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Asturias exporta talentos

Fernández-Villaverde: aprendamos de Pittsburgh y su “increíble renacimiento”

“Asturias montó una red clientelar de favores en lugar de soluciones de futuro” | “La Universidad de Oviedo necesita un cambio total de la estructura de gobernanza”

Jesús Fernández-Villaverde, con el skyline de Filadelfia al fondo.

Jesús Fernández-Villaverde (Filadelfia). Catedrático y profesor de Economía de la Universidad de Pensilvania. Nacido en Madrid de padres de Lena, lleva 24 años en Estados Unidos. Tiene una palabra clave para afrontar el futuro: “Educación. Todo lo demás es irrelevante”. Sus vínculos asturianos quedan fuera de toda duda cuando se le pregunta qué lugar elegiría para un futuro retiro: “¡Ribadesella!”. Allí todo es relevante. Como unes parroches.

Sin tapujos. El economista Jesús Fernández-Villaverde diagnostica desde la Universidad de Pensilvania que Asturias no aprende de sus errores: la pilló “a traspié el cambio tecnológico de los años 70 del siglo XX: ni el carbón ni la siderurgia tenían mucho futuro después del shock petrolífero de 1973. La solución fue siempre tirar hacia delante con los subsidios a unas industrias en decadencia y pensando que, en cuanto se terminara una obra de infraestructura más, todo se solucionaría. Ojo, no estoy diciendo que no hiciesen falta nuevas autopistas o digerir la salida del carbón y de la siderurgia con ayudas externas. Pero ni lo uno ni lo otro eran soluciones de futuro. En vez de ello se montó una red clientelar de favores”.

Fernández-Villaverde: aprendamos de Pittsburgh y su “increíble renacimiento”

Fernández-Villaverde: aprendamos de Pittsburgh y su “increíble renacimiento”

Paréntesis emocional: “Mi primer recuerdo es pasear en Gijón con mi abuelo, siendo muy muy pequeño. El segundo, visitar Covadonga. El tercero, el olor del portal de la casa, también de mi abuelo, en la calle Guillermo Schultz de Mieres. No encuentro las palabras que lo describen, pero incluso ahora lo puedo oler. ¿Sabores? ¡Unes casadielles!”.

Echa de menos “pasear por la playa de Santa Marina en Ribadesella y luego comerme unes parroches en la villa. Ver el mar desde la ermita de la Virgen de Guía. Las montañas que rodean a Santa Cristina de Lena”.

Su primer viaje fuera de España fue a Irlanda, “a aprender inglés, cuando estaba en el antiguo BUP. ¿Lo que más me sorprendió? Las librerías en Dublín. En una de ellas me compré los dos volúmenes en inglés de ‘The Open Society and Its Enemies’, de Karl Popper, que ahí siguen en mi oficina de casa”.

De Estados Unidos se pueden aprender “lecciones buenas y malas. Buenas: el cuidado de la innovación, la creatividad, la idea de la meritocracia, la apertura, casi exagerada, a las nuevas ideas y a las personas vengan de donde vengan. Lecciones malas: el preocuparse poco por la familia de uno, el pensar que en el planeta solo existe Estados Unidos, más recientemente la obsesión identitaria de mucha parte de sus elites intelectuales”.

Americanos, envidiad a los asturianos por... “¡La sidra! Yo la bebo de Upper State New York y no es lo mismo. Más en serio. La vida tiene que ser un balance de cosas que incluyen el trabajo, pero también la apreciación de la belleza de la naturaleza o el sentarse a disfrutar de una terraza”.

Obstáculo en su carrera: “No ser hablante nativo de inglés. La vida académica tiene un componente retórico claro: quieres convencer al resto de los académicos que tus ideas son superiores. Si haces matemáticas, no ser hablante nativo no tiene desventaja en exceso pues los artículos académicos son sobrios y escuetos. Si eres un historiador, es una desventaja seria: la calidad de la escritura es clave. En la ciencia económica estamos en un punto intermedio. Incluso hoy, después de vivir 25 años en Estados Unidos y de hablar inglés en casa –mi mujer no habla español– me cuesta tres horas escribir 750 palabras en una columna para el periódico en inglés y una sola hora hacerlo en español”.

Lo que más le enriqueció fue “conocer gente del mundo entero. Mi compañero de oficina en el doctorado era un indio musulmán (ahora es catedrático en Cambridge, en el Reino Unido). Hablar sobre su familia, que decidió quedarse en India y no emigrar a Pakistán en 1947 y cómo navegaba las tensiones entre la religión de su familia y el proyecto nacional de India después de la independencia, construido alrededor de la mayoría hindú, te abre los ojos a un rango de experiencias humanas mucho más amplio que lo que uno experimenta en su propia casa.

Volvamos a Asturias: “Se ve parada y en ocaso demográfico. La gran ventaja en estos momentos es las posibilidades que el teletrabajo puede abrir en los próximos años. Pero aprovechar estas oportunidades requiere que teletrabajar funcione bien. Y luego necesitas una educación de primera calidad centrada en las Ciencias”.

Aprendamos de Pittsburgh: “Una ciudad que vivía del acero y del carbón, que se hundió en los años 70 pero que supo cambiar de rumbo y transformarse en la capital de la robótica y la ingeniería médica en Estados Unidos. Es un caso increíble de renacimiento”.

¿Qué necesita la Universidad de Oviedo? “Un cambio total de la estructura de gobernanza. De entrada, que el rector fuera nombrado por un consejo social, no salido de unas elecciones, un sistema absurdo que solo lleva al desastre. Segundo, un programa estratégico de apertura al exterior con metas cuantitativas claras en términos de investigación, impacto académico y medición del valor añadido de los grados y otros títulos y financiación. Datos, datos, datos”.

Al joven que quiera irse fuera, un consejo: olvidarse del “¡como en España no se vive en ningún sitio!”. “Se vive bien en todos sitios si uno sabe buscar las cosas. Cuando te das cuenta de ello, tu vida es mucho más feliz y ese el camino para poder tener éxito profesional. Yo gruñí mucho de Filadelfia el primer año que viví aquí porque creía que no me gustaba hasta que un día decidí conocer la ciudad y sus alrededores. Hoy estoy convencido que es una de las ciudades de Estados Unidos donde se puede vivir mejor en términos de calidad/precio”.

¿Volver a España? “No me dejan. Mi mujer no es española, no habla español y me dice que España pues que está muy bien por unas semanitas cada verano, pero que no exageremos. Nos conocimos en Estados Unidos en inglés, hemos vivido siempre en Estados Unidos en inglés y el ‘contrato’ implícito ha sido siempre una vida juntos en Estados Unidos. Y las condiciones económicas de un catedrático en Estados Unidos son muy distintas de las de un catedrático en España. Mi contrato son 72 horas de clase al año”.

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