El 14 de septiembre del 791, Afonso II el Casto era ungido rey, acorde con el rito visigodo, y asentaba su Sedes Regia en la colina de Ovetao (Crónica Rotense). No fue una fecha escogida al azar, pues coincide con la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz. Revistiendo de esta forma la fundación de la ciudad y de su reinado de una simbología cristológica fundamental. La leyenda nos relata cómo la Santa Cruz fue recuperada por el emperador Heraclio en 628 de manos de los persas, restaurando el símbolo más importante de la cristiandad a manos cristianas. Coincide también con la fecha de consagración del Santo Sepulcro de Jerusalén en el año 335.

La tesis de que Ovetao era un territorio vacío previamente a la fundación del monasterio de San Vicente (761) está hoy revisada, así como la de que la ciudad como tal fue fundada ex novo en un solar deshabitado nemine posidente. (Llegada de Máximo y Fromistano en 761 para realizar una presura y fundar una casa monástica (Floriano, 1949, doc. 11)]. Las crónicas nos han dejado descripciones pormenorizadas de las construcciones de Alfonso II (Crónica Albeldense, Rotense y Ovetense) y La Nómina leonesa lo describe como «domnus Adefonsus maior et castus quifundavit Obeto», no dejando lugar a duda de la participación de Alfonso II en la creación de la nueva ciudad y sede regia, aunque Fruela, su padre, ya habría construido significativos edificios.

Gracias a la arqueología y a la revisión historiográfica, se sabe que en el antiguo solar de Ovetao hubo asentamientos, tanto romanos como tardoantiguos y una posterior reocupación y presencia altomedieval (Avelino Gutiérrez). El lugar formaba parte, además, de un estratégico nudo de comunicaciones romanas, desde Legio (actual León) a Gijón, por medio de la vía de La Carisa, y en cuyo recorrido orográfico se levantaban varias torres (castillo de Tudela, Fitoria, Santufirme). Esta vía de comunicación se encaminaría de occidente a oriente, atravesando en la localidad de Siero, la necrópolis de la villa romana de Paredes (excavada por Otilia Requejo).

Lo que sí sabemos con seguridad es la existencia de un importante recurso hídrico en la orografía de la colina, fundamental para un asentamiento humano. Este elemento hídrico de la orografía está posiblemente en el origen del nombre de la propia ciudad, pues puede vincularse el topónimo con un origen prerromano. Ovetao/Ovetum haría referencia entonces a un lugar abundante en agua.

El nombre Ovetao/Ovetum haría referencia entonces a un lugar abundante en agua

Lo que subyace de esta fundación va más allá de la construcción de una nueva sede. De fondo hay una expectativa legitimista por parte de Alfonso II, el cual se manifiesta decididamente como impulsor de un proyecto político innovador, portador de referentes nuevos y alejado del pasado visigodo o asturromano. En realidad, Alfonso II quería liberarse del poder de las aristocracias cantabro-vadinienses y pésicas, fuertemente ancladas aún en Cangas y Pravia como centros de poder expansivo. Una aristocracia que habría impedido precisamente el ascenso al trono de Alfonso cuando éste aún era joven y se encontraba en la corte de Pravia. Alfonso II buscaba alejarse de los vínculos con la Tardoantigüedad y de lo que conllevaba su conexión con Toledo. En el horizonte, las pretensiones de Alfonso trataban de estrechar más aun los fuertes lazos con un reino más lejano, el de Carlomagno, algo que se frustraría con el golpe de estado a Nepociano provocado por Ramiro I (842-850).

La cruz de la pared oeste de Santullano | Lorenzo Arias

Puesto que la colina de Ovetao estaba situada en un enclave de viarios romanos y medievales de gran valor estratégico, el padre de Alfonso II, Fruela I (757-768), decidió levantar una primera fundación eclesiástica de patrocinio regio. En ella construiría la primitiva basílica de San Salvador con doce altares consagrados a los apóstoles. Así se recogía en los dos epígrafes actualmente perdidos que se ubicaban a ambos lados de su altar mayor.

En tiempo de las razias musulmanas, esa primitiva iglesia que habría levantado Fruela I sería arrasada en el 794 por el emir Hixem I, pero Alfonso II la reconstruiría en el 800. Junto a esta primitiva iglesia del Salvador se encontraba otro templo puesto bajo la advocación de los mártires Julián y Basilisa y probablemente atendida por un pequeño grupo monástico.

A todas luces, parece que Alfonso II eligió la colina de Ovetao dentro de una estrategia política, pues buscaría apoyos familiares justamente allí donde su padre Fruela tenía propiedades y había fundado ya iglesias y construcciones nobles. El mismo Alfonso habría sido bautizado aquí, en un territorio en el que prevalecían luchas por el poder entre diversas facciones aristocráticas.

La corte de Alfonso II configurará así a Ovetao como la urbs regia, la nueva hierápolis de la Monarquía Asturiana. La nueva sede será progresivamente enriquecida arquitectónica y religiosamente por variadas construcciones de signo regio, como la iglesia-panteón de los soberanos astures de Santa María con un contraábside dedicado a panteón regio, siguiendo la práctica de enterramientos en espacios occidentales. Así, además, la iglesia constituía un buen modelo del conjunto de fundaciones cementeriales que se ubicaban en los conjuntos monásticos.

La muralla fue construida para proteger los edificios del solar catedralicio en época de Alfonso III

La iglesia de Santa María sería consagrada el 13 de octubre del 821. Situada al norte de la iglesia del Salvador (c.800), estaría flanqueada al este por el vecino “monasterio” de San Vicente (761-781) sobre el que se levantaría el influyente cenobio femenino de San Juan Bautista y San Pelayo. Al sureste de la iglesia de San Salvador se encuentra la Cámara Santa atribuida tradicionalmente a Alfonso II. Fue construida adosándose a la “torre defensiva de San Miguel”, obra de su padre Fruela I, y a través de la cual se accedía al piso superior de la Cámara Santa.

En tiempos de la invasión musulmana de la Península Ibérica, se intentan salvar, trayéndolos al norte, los restos de mártires cristianos y comienza la llegada de un conjunto de reliquias a Oviedo procedentes de zonas al sur de la península. La Cámara Santa fue concebida como cripta martirial, aunque fue utilizada posteriormente como panteón episcopal. El edificio sería un santuario doble con una única nave y dos alturas superpuestas que formaría parte de las construcciones del clero al servicio de la Catedral bajo el obispado de Hermenegildus cuando llegan a Oviedo los restos de los Santos Eulogio y Leocadia. La capilla o cripta inferior, dedicada a Santa Leocadia desde su fundación, fue destinada a acoger los restos de mártires cordobeses traídos a Oviedo en enero del 884 y cuyas reliquias habrían sido depositadas bajo el altar. Próximos a la Cámara Santa quedarían ubicados los recintos episcopales y la basílica de San Tirso en el lado más occidental. Esta basílica ocuparía un lugar importante en el núcleo de la sede regia. La Crónica Albeldense (XV.9) nos la describe espléndidamente: “Baselicam quoque sancti Tirsi miro hedificio cun multis angulis fundamentavit”.

Lápida epigráfica de Alfonso III | Lorenzo Arias

Completaban el conjunto de edificaciones el atrio de la iglesia-catedral, el acueducto y otros edificios, así como el trazado de la muralla. De ellos (el acueducto y el atrio) se deja constancia de su donación por el propio monarca Alfonso II a la Catedral de Oviedo en el Testamentum Regis Adefonsis del año 812. La muralla fue construida para proteger los edificios del solar catedralicio en época de Alfonso III, así lo detallaría la extraordinaria inscripción actualmente conservada en el crucero norte de la Catedral en la que se menciona la construcción de una muralla con función protectora. El registro arqueológico de la misma aún no ha arrojado resultados esclarecedores de su morfología.

En las proximidades de esta sede ovetense, al noroeste y cerca de un estadio de la urbs regia, levantaría Alfonso un magnífico conjunto: el locum de la iglesia palatina de San Julián de los Prados. La fecha de edificación de San Julián de los Prados estaría comprendida aproximadamente entre el 812 y el 842. La iglesia de San Julián de los Prados estaría inscrita en un conjunto áulico, hoy desaparecido, compuesto por diversas construcciones palaciales: “regalia palatia”, “balnea”, “triclinia” y “pretoria”. Estas edificaciones próximas al templo aparecen detalladas en las crónicas de la época y en la donación testamentaria realizada por Alfonso III el 5 de setiembre de 896 a la iglesia de Oviedo (Testamentum Regis Adefonsi) donde se describen palacios, baños, comedores, cuarteles, almacenes y otras estancias nobles bellamente ornadas.

Este extenso conjunto de construcciones eclesiásticas promovidas por Alfonso II en el núcleo de la colina de Ovetao respondían a presupuestos ideológicos dominados por un simbolismo teocrático. Su objetivo último era la sacralización del espacio central del territorio de su reino, el viejo Ovetao. Deseaba convertir la sede en un locum sacrum (Avelino Gutiérrez) con un núcleo articulador presidido por las iglesias de la hierápolis o civitas (Uría Ríu, 1967), fundaciones altomedievales que van a configurar un denso tejido religioso. Ello propiciaría, en última instancia, el asentamiento del señorío episcopal (Ruiz de la Peña y Beltrán Suárez, 2007).

Alfonso II también apoyará e impulsará el hallazgo del locus Sancti Jacobi y el culto a Santiago, habiendo sido el monje Beato de Liébana, vinculado a la corte de Pravia, el introductor o al menos el influyente difusor intelectual de la creencia de su predicación en España a través de su Comentario al Apocalipsis de San Juan (776 la primera versión) y el atribuido himno O dei Verbum dedicado a Mauregato. Un hecho que ahondaría definitivamente junto con la controversia adopcionista en su ruptura con la iglesia de Toledo.

Policromía de la época. | Lorenzo Arias

Fuera del Oviedo palatino, lugar del asentamiento de la Corte así como la integración de monjes y otros eclesiásticos, así como un grupo de efectivos militares, extramuros del mismo y separado por una indefinida muralla, se asentaría una población rural, agraria, campesina, y la agrupación de sus habitantes en cabañas estaría formada por construcciones cuya fabrica recurriría a materiales como barro, madera, y techumbres con cubierta vegetal, muy alejados constructivamente de los materiales empleados en la arquitectura regia con sillares en piedra caliza o de arenisca y mampostería en piedra y cubierta con tégula de tradición romana. Constituían cabañas de morfología rectangular o cuadrada fundamentalmente y cuyas vigas de sustento estaban formadas por postes de madera los cuales perforaban el suelo como apoyo. Estos hoyos de anclaje del poste (de los que se han conservado restos de la madera original), son los únicos testigos conservados de esas construcciones de madera del Oviedo altomedieval (Rogelio Estrada). Las excavaciones actuales han encontrado restos de estas cabañas en el barrio de Vico Maior (la actual calle de la Rúa y aledaños), y en otros solares próximos, lo que certifica la permanencia de la calle a través de distintas épocas. La puerta de San Salvador situada donde ahora se encuentra aproximadamente el pórtico de la Catedral de San Salvador, también es segura su existencia, así como la vía del Signum Salutis cuyo trazado estaría próximo a la actual calle del Águila.

Uno de los principales descubrimientos arqueológicos recientes ha sido el hallazgo de una fuente monumental romana con un edículo de grandes sillares asentados en el cajeado de la roca caliza del substrato. Subsiste el canal de desagüe cajeado en la roca, y varias losas con mortero, cuya datación se sitúa entre los años 240 y 420 d.C. su interés radica también en la semejanza técnica y estructural con la Foncalada, considerada como construcción altomedieval de la Monarquía asturiana, si tenemos presente las inscripciones y cruz tallada en los sillares de su frontón; sin embargo, tal singularidad quizás se explica de forma más precisa, mediante su adscripción a tiempos tardorromanos y su semejanza con la vecina fuente de La Rúa, así como con otras fuentes monumentales y ninfeos con edículo del mundo romano (Avelino Gutiérrez, Rogelio Estrada). Se podría hablar en opinión de algunos investigadores, de la reutilización, mantenimiento y restauración de la Foncalada por Alfonso III, quien talla en el frontón la Cruz protectora y las invocaciones a la protección divina contra sus enemigos el Hoc signum tuetur pius. Hoc signum vincitur inimicus. Texto de carácter apotropáico presente también en la Cruz de los Ángeles, la excelsa obra de orfebrería realizada en el 808 por el mismo Alfonso II. En este sentido las menciones a la Fuente del baptisterio que llaman Paraíso en el conjunto catedralicio parecen incidir en un similar mantenimiento de la tradición cultual y salutífera de las aguas (Rogelio Estrada, Avelino Gutiérrez, Arias Páramo, etc…).

Procesión del Corpus Christi del año 1914 en Santullano. La iglesia se encontraba todavía en restauración por Fortunato de Selgas. | Gentileza de la familia de don José Pío Pérez Quirce

Por otra parte, en el solar de Ovetao y en su entorno y en general el área central de la región astur transmontana, correspondiente con los antiguos luggoni, se han producido hallazgos de una alta relevancia: monedas, cerámicas y restos arquitectónicos y constructivos de fuentes monumentales que confirman el origen romano del lugar, y con la suficiente entidad como para incidir de forma cualitativa en la ocupación altomedieval. Encontramos también núcleos de ocupación humana en torno a Oviedo (Priañes, Murias de Paraxuga, Villarmosén Llampajúa, Llagú, Naranco, Villaperi,); si bien no podemos incluirlos bajo el término de villae ya que configuran enclaves rústicos o granjas de muy pequeña entidad (Fernández Ochoa y Gil Sendino, 2008). Así mismo nos encontramos con la sierra del Naranco y la presencia de castros con ocupación romana y prerromana. Igualmente tenemos el cercano Lucus Asturum (Lugo de Llanera). Conocemos pues, mucho de la morfología urbana de Oviedo gracias a la documentación escrita, las fuentes diplomáticas y la arqueología, pero aún permanecen incógnitas que despejar del primigenio trazado urbano altomedieval.