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Repaso vital en frases reveladoras de Menchu: “Ahora tengo tres apellidos: Álvarez del Valle, abuela de…”

Se perfiló como una “amante fiel de su trabajo y enamorada de la radio”

Menchu Álvarez del Valle, junto a su hija, Henar Ortiz.

Son muchas las frases que Menchu Álvarez del Valle dejó en las escasas pero siempre jugosas entrevistas que concedió. Aquí van algunas de ellas.

“Me gustaría que me recordaran como Menchu, amante fiel de su trabajo y enamorada de la Radio”.

“Letizia fue mi primera nieta y la recibí con un entusiasmo desbordante, me entregué a ella y ella a mí. Tuvimos ‘feeling’ desde el primer momento”.

“Letizia está muy enamorada. Se le nota. A él también. A él mucho más. Letizia ha dejado por amor muchas cosas que le importaban: su profesión, su independencia, su libertad. Hay que ser valiente para eso”.

“La primera vez que vino el príncipe Felioe, le pregunté a mi nieta que cómo iba a traerle aquí: ‘Esta casa no está para recibir a un príncipe”’. A lo que mi nieta contestó que Felipe había hecho muchas milis y era un hombre encantador, de una naturalidad y una humildad que no te imaginas”.

“Letizia fue mi primera nieta y la recibí con un entusiasmo desbordante, me entregué a ella y ella a mí. Tuvimos ‘feeling’ desde el primer momento”.

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“Ahora tengo tres apellidos: Álvarez del Valle, abuela de…”.

“Tuve un único maestro, el fundador de la radio y director de LA NUEVA ESPAÑA Paco Arias de Velasco. Era bastante malo hablando, pero muy bueno corrigiendo, y mi madre, que nos echaba a Marisol y a mí unas broncas impresionantes”.

“Amo la libertad y la intimidad, y aquello fue una avalancha de gente, de curiosidad, de fotógrafos. Además, ocurrió en el último año de vida de mi marido… Y aquello parecía una romería. No fue fácil. Se llegó a decir que un helicóptero pasaba una vez al mes sobre mi casa para tirarme el dinero que mandaba mi nieta. Tuvimos que poner una valla porque se metían hasta la ventana de la cocina”.

“El día de mi cumpleaños me llamó el Rey y me dijo: ‘Mi padre me pide permiso para ver si puede llamarte para felicitarte’. Esto es protocolo y lo demás son tonterías”.

"Letizia ha dejado por amor muchas cosas que le importaban: su profesión, su independencia, su libertad. Hay que ser valiente para eso”

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“No hay nada mejor que ser abuelina. Es muy bonito”.

El secreto para una larga vida: “Amar la vida con sus alegrías y tristezas. Para mí no cuenta el ‘yo ya no puedo’”.

“La radio que conocí era maravillosa, había mucho entusiasmo, mucha ilusión. Trabajábamos sin medios, no había magnetofón, no podíamos autocorregirnos, nos corregíamos unos a otros”.

“Tuve el apoyo de mi marido, que además era un crítico estupendo. Siempre dije que sin el sostén de mi marido no hubiera podido hacer lo que hice”.

“José Luis y yo llevamos 55 años casados y en ese tiempo ha habido baches, socavones, maremotos, todo lo que quieras y mandes, pero se supera”.

“Hay mucha gente que habla del ‘Oviedín del alma’, de ‘ Asturias, lo mejor del mundo’, pero no todos sienten Asturias. Nuestra familia, sí. Desde bien pequeñas las vestimos con trajes regionales y yo las llevé a donde iba siempre que podía porque quería que absorbieran la esencia”.

"El secreto para una larga vida: “Amar la vida con sus alegrías y tristezas. Para mí no cuenta el ‘yo ya no puedo’”

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“La Reina Faviola, llorando, me dijo en la boda de Letizia: ‘Gracias, Menchu, sé muchas cosas de ti’. ‘Espero que buenas’, repliqué”.

“El Rey es encantador, dulce, delicado, pero a la vez con mucho carácter y con una gran educación. Está loco por sus hijas y es un padre presente. Los dos lo son. Las atienden, las cuidan y siempre están pendientes. Y cuando viajan, los teléfonos queman comunicándose con sus hijas”.

“Al principio veníamos a La Arquera los fines de semana y, después, cuando me prejubilé, nos vinimos a vivir aquí con mi madre. Es un lugar precioso en el que me siento bien. Levantarte por la mañana y ver paz o ver montañas por la ventana es un privilegio”.

En una visita a Covadonga a principios de los 40 “mientras mi marido dialogaba con el jefe de obras, yo me apoyé en la barandilla sobre la cascada; seguía absorta en aquella belleza que, desde allí, ampliaba mi visión. La barandilla estaba superpuesta, y empezó a doblarse sin que yo lo percibiese. En el último segundo, y a punto de caer sobre la cascada, mi marido, que estaba de espaldas, intuyó el peligro. Reaccionó rápidamente, tirando de mi abrigo, y los dos caímos hacia atrás. Quizá puedo vanagloriarme de haber renacido en Covadonga”.

Un viaje especial con su marido, José Luis Ortiz, hasta Moscú en autobús, con el muro de Berlín derribado: “La experiencia fue maravillosa. Contemplar paisajes, costumbres, monumentos, pueblos de solo casitas, caracteres, sorpresas a la hora de alimentarnos … ¡Uff! Todo era nuevo y sorprendente. Fue tan hermoso e ilusionante viaje que se nos antojó como de novios”.

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