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Los cambios que necesita la Carta Magna para dejar de ser patriarcal

Los expertos critican la ausencia de perspectiva de género en la Constitución, un texto con siete padres y sin madre alguna | “Mujer” solo aparece dos veces

La Princesa Leonor, a la derecha, junto a su hermana, la Infanta Sofía.

La Constitución española tiene 169 artículos y 11 disposiciones. La palabra “mujer” solo figura dos veces: una para referirse al matrimonio y otra para privilegiar al varón en la línea sucesoria a la Corona. ¿Ha llegado el momento de revisar la Carta Magna para que sea más igualitaria y representativa y proteja mejor a las mujeres de discriminaciones y violencias? La ministra de Igualdad, Irene Montero, planteó en el Congreso de los Diputados que se haga una reforma constitucional para blindar los derechos de las mujeres: “Un país feminista debe tener una Constitución feminista. Hay una mayoría social que quiere avanzar en la igualdad, la lucha contra las violencias machistas, la consolidación de los derechos sexuales y reproductivos y la protección de los cuidados y la diversidad familiar como principios y derechos estructurantes de nuestra comunidad política. Pensamos que es el momento de reflexionar si ese consenso social y político debe tener también una traducción normativa constitucional”.

Con motivo del Día de la Constitución, la magistrada del Tribunal Constitucional María Luisa Balaguer; la magistrada y presidenta de la Sala IV del Tribunal Supremo, María Luisa Segoviano, y el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba, Octavio Salazar, reflexionan sobre la pertinencia y necesidad, o no, de una reforma del texto constitucional que represente mejor a las ciudadanas. Octavio Salazar recuerda que la Constitución fue un pacto de convivencia social “muy patriarcal”, con una participación femenina mínima y en el que las aportaciones que pudieron incorporarse sobre la mujer fueron “muy poco relevantes”: “Desde el propio lenguaje hasta cómo plantea la ciudadanía los derechos fundamentales o los poderes del Estado, necesitaría una revisión con perspectiva de género, una revisión feminista”.

La Constitución es un marco, un conjunto de principios y referencias fundamentales que tienen una carga simbólica importante y unos principios pedagógicos de convivencia. En ella se asegura que todos los españoles son iguales ante la ley. Nuestra Carta Magna tiene siete padres y ninguna madre: Gabriel Cisneros, Manuel Fraga, Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, Gregorio Peces-Barba, José Pedro Pérez Llorca, Miguel Roca Junyent y Jordi Solé Tura.

Salazar reconoce que desde el 78 hasta hoy se ha avanzado mucho en materia de igualdad gracias a que se han aprobado numerosas leyes que han supuesto un “avance muy significativo”, pero incide en que el texto constitucional no refleja cuestiones claves para la igualdad como los derechos y deberes de corresponsabilidad, la importancia del trabajo de cuidados, no estima como fundamentales los derechos sexuales y reproductivos –lo que evitaría que “la cuestión del aborto estuviera siempre sujeta a vaivenes políticos”–, ni incorpora el principio de paridad. “La democracia solo puede ser paritaria, hombres y mujeres tendríamos que estar presentes en todas las instituciones y poderes del Estado, debería ser un principio constitucional. (...) Y no estaría de más que se reconociera como derecho específico el derecho a vivir una vida libre de violencia”, añade.

El catedrático considera necesario cambiar el lenguaje de la Carta Magna para que sea inclusivo, pero también incluir como derechos fundamentales el acceso a los servicios sociales, sanitarios, la atención a los dependientes, el cuidado: “Reconocerlos supondría no dejarlos en manos de la voluntad política de turno”. Destaca que el modelo constitucional se ha hecho de espaldas a esos espacios que ocupan tradicionalmente las mujeres, la familia, el cuidado y lo doméstico.

Aunque el artículo 14 proclama la igualdad de todos los españoles sin que pueda prevalecer discriminación, dentro de la Constitución hay un artículo que contradice al propio texto constitucional, el 57, que establece la sucesión al trono y prima al varón sobre la mujer. “La norma discriminatoria de la Jefatura del Estado es insostenible. Parece mentira que hayan pasado 40 años y no se haya cambiado. No se ha cambiado porque es abrir una caja de Pandora; otros temas, incluso una reflexión sobre la Corona. Hay muchas fuerzas políticas y no políticas que no tienen interés en que se abra ese debate, por eso no se ha cambiado, por miedo a que suponga abrir otros debates constitucionales”, enfatiza Salazar.

La magistrada del Constitucional María Luisa Balaguer insiste en que las mujeres no intervinieron directamente en la elaboración del texto, no formaron parte de los agentes políticos y fuerzas sociales implicados en ella, como la Iglesia católica o el Ejército, por tanto los preceptos relativos a la mitad femenina de la población quedaron muy abiertos. Una perspectiva feminista en la Constitución dotaría de mayor protección a las mujeres y podría, por ejemplo, facilitar reformas en el derecho de familia en cuanto a la corresponsabilidad y la diversidad o desarrollar “un articulado que intente compensar la desigualdad que la mujer ha sufrido históricamente”, indica.

María Luisa Segoviano, única mujer que ostenta una presidencia de sala en el Supremo, considera, sin embargo, que la Carta Magna “tiene una perspectiva de la igualdad muy acertada”, aun cuando tiene más de 40 años y la redactaron solo hombres: “Pienso que este marco no solo nos permite, sino que también nos obliga a avanzar hacia la igualdad”.

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