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Asturias exporta talentos

Guillén: “El problema de nuestra tierrina es el entorno institucional, no su gente”

“Podemos competir con los mejores, pero tenemos que abandonar la cultura del subsidio, del pesimismo y de la derrota”

Mauro F. Guillén, a la derecha, en la sociedad de debate Cambridge Union Society, con sus predecesores como decanos, Christoph Loch y Sandra Dawson.

Mauro F. Guillén es decano de la Judge Business School, Universidad de Cambridge y catedrático emérito de Negocios Internacionales y Sociología en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania (EE UU). Desde su privilegiada posición en Cambridge, Guillén ofrece una mirada certera y profunda sobre los problemas de Asturias, y también sobre sus apuestas de futuro. Que ya está aquí: expectante.

Antes de viajar al futuro, demos un paseo por el pasado junto a Mauro F. Guillén, decano de la Judge Business School de la Universidad de Cambridge y catedrático emérito de Negocios Internacionales y Sociología en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania. Nacido en León, su madre es de Luarca. Y su primer recuerdo de Asturias “se remonta al año 1967 o 1968. Salí con mi abuela materna a caminar por la carretera que lleva desde las Arroxinas en Luarca hasta La Granda, donde todavía se encuentra la casa de labranza que mi tatarabuelo construyó al regresar de Cuba”.

Mauro Guillén

Mauro Guillén

Hizo ese camino “docenas de veces para visitar a mi bisabuela durante los dos años que pasé con mi abuelo y mi abuela, quien me enseñó a leer y a escribir antes de regresar a mi León natal para comenzar mis estudios en el colegio marista San José”.

Sigamos el viaje: “Luarca era, bien cierto, una villa. Pero todavía no había ni semáforos ni agua corriente en gran parte de las casas. Recuerdo vívidamente a las mujeres lavando la ropa en el río Negro. Años después, estudiando Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad de Oviedo, aprendí que el Banco Mundial clasificaba a España como un país en vías de desarrollo hasta los años setenta, algo que era plenamente consistente con la falta de agua corriente en muchos hogares de la Villa Blanca de la Costa Verde”.

Tenía entonces España “una economía en transición, todavía muy intervenida, sin mercados eficientes, y poco orientada al exterior. Todavía no se había firmado el acuerdo preferencial con la Comunidad Económica Europea. El ministro tecnócrata de Comercio Alberto Ullastres solía decir que si España hubiera ingresado en aquel entonces en el Mercado Común sería como un caballo entrando en una cacharrería. No estábamos preparados ni política ni económicamente”.

¿Y Asturias? “En 1967, mientras yo vivía con mis abuelos en Luarca, se fundó Hunosa. Los precios que pagaba el Estado por las minas eran tales que los propietarios privados compraron más minas, muchas de ellas abandonadas. Fue un fiasco gigantesco que, desgraciadamente, ha resultado muy nocivo para Asturias a largo plazo. Ensidesa ya se había puesto en marcha en 1950. Y de esta manera terminamos con el famoso binomio acero-carbón, a gran escala, con empresas públicas, y con subvenciones por tierra, mar y aire. De esa manera se consiguió algo nefasto: distorsionar los mercados de trabajo y de inversión en activos productivos. Lamentablemente, todavía estamos sufriendo en Asturias las consecuencias económicas de aquellos excesos”.

Fin de trayecto. Regresamos al presente. Guillén diagnostica: “La economía global del siglo XXI es una economía interconectada y basada en el conocimiento y la tecnología. Es una economía de servicios. Es una economía en la que Asturias puede competir, y de hecho ya compite en algunas áreas concretas, como los servicios de salud, los productos químicos avanzados, algunas transformaciones metalúrgicas, el software, y otras actividades de servicios como el turismo rural de calidad”.

Vamos a lo práctico: “Lo que necesita Asturias es formar capital humano y retenerlo en el Principado. La gente de Asturias es emprendedora, pero no tanto en Asturias misma, sino en el resto de España y a lo largo y ancho del mundo, como lo demuestran las grandes empresas fundadas por nuestros emigrantes. Es prueba clara y definitiva de que el problema estriba en el entorno institucional de nuestra tierrina y no en su gente”.

Pero Guillén quisiera ser incluso más contundente al afirmar que “no hay variante de Pajares ni Autovía del Cantábrico que pueda ampliar los horizontes económicos de Asturias. Yo invertiría más bien en proveer a toda la comunidad de un servicio de banda ancha gratuito, sobre todo en beneficio de las pequeñas y medianas empresas. Yo asignaría más recursos a la Educación Primaria y Secundaria”.

Más: “Y crearía las condiciones para atraer un par de universidades privadas que, junto con la Universidad de Oviedo, contribuyan a crear un núcleo de Educación Superior y de investigación de primer nivel europeo”.

Pasaje al mañana: “El futuro ya está aquí”, recuerda Guillén, “se trata de una sociedad y una economía centrada en el conocimiento, la innovación y la tecnología. Mi futurible para Asturias es precisamente ese. Un futuro en el que los jóvenes estén bien formados y existan empresas dispuestas a emplearlos en el Principado o para brindarles las facilidades que se requieren para lanzar su propia empresa y evitar así la emigración. Podemos competir con los mejores. Pero para ello tenemos que abandonar la cultura del subsidio, del pesimismo, y de la derrota. La transformación más importante que necesita Asturias es de índole psicológica y cultural”.

El viaje ha comenzado.

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