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El gijonés que verá el origen del Cosmos

El ingeniero de la NASA Alejandro Rivera integra el equipo que ayer lanzó el telescopio espacial James Webb, capaz de mirar a 13.500 millones de años, al momento del Big Bang

Alejandro Rivera, delante del telescopio espacial James Webb, plegado y listo para el lanzamiento. E

El ojo que verá la primera luz del Universo ya va camino de su órbita. El telescopio espacial James Webb, que podrá ver la primera luz que surgió del Big Bang, partió ayer a las 13:20 horas, hora española, dentro de un cohete Ariane 5, lanzado desde el puerto espacial europeo de Kuru, en la Guayana Francesa. Entre el numerosos equipo que forma parte de este proyecto de tres décadas, en el que están implicadas las agencias espaciales de Estados Unidos (NASA), Europa (ESA) y Canadá (CSA), está el ingeniero gijonés nacionalizado estadounidense Alejandro Rivera, que trabaja para el Goddard Space Flight Center de la NASA desde hace 22 años. Rivera es el responsable del análisis dinámico de la separación del telescopio del cohete una vez que se encuentre en el espacio. Es el primer momento “delicado” de la misión. Ya trabajó para las misiones de reparación y servicio del telescopio Hubble en 2002 y 2209, y lleva trabajando en el James Webb desde 2013. Ayer confesaba que su pulso “duplico” su velocidad en el momento del lanzamiento. “El telescopio James Webb es un regalo para la humanidad en un momento tan difícil”, aseguró a LA NUEVA ESPAÑA.

Un cielo parcialmente nublado en Kurú no permitió ver de manera continua el ascenso del cohete ni las dos largas lenguas de fuego que provocaban sus motores a plena potencia, en lo que fue un lanzamiento “absolutamente perfecto”, indicó en una rueda de prensa posterior el máximo responsable de Arianespace, Stéphane Israël.

James Webb es el mayor y más potente telescopio lanzado hasta ahora. Una hazaña de ingeniería que ha sido descrita como una máquina del tiempo. “El telescopio está diseñado para mirar hacia atrás en el tiempo 13.500 millones de años para ver las primeras estrellas y galaxias que se formaron en el Universo, y para mirar dentro de las nubes de polvo estelar cercanas para estudiar la formación de estrellas y planetas”, explica Rivera. “Para hacer esto, necesita un espejo primario mucho más grande que el Hubble, lo que le da más poder de ‘recolección de luz’”, añade.

Equipado con cuatro instrumentos científicos, las cámaras, espectrógrafos y coronógrafos MIRI, NIRSpec, NIRCam y NIRISS, que cuentan con colaboración española, el sucesor del mítico telescopio Hubble permitirá descubrir además nuevos exoplanetas e identificar su composición química.

Una vez que estuvo fuera de la órbita terrestre, los principales responsables de las tres agencias espaciales tomaron la palabra y coincidieron en destacar la importancia de la colaboración internacional para llevar a buen puerto este proyecto.

E. Lagar / Agencias

El director general de la ESA, Josef Aschbacher, el único presente en Kurú, se refirió a la fecha en que el James Webb ha comenzado su andadura y dijo que es un regalo de Navidad “para toda la gente en el mundo” que va permitir hacer nueva ciencia. El lanzamiento “celebra de manera espectacular la colaboración internacional que ha hecho posible esta misión de vanguardia”, señaló Aschbacher, quien agregó que ahora “se está más cerca de los impresionantes descubrimientos científicos” que el telescopio traerá.

El administrador de la NASA, Bill Nelson, destacó que el nuevo telescopio nos llevará “al principio del Universo”, para descubrir cosas “increíbles que nunca habríamos podido imaginar”, lo que es posible gracias a un “equipo para el que lo normal es hacer posible lo imposible”. La administradora de la Agencia Espacial Canadiense, Lisa Campbell, destacó las “enormes oportunidades científicas que ofrece este observatorio único”.

James Webb se dirige a un punto llamado Lagrange 2 a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, al que llegará dentro de mes, periodo durante el que deberá superar una serie de etapas críticas en su despliegue, que será como un complicado y milimétrico ballet.

Es tan grande que se ha doblado al estilo origami para caber en el cohete y en la próximas horas iniciará su despliegue como un juguete transformer. Algunos de estos pasos serán un hito pues es la primera vez que se realizarán en el espacio. Así, deberá abrir su parasol del tamaño de una pista de tenis y luego el espejo primario, de 6,5 metros, que está compuesto por 18 hexágonos de berilio bañados en una fina capa de oro.

Greg Robinson, director del programa James Webb en la NASA, aseguró, en la rueda de prensa, no estar preocupado, aunque sí reconoció “la complejidad” del despliegue del telescopio. “Tenemos un buen equipo. Como ingeniero siempre hay un poco de ansiedad”, pero “los próximos días vamos a tener mucha diversión”.

La importancia capital de esta misión, tanto desde el punto de vista astronómico como tecnológico, hizo que las agencias espaciales retransmitieran el despegue y programas especiales en varios idiomas.

Las astrónoma Michelle Thaller, condujo la emisión en inglés, mientras que en español fue responsabilidad de la científica española Begoña Vila, ingeniera jefa de sistemas del James Webb en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, quien resumió: “es un día histórico”.

El despegue fue solo la primera parte de un complicado proceso, por eso el numeroso equipo presente en Kurú guardaba silencio, mientras se oía la voz en francés del jefe de operaciones que confirmaba que cada fase se superaba con éxito.

Los aplausos y abrazos que certificaban que lo más difícil ya había pasado se produjeron 27 minutos después del despegue, cuando ya en el espacio se produjo la separación del telescopio y el cohete, el proceso en el que Alejandro Rivera tiene espacial protagonismo. “Go Webb go” (“Vamos Webb, vamos”) gritaba el equipo, algunos ataviados con gorros y mascarillas navideñas.

Alejandro Rivera considera que el telescopio espacial James Webb va a cambiar nuestra visión del Universo. “Tiene el potencial de hacerlo. La época de la formación de las galaxias está actualmente completamente oculta a nuestra vista y aún no hemos observado ni cómo se formaron ni cuándo”, explica este gijonés que quiere aprovechar la oportunidad de agradecer a sus pares “su sacrificio para que pudiera hacer mis sueños realidad y por su paciencia con el ‘hijo americano’ que pasa tanto tiempo fuera de casa. He tenido la fortuna de tener los mejores padres del mundo y espero verlos muy pronto”.

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