José Manuel es uno de los once agentes pertenecientes a la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que se dedica día a día a proteger a las mujeres a las que el sistema Viogén considera que están en riesgo, bien sea extremo o bajo. Un trabajo difícil puesto que la vida de una persona depende de él, pero su forma de ser hace que las víctimas no solo se sientan seguras, sino que pierdan el miedo. Así lo atestigua Carolina, quien lleva cuatro años bajo su amparo. Pero la implicación de este funcionario del Cuerpo Nacional de Policía va más allá y también enseña técnicas de defensa personal a mujeres.

Lo realiza a través de la Federación Aragonesa de Luchas Olímpicas e imparte este tipo de formación en grupos de diez personas. "No son solo mujeres víctimas de la violencia machista, también hay las que quieren saber cómo actuar si alguien les ataca yendo al trabajo o saliendo una noche de fiesta", destaca, mientras recalca que "nunca se enseña a ser lesivo con el atacante, sino todo lo contrario, a aplacar siempre".

De hecho, José Manuel, que es como le gusta que le llamen más allá de que en el momento de la entrevista con este diario esté uniformado, explica cuestiones que van más allá de lo que el corriente de las personas puede creer que es la defensa personal. "Les digo que antes de gritar: ‘socorro’ o ‘auxilio’, tienen que decir «fuego’; puesto que eso lo oye todo el mundo, crea alarma y es fácil que alguien vea un asalto", manifiesta.

No es el único truco que este agente resalta. Otro que les dice a sus alumnas es que, antes de salir corriendo, si hay un vehículo estacionado en las inmediaciones "se juegue a dar vueltas, a perseguirse" porque "nunca van a ser alcanzadas y es más fácil que al pedir ayuda alguien sea consciente de lo que está ocurriendo".

Pero más allá de eso, José Manuel insiste en destacar que "no consiste en enseñar a hacer kárate o boxeo porque la técnica es muy complicada como para el objetivo que se busca". Las técnicas que más muestra es la de dolor puntual, que es aplicar presión en un lugar específico causando daño temporal al agresor, sin ser lesivo, pero que le anula por un tiempo. También les enseña algo tan sencillo como "hacerse una pelota" o tapar la oreja "si la mujer está recibiendo golpes para evitar que uno de ellos la deje en shock, bien sea por un fuerte golpe en el estómago o en el oído". Otra lección consiste en aprovechar la inercia con la que llega el agresor para hacerse a un lado, empujar y producir en él un desequilibrio.

Todo ello se completa con charlas sobre dispositivos de seguridad personal como el conocido como botón antipánico, el spray de pimienta o la aplicación de móvil Alertcorps. Saber qué características tienen, cómo se pueden y se deben usar son algunas de las cuestiones que José Manuel explica.

Este agente destaca un aspecto que, en su opinión, es muy relevante de los grupos de defensa personal: la relaciones que se establecen entre las participantes, más aún cuando son víctimas de la violencia de género. "Muchas de ellas, al verse comprendidas y seguras con otras mujeres, me han dicho luego que les ha servido también de terapia", afirma José Manuel visiblemente orgulloso.

Mientras lo dice, Carolina asienta con la cabeza. "Yo gané en autoestima cuando hice las clases", añade esta joven de 37 años que durante 13 estuvo viviendo con su maltratador y que está bajo el programa de protección. A José Manuel le gustaría no tener que enseñar este tipo de técnicas que allá por el 2014, cuando la UFAM no existía como tal pero que él ya trabajaba con mujeres víctimas de la violencia de género, empezó a mostrar. 

El 016 atiende a las víctimas de todas las violencias contra las mujeres. Es un teléfono gratuito y confidencial que presta servicio en 53 idiomas y no deja rastro en la factura. También se ofrece información a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y asesoramiento y atención psicosocial mediante el número de Whatsapp 600 000 016. Además, los menores pueden dirigirse al teléfono de ANAR 900202010.