El ensayista Jaime Izquierdo (Infiesto, 1958), comisionado para el Reto Demográfico del Gobierno del Principado, entiende que el feminismo debe integrarse como modelo de lo que el llama la “aldea del siglo XXI”. Lo defendió ayer en su ponencia en Gijón.
–¿El regreso a los pueblos de parte de la gente de la ciudad será puntual o estructural?
–Yo prefiero verlo como un cambio estructural, pero no lo sé. Las grandes urbes, que no es el caso asturiano, llevan tiempo dando indicadores de distopía: la carestía de la vida, los grandes atascos, la contaminación. Lo más seguro, entonces, es que se redescubra una forma distinta de vida en los pueblos.
–¿El pueblo no se convertirá en el dormitorio de la ciudad?
–Hay que evitarlo. Pasar de vivir en el centro a un chalé en la periferia no es la vida de pueblo.
–Uno de los principales dramas es la mala conexión a internet en las alas.
–Justamente, y lo tenemos que corregir. Hay que garantizar condiciones básicas: luz, telefonía, carretera, agua. La ciudad ahí tiene las dos partes. En el día a día es más jodida, pero a largo plazo tiene más servicios y se nota.
–¿Cómo se enmarca todo esto en el feminismo?
–La sociedad del futuro debe ser de equidad, algo fundamental para la integración cultural. La cultura antes era única, era el campo, pero ahora habrá que aunarla con las experiencias de más gente.
–¿Cómo va el pilotaje del proyecto energético de Moal?
–Estamos intentado hacer cosas en Moal, en Porrúa y en Asiego. En todos tenemos referentes intelectuales, que son sus vecinos. Nos están ayudando a diseñar cosas que, si funcionan, serán las bases de las aldeas del futuro.
