La Asociación de Amigos del Hórreo Asturiano se ha hecho acreedora el premio “Asturiano del mes” de noviembre de LA NUEVA ESPAÑA por su labor en defensa de la promoción y conservación del ingente patrimonio etnográfico que Asturias tiene en sus hórreos y paneras, de los que aún existen 14.566 en la región, según el primer censo oficial elaborado por la Consejería de Cultura.

Amigos del Hórreo Asturiano nació en el año 2016, fruto del empeño personal del candasín Victor Manuel Suárez, un camionero de larga distancia que en sus paseos en moto por la región –es un apasionado de las motos Harley Davidson– contemplaba la belleza de estos graneros elevados tan distintivos del paisaje y la sociedad rural asturiana y veía con desagrado cómo muchos de estos estaban arruinándose. De su iniciativa, surgió esta asociación que ahora cuenta ya con más de 170 socios. A Víctor Manuel se le han unido, al frente de esta entidad, el historiador y carpintero de hórreos Julio César Zapico, una autoridad en la materia y con taller en Piedeloro; el arqueólogo Fernando Mora Rodríguez y su padre, abogado especializado en urbanismo, del mismo nombre.

Ellos y todos los Amigos del Hórreo han transformado el olvido de esta seña de identidad en reivindicación y actualización. El motivo por el que Víctor Manuel Suárez empezó a recoger firmas en defensa de los hórreos era forzar a la administración del Principado a revisar la normativa para permitir nuevos usos para los hórreos y paneras. El gran problema de estos muebles sobre pegollos –un prodigio de la arquitectura en madera–, es que han perdido su función: con la llegada de las neveras y los arcones congeladores no son tan imprescindibles como despensa para almacenar los alimentos de la casería. Actualizar la legislación para que se permitan convertir, por ejemplo, en viviendas vacacionales era una de las propuestas que Víctor Manuel lanzaba a los políticos asturianos.

La visita guiada organizada por la asociación en Cabranes el pasado mes. | Á. G.

Su insistencia y la de la asociación ciudadana que preside llevó al gobierno del Principado a afrontar efectivamente esa reforma y a constituir la llamada Mesa del Hórreo, donde distintos especialistas tratan de buscar de qué manera, a través de una reforma normativa, se puede promover la conservación de los hórreos y paneras de Asturias, algunos de ellos en pie desde el siglo XVI. Esta asociación que agrupa a historiadores, arqueólogos, juristas, urbanistas, profesores, artesanos, expertos o aficionados a los hórreos, no sólo se quedó ahí. También organizan visitas guiadas a través del programa “Tentemozos”, en colaboración con el Ayuntamiento de Carreño, en el que los guías son personas con discapacidad. Y una vez lograda la puesta en marcha la reforma de la normativa sobre los hórreos, que aún no ha concluido la Consejería de Cultura, han colocado el listón mucho más alto. Han buscado la alianza con otras regiones de España y del norte de Portugal para hacer un frente común en defensa de los graneros elevados del norte de la Península. Así, contactaron con asociaciones similares de Galicia, León, Cantabria y el País Vasco para crear la red “Hórrea”. El objetivo de todas estas asociaciones es empezar a caminar juntos de cara a la constitución de una candidatura de los graneros elevados para que sean declarados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad; y no sólo las construcciones en sí, también toda la cultura que envuelve a estos graneros a través de los cuales se puede definir una forma específica de habitar el medio rural y de transmitir los conocimientos adquiridos por las gentes del campo.

El pasado mes de noviembre los Amigos del Hórreo organizaron en Candás el primer encuentro presencial de los integrantes de esta red pues en 2020 la pandemia les obligó a encontrarse a través de las plataformas de videoconferencia. En estos encuentros, reunieron a distintos expertos de España y Portugal, para profundizar en el conocimiento de este patrimonio que en Asturias, pese a todo, sigue estando muy presente en el medio rural. Es más, tras la experiencia de la pandemia, muchos asturianos “redescubrieron” la calidad de vida de los pueblos y decidieron rehabilitar su patrimonio, hasta tal punto que en la actualidad los carpinteros especializados tienen una lista de espera de un año para hacer frente a todos los encargos que están recibiendo y, además, la Consejería de Cultura agota todas las subvenciones para arreglos, previstas en una partida que ya están pensando en ampliar.

Asturias, por fortuna, está viviendo una “fiebre del hórreo” y en buena parte es gracias a la iniciativa ciudadana de la asociación que LA NUEVA ESPAÑA distingue ahora con el premio “Asturiano del mes”.