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La motivación de ir al colegio en África: "Sólo puedes soñar cuando puedes estudiar".

Lucy Lake y Fiona Mavhinga relatan en Avilés la lucha de Camfed para que las niñas estudien en África: “No es generosidad, es justicia”

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Lucas Lake y Fiona Mavhinga, de CAMFED, en el Palacio Valdés de Avilés: "Sólo puedes soñar cuando puedes estudiar" Mara Villamuza

El centenario teatro Palacio Valdés de Avilés acogió ayer en su escenario a unas personalidades de lujo: las representantes del premio “Princesa de Asturias” de Cooperación Internacional. Lucy Lake, directora general de Campaign for Female Education (Campaña para la Escolarización Femenina), más conocida por sus siglas Camfed, y Fiona Mavhinga, consultora ejecutiva de la asociación y ejemplo de cómo una niña muy pobre de una aldea de Zimbabue que vivía en la marginación consiguió estudiar y ser abogada. Ahora, junto con otras 400 mujeres que vivieron una situación simular, son el modelo para continuar con esa labor. Una labor que ya suma más de 178.000 líderes formados por esta organización. “Es la pobreza la que lleva a las niñas a la exclusión”, repitieron en varias ocasiones.

Camfed es un movimiento panafricano que trabaja para que las niñas puedan estudiar y convertirse en líderes de sus comunidades y de sus países. Desde su constitución en 1993 ha conseguido la escolarización de más de 4,8 millones de menores en Ghana, Malawi, Tanzania, Zambia y Zimbabue. El objetivo es conseguir otros cinco millones más en el próximo quinquenio.

Fiona Mavinga relató su propia experiencia. Su familia quería que estudiara, pero era tan pobre que era prácticamente imposible. Sus padres vivían a 10 kilómetros de la escuela más próxima, y a 20 de un centro de educación secundaria. Así que decidieron enviarla con su abuela, porque tenía una escuela a entre 7 y 10 kilómetros. Ambas trabajaban y vendían todo lo que podían para conseguir recursos y que Fiona pudiera estudiar. “Estuve a punto de dejar la escuela”, admitió. Pero entonces entró en contacto con Camfed, y su vida cambió por completo hasta el día de hoy. Había recursos económicos para que estudiara y los aprovechó.

“Las niñas marginadas, si consiguen estudiar, se convierten en un modelo y en líderes en sus comunidades, se sientan a las mesas en las que se toman decisiones y se las escucha”, remarcó Fiona Mavhinga.

“No es que las familias no quieran que sus hijas estudien, sino que son tan pobres que tienen que tomar la difícil decisión de quién estudia. Y entonces piensan que las niñas se casarán y pasarán a otra familia, por eso tienen que estudiar los hijos varones”, explicó la asesora ejecutiva de Camfed.

Lucy Lake explicó que la organización que dirige identifica a las niñas que viven situaciones de marginación para invertir en su formación. “No se trata solo de apoyo económico, sino también social. Se trabaja en colaboración con las familias, con los líderes de la comunidad, con los líderes religiosos... Ellos son claves para que se comprenda la situación de exclusión de las niñas y que participen en el proceso”, señaló.

Otro modelo de éxito es Christine, una joven de Tanzania que ahora identifica a niñas marginadas y negocia con los líderes locales para avanzar en su educación. “Cuando llegó preguntaban quién era y qué quería, ahora saben perfectamente quién es y cuando no acude a una reunión preguntan dónde está. Se la espera y se sienta con quienes toman decisiones”, relató Lucy Lake.

Cada una de las exbecadas por Camfed asesora y da apoyo económico a un promedio de tres niñas más para que puedan estudiar, y a cinco menores si se tiene en cuenta a los niños. Lo hacen a través de su propia asociación de antiguas alumnas, y ayudan a las que acaban sus estudios secundarios a ir a la universidad o a crear su propio proyecto emprendedor con los que aumentar los ingresos y mejorar la vida de quienes residen en zonas rurales de aquellos países.

La pandemia por el covid-19 fue un mazazo para Camfed. La población se tuvo que confinar y el temor a que las niñas dejaran de estudiar se extendió. Así que la primera acción se centró en volver a hablar con las familias y con los responsables locales para que permitieran que volvieran a las aulas. “Estamos orgullosas, porque más del 90 por ciento de las niñas lo hicieron cuando volvieron a abrir los centros, y en algunos sitios incluso se llegó al 98 por ciento”, aseveró la directora general de la organización.

Los matrimonios forzosos, la religión, la exclusión social, las prohibiciones, la marginación... el origen de todo ello está en la pobreza, incidió Lucy Lake. “Este premio que nos van a entregar explica el poder de la colaboración. La labor de Camfed no es generosidad, sino justicia social y la educación de los menores y en especial de las niñas, es la puerta de entrada para acabar con ella”.

“Sólo cuando no hay miseria se puede soñar. Yo soñé ser abogada. Pronto tendremos mujeres en el Parlamento y jefas de Estado, y eso va a crear una narrativa distinta”,

Es el poder de la educación femenina. 

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