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Katalin Karikó, profe por un día en Riaño, pone deberes: "Creed en nosotros y seréis lo que queráis ser"

La ganadora del premio de Investigación Científica y técnica comparte una jornada “histórica” en el colegio público Clara Campoamor

La emotiva visita de la "madre de las vacunas" al colegio Clara Campoamor de Riaño

La emotiva visita de la "madre de las vacunas" al colegio Clara Campoamor de Riaño Amor Domínguez

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La emotiva visita de la "madre de las vacunas" al colegio Clara Campoamor de Riaño Tino Pertierra

Katalin Karikó estaba como una niña con zapatos nuevos. La ganadora del premio “Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica” por su contribución junto a seis colegas para lograr una vacuna en tiempo récord contra el coronavirus vivió una jornada memorable en el colegio público Clara Campoamor de Riaño (Langreo). Hacía meses, desde que la homenajearon el 8 de marzo por día de la mujer, que el centro mantenía con la investigadora un vínculo muy especial al ser elegida por los educadores como un ejemplo de perseverancia y lucha por un sueño científico dentro de un programa sobre la igualdad.

Y cuando se conoció la noticia del galardón le faltó tiempo a Karikó para pedir una visita al colegio de sus nuevos y jóvenes amigos. Si el día anterior se pudo ver a una mujer emocionada a su llegada a Oviedo, Riaño volvió a ponerle la carne de gallina con un recibimiento conmovedor. No era para menos: el alumnado tenía muy cerca a su heroína. Un manojo de nervios que el profesorado intentaba calmar. Lucía Gayol, profesora de educación especial, lo subrayaba: “Un día de fiesta. Están muy emocionados. Trabajaron con la figura de Karikó y tenerla ahora aquí, además por su propia iniciativa, les parece increíble. Es una jornada única e histórica que recordaremos siempre”.

También lo recordará la homenajeada, recibida con gaitas y un comité de recepción chiquitín de chiquitines, y que donará los 7.000 euros que le corresponden del premio para la compra de material escolar. La acompañaban, entre otros, su marido, Bela Francia, como fotógrafo atento al menor detalle, la consejera de educación, Lydia Espina, y la alcaldesa de Langreo, Carmen Arbesú. Primero tuvo una breve reunión a puerta cerrada en la que le mostraron una presentación hecha por los estudiantes con la aplicación “Genially”, una herramienta virtual para realizar proyectos interactivos, y con la que crearon incluso juegos inspirados en la homenajeada.

Karikó vivió su primer momento intenso cuando entró al centro y hubo una lluvia de aplausos desde los pasillos superiores. Primera parada en el mural con los mensajes de los buenos deseos: “Cuando esto termine podremos quitarnos la mascarilla”, “cuando estoy termine podremos tocarnos, abrazar a los compañeros y a los abuelos”... Izan, de once años, muy metido en su papel de portavoz con bata incluida, confesaba que tuvo una noche “como cuando tienes examen”. ¿Nace un futuro científico? No, no, “yo quiero ser policía”. Nazaret Rivadulla, profesora de infantil, reconocía a su lado que el momento “supera todas las expectativas, esto no lo olvidaremos nunca”. 

“¡Ya entra!”, gritó un ojo avizor, y Karikó sintió de cerca el cariño de sus jóvenes amigos asturianos. Estaba encantada viéndolos con sus batas de investigadores, “¡preparados para ser grandes científicos”. Izan no, Izan quiere ser policía, pero quién sabe: la propia Karikó confesó luego que, de no haberse dedicado a la ciencia, hubiera sido investigadora policial, buscar pruebas, casar datos, atrapar culpables (como el covid, pero en carne y hueso).

Los niños trabajaron duro para agasajar a su invitada. Para que conociera bien algunas esencias astures montaron una esquina con una pipa de sidra, manzanas, madreñas... También un panel con fichas de mujeres científicas (ella incluida, claro, que soltó un ooooooh así de grande al reconocerse) y obsequios tales como una bata con el logo del centro que le sentaba que ni hecha a medida, una maqueta de un laboratorio con una diminuta Karikó dentro, un libro artesanal con dibujos y fotos y una canción compuesta por Emilio Huerta, director de la Banda de Música de Pola de Siero, interpretada por un grupo de críos con campanillas.

El acto central fue una charla de la científica con una audiencia infantil expectante (y muy inquieta en las filas más peques) conducida por la directora del centro, una feliz Marta García que antes de subir al estrado le dio las gracias por “conjugar su sabiduría y su persona, porque realmente transmite una cercanía increíble”. Y ella respondió que era muy importante que el alumnado “viera y conociera a una científica. Lo dijo sin ninguna pretensión, con toda la humildad. Que había que acercar estos perfiles porque a ella le hubiera encantado siendo niña poder tener la oportunidad”.

 ¿Y qué preguntaron Luis, Lola, Noel, Lucía o Mohamed, en castellano o en inglés, flanqueados por grandes huellas de pies de colores pintados en el suelo del patio? Karikó, que tuvo su momento de vocación total “a los 16 años”, les confesó estar nerviosa porque está acostumbrada a hablar a audiencias de científicos mayores, y recordó los tiempos en los que era una niña en Hungría que “soñaba con ser científica” y que terminó viviendo en Estados Unidos o Alemania. Impresionada se quedó en marzo cuando el colegio se puso en contacto con ella y surgió una corriente de empatía que el premio ha permitido potenciar al máximo. Mínima complejidad en sus mensajes, claros y directos, cargados de sabiduría: “Creed en vosotros, podréis ser lo que queráis, con esfuerzo lo lograréis, científicos o lo que sea”. Y otro consejo para la vida en general y la infancia en particular: “Sed buenos entre vosotros, los amigos que se hacen en la infancia lo son para siempre, os aceptarán por lo que sois, sin otros intereses al margen de la amistad”. Y añadió: “Independientemente de la carrera que hagáis, lo importante es que hagáis lo que os guste, disfrutad de vuestro trabajo porque será el que tengáis el resto de vuestra vida”.

¿De no ser científica...? “Me gusta investigar, así que hubiera sido quizás investigadora de crímenes, me encanta ver series televisivas del género”. Karikó y sus colegas investigadores encontraron una solución para detener al criminal Covid y gracias a ello ahora están bajo los focos, a lo que “no estoy acostumbrada, lo mío es estar trabajando sola, en silencio, buscando”. Su vida cambió. Le gusta que la atención recaiga sobre la ciencia, animó a los jóvenes a divulgarla y a los científicos a hablar de ella con un lenguaje sencillo para que la entienda todo el mundo.

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