La pintora asturiana Nuria Formentí (Gijón, 1971) acaba de inaugurar exposición en Oviedo, “Cuadernos 2021”, en la galería Arancha Osoro. Hace tres años había colgado allí mismo su obra, fue su última exposición antes de que la epidemia de covid lo paralizara todo. Ese tiempo de detención forzosa Formentí lo aprovechó para ahondar en su arte y de esa introspección ha surgido una obra “más íntima”, “sincera y espontánea”, según sus propias palabras. Esas obras, dibujos en papel de diversas dimensiones, incluido el gran formato, trabajadas con acuarelas, tinta y grafito, mantienen la frescura de los cuadernos de trabajo de la artista. Cuenta que los afronta como “un juego con pintura, escritura y pensamientos”. “Uso las palabras como un objeto gráfico e interactúan muy bien con el dibujo”, explica.
Cada cuadro se le revela a medida que trabaja sobre el papel, no hay nada planificado, “todo es verdad”. “Se produce una alquimia, no hay premeditación”, aclara.
Hay en estas útimas obras muchos elementos reconocibles. Las manchas y los colores, los textos, esa especie de hilos con las que las recorre. “Es como si estuviera cosiendo, me da mucha paz, son momentos terepéuticos”, comenta sobre ese detalle característico y sobre su forma de trabajar.
Los dibujos que ahora expone en Oviedo, hasta el 27 de diciembre, contienen la melancolía asturiana y la explosión de vitalidad y colorido de la América latina, especialmente de la costa de Colombia, donde Formentí pasó parte de su infancia, y también de México, un país que visita a menudo.
La artista asturiana se declara optimista por naturaleza y confía en el futuro. Ella, de momento, mantiene su agenda y su participación en ferias como ArtMadrid, donde estuvo este año y a la que piensa volver en febrero de 2022.
