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La colección de muerte de Carlos Areces

El actor y dibujante, de origen asturiano, publica junto a Virginia de la Cruz Lichet un libro con sus fotografías post mortem, “una muestra de amor hacia el que se iba, de la necesidad de mantener el recuerdo del ser querido”

Carlos Areces, entre ejemplares de su libro. JEOSM

En estos días en los que muchos acuden a los cementerios a honrar a sus muertos no está de más echar la vista atrás a un tiempo en el que la única forma de tener un recuerdo del ser querido era fotografiarlo después de fallecer. Así surgió la fotografía post mortem, una práctica muy extendida en el siglo XIX y que ayudaba a las familias a conservar la imagen de personas que nunca habían sido retratadas en una época sin móviles y a años luz de Facebook e Instagram.

“Esas fotos eran una muestra de amor al que se iba, de la necesidad de mantener el recuerdo del ser querido”, describe el actor y dibujante Carlos Areces (nacido en Madrid, pero de origen asturiano por parte de padre, ovetense) y coleccionista de este tipo de fotografías: atesora unas 150 de todo el mundo compradas en mercadillos, almonedas, tiendas de viejo e internet. Ahora acaba reunirlas en un libro.

Un ejemplar del libro.

“Post Mortem: Collectio Carlos Areces” (Titilante Ediciones) es el título de una publicación a todo lujo en la que Virginia de la Cruz Lichet, Doctora en Historia del Arte y profesora en la Universidad de Lorraine (Francia), aporta los textos.

Resulta algo chocante que Areces tenga tan curioso hobbie, el de coleccionar fotografías de muertos, dada su faceta de actor cómico y humorista, aunque él no lo ve incompatible: “Los seres humanos somos muy poliédricos y tenemos muchas facetas”. No obstante, advierte de que él no considera haber trabajado “jamás” de humorista, aunque sí de actor cómico. “Son cosas diferentes. Nunca he generado mis propios textos cómicos, ni he tenido espectáculo, ni he hecho monólogos”.

Fue a través del cine, hace ya 20 años, como inició su curiosa colección, después de ver la película “Los otros”, de Alejandro Amenábar, en la que la protagonista, Nicole Kidman, observa una serie de fotos que cree de gente dormida, pero resulta que están muertos. “A mí siempre me ha gustado mucho lo vintage y he coleccionado varias cosas, así que el campo ya estaba abonado”, describe el actor. “Leí una entrevista a Amenábar en la que contaba que se había inspirado en un monográfico sobre estas imágenes, una especie de catálogo de 1990 que es lo primero que escribió del tema. Me hice con una copia del ejemplar y empecé a familiarizarme con ello”.

A mí siempre me ha gustado mucho lo vintage y he coleccionado varias cosas, así que el campo ya estaba abonado

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En Casa Postal, una librería del barrio de Chueca (Madrid), se hizo con sus primeras tres fotos. No es fácil. “Hay que tener en cuenta que hacerse fotos en el XIX no era algo que estuviese al alcance de mucha gente, incluso los de dinero se lo pensaban. Virginia me contó que podían llegar a multiplicar por cinco el sueldo de un obrero”, señala el coleccionista, convencido de que el significado de la muerte hace dos siglos nada tiene que ver con el de hoy en día. “El contacto era más cercano, directo. La gente apostaba por estas fotos para tener un recuerdo certero y fiel de su ser querido, las hacían en casa, en la cama donde esa misma noche dormiría otra persona, los vecinos ayudaban a vestir a la persona... Ahora apartamos la muerte, es más, hasta pagamos por no enterarnos de nada y que lo hagan todo en el servicio funerario”.

Halloween es la cara pop de la muerte

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No obstante, la cada vez más extendida fiesta anglosajona de Halloween hace que la muerte entre en tromba en los hogares durante estos días en forma de dulces, disfraces, fiestas infantiles, decoración.... “Digamos que Halloween es la cara pop de la muerte”, opina Areces.

Su valiosa colección –el precio de las fotos puede ser de 20 euros o de 2.000, todo en función de su antigüedad, estado de conservación o composición– no cuelga de las paredes de su casa, “no por nada, sino porque no soy de decorar y aparte que no quiero que pierdan la magia. Hay objetos que a costa de verlos a diario se hacen cotidianos y acaban por pasar desapercibidos”.

Donde sí pueden verse es en el libro “Post Mortem Collectio”, con más de 200 fotos, daguerrotipos y ferrotipos, editado de forma artesanal y a gran formato. Carlos Areces quería que la publicación fuese “especial” por no haber nada similar en el mercado.

“Recurrimos a Virginia para los textos porque es la única que tiene un tesis sobre este tipo de foto en Europa, concretamente sobre las de difuntos en Galicia. Nos apeteció hacer un libro para coleccionistas. Es caro, pero es especial, distinto. Creo que el resultado es bueno y se puede percibir ese afán del ser humano por agarrar el infinito, es una forma de acercarse a la relación del hombre con la pérdida”.

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