Establecer políticas y mecanismos que impulsen un reparto equitativo de las tareas domésticas y lograr que los hombres se hagan también responsables de los cuidados a hijos y familiares para que la conciliación “deje de ser solo cosa de las mujeres”. Esta fue la tesis que defendió ayer la filósofa Victoria Camps en la última jornada de la Escuela Feminista “Rosario de Acuña”, que centró su edición de este año en cuáles deben ser las claves de la nueva civilización feminista ya en ciernes. Y los cuidados, un concepto ya casi manido pero en pleno debate, ocuparán un papel fundamental en un cambio de paradigma que, a juicio de Camps, pasará en gran parte por la responsabilidad individual. “Urgen políticas distintas. Los juristas ya están pensando cómo obligar a las familias a hacerse cargo de los cuidados de sus familiares y cómo lograr un reparto equitativo y real de las tareas domésticas. No es justo que las mujeres tengan que compaginar su trabajo productivo con el del hogar”, razonó la experta.

Victoria Camps, durante su conferencia telemática. | M. L.

Aunque hablar de los cuidados parezca haberse puesto de moda hace poco, la filósofa aseguró que el concepto se acuñó hace ya cosa de medio siglo desde el feminismo, y que las políticas progresistas llevan unos 20 años empezando a diseñar medidas en esta dirección. A juicio de la estudiosa, los escasos avances logrados hasta se debe a que los cuidados “nunca han sido reconocidos como una actividad visible” por no tipificarse “como un trabajo productivo que pudiese producir algo susceptible de ser vendido”. “Pero es un trabajo tan potente que si lo valorásemos económicamente el PIB de todos los países subiría. No se empezó hablar de esto hasta que comenzó la revolución de la mujer, que siempre asumió esta carga sin que fuese visible”, señaló.

Camps entiende que a este valor económico todavía pendiente de lograr existe también un valor social claro, porque “las personas necesitan cuidados, sobre todo, al inicio y final de su vida”. Hay, también, un valor ético, y esta es la otra batalla pendiente. “El cuidado es una obligación personal cuando alguien de tu entorno lo necesita, da igual si eres hombre o mujer. Lo más reciente, es el valor político, por los gobiernos también deben ser proveedores de cuidados para no relegarlos solo al ámbito familiar”, apuntó. Haber relegado hasta ahora este papel a las mujeres, sin demasiadas políticas que apoyen y regulen los cuidados, ha hecho, según Camps, que la última etapa de la vida esté “muy desatendida”. “En la infancia están lo colegios y las guarderías, pero para mayores dependientes hay residencias, los que se las puedan pagar, y las mujeres siguen viéndose obligadas a dejar de trabajar o reducir su jornada para suplir esa carencia”, criticó.

La Escuela contó también ayer con la presencia de María Amparo Valcarce, actual Subsecretaria de Defensa, que trató de desmontar algunos mitos sobre el ejército, siempre vinculado a lo masculino y lo violento. Defendió que “el valor operacional de la mujer es ya incuestionable” y que “cada acción se revisa de forma minuciosa”. A juicio de Amelia Valcárcel, responsable de las jornadas, la integración de la mujer en las Fuerzas Armadas “se ha hecho, pero de forma tan paulatina que los hombres ni se han dado cuenta”.

Gijón incluirá más feminismo en su plan educativo

La alcaldesa de Gijón, Ana González, anunció ayer en el acto de clausura de la Escuela Feminista “Rosario de Acuña” de Gijón que su equipo de gobierno revisaría el actual Proyecto Educativo de la Ciudad (PEC) de Gijón con el objetivo de actualizar sus líneas de trabajo para incluir más nociones feministas. A su juicio, aunque “las hordas se conjuren contra la civilización feminista”, el movimiento es ya imparable. “Debemos recordar las victorias del feminismo gijonés. De aquí salió el Tren de la Libertad, que salvó un continente de libertades”, apostilló Amelia Valcárcel.