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Una muestra del Muséu del Pueblu d’Asturies descubre los cortinos: “Son únicos”

Ernesto Díaz y Javier Naves han inventariado en 30 años mil colmenares típicos del Occidente

Javier Naves, a la izquierda, y Ernesto Díaz, ayer, ante los cuadros de su muestra en el Muséu del Pueblu d’Asturies. | Juan Plaza

Un trabajo de tres décadas que ha servido para hacer un inventario de más de 1.000 colmenares, y que ahora queda resumido en una muestra de 30 fotografías que sirven para dar visibilidad a esta peculiar y poco conocida estructura del occidente asturiano. El Muséu del Pueblu d’Asturies inauguró la muestra “Cortinos. Colmenares tradicionales del occidente de Asturias”. “Es un patrimonio único, no hay colmenares de piedra tapiados en ningún sitio salvo aquí, tiene una enorme belleza, que se ve en sitios inverosímiles, como las laderas de las montañas, ligado a un sistema de explotación arcaico”, explica Ernesto Díaz, naturalista y comisario de la exposición junto al biólogo Javier Naves.

Los cortinos son construcciones por lo general de forma circular o semicircular, donde muros y voladizos sirvieron durante siglos para mantener a las colmenas a salvo de los daños de los osos. “Era necesario dar a conocer esta actividad tan importante para el occidente asturiano”, relata Juaco López, director del Museo del Pueblu d’Asturies. “Es una construcción de piedra en seco, sencilla, pero con cierta complejidad. No se levantaba en cualquier espacio, ni se podían situar los colmenares unos encima de otros”, añade sobre estas estructuras, que se extienden por concejos como Salas, Tineo, Cangas del Narcea, Valdés, Illano, Grandas de Salime o Ibias. Con la curiosidad de que el río Narcea actúa como frontera, ya que por ejemplo no se dan en el concejo de Somiedo.

Una treintena de fotografías de Ernesto Díaz y Javier Naves sobre los colmenares se pueden apreciar en el Muséu del Pueblu d’Asturies, antes de que la exposición torne itinerante. “Es el resultado de treinta años de trabajo. Empezamos con una vara de avellano, prismáticos, y unas sardinas, apuntando los mapas, haciendo fotografías, entrevistando a los apicultores, y hemos logrado inventariar unos mil colmenares en el occidente de Asturias”, apunta Díaz, que transmite la importancia de visibilizar estos elementos, que no solo se manifiestan en el occidente asturiano, sino también en zonas limítrofes de Galicia, León e incluso Portugal: “La exposición persigue dar a conocer este tipo de patrimonio, este tipo de arquitectura vinculado a un aprovechamiento tan peculiar, ligado a los osos, abejas y humanos, y que ello de algún modo sirva para conservar este patrimonio que está en absoluto estado de desuso”. Esa última reflexión la lanza para pedir una mayor protección ante el deterioro que sufren: “El abandono rural ha hecho que en muchas zonas crezca la vegetación y que los incendios vayan acabando con ellos”.

Las tres décadas de trabajo sobre los cortinos han servido a los comisarios de la muestra para intentar comprender el modo de vida de poblaciones que se remontan a la época perrománica: “Cuando ves un cortino en una ladera, en el quinto infierno, piensas qué necesidad tenía esa gente para montar semejante armatoste en un sitio tan imposible. Son elementos muy bonitos que se encuentran en lugares realmente asombrosos”.

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