simula cómo fluye el agua, un movimiento continuo que Blanco logró imprimir en la música. “El salón de los espejos” es el título del cuarto movimiento de la primera pieza interpretada ayer por la OSPA y “Entrequatre”. Está lleno de pequeños motivos que se repiten en unos instrumentos y otros a modo de reflejo. Ahí se vio cómo la OSPA y las Cuatro guitarras se compenetraban magníficamente, logrando un conjunto muy uniforme,

El poema sinfónico que ayer se interpretó lleva por título “Asturia” y en él intervino el Coro de Voces Blancas del Nalón, un coro femenino vinculado con el Conservatorio de la Mancomunidad del Valle del Nalón. La partitura es muy cinematográfica, muy descriptiva, en ella se pueden apreciar los grandes tópicos del cine, y apela en todo momento a ese imaginario colectivo que adquirimos a través de la gran pantalla.

La OSPA estaba muy cómoda. El director, César Álvarez, estuvo todo el tiepo muy pendiente de la partitura, de marcar el tiempo en todo momento, y muy atento al coro.

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