El patrimonio bibliográfico asturiano se ha visto enriquecido gracias a dos generosas donaciones formalizadas ayer. Por un lado, Carmen Prieto Álvarez-Valdés, exdirectora de la Biblioteca de Asturias y figura clave en la construcción de la Red de Bibliotecas de la región, entregó a la biblioteca ovetense una serie de cartas inéditas de figuras relevantes de la cultura asturiana, entre las que destacan dos misivas autógrafas de Leopoldo Alas, “Clarín”, dirigidas al que fuera obispo de Oviedo Ramón Martínez Vigil, y una que Ramón Pérez de Ayala remitió a Ramón Valdés, abuelo de la donante. Por otro lado, Carlos López-Fanjul, profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid, ha donado a la Biblioteca de la Universidad de Oviedo siete volúmenes de gran valor: seis incunables datados entre 1491 y 1500 y un libro de 1541.
Ambas donaciones proceden de sendos legados familiares. Las cartas de Carmen Prieto le fueron legadas por su padre, Paulino Prieto, a quien el actor Valeriano León dirigió dos misivas que también forman parte de la donación, que incluye además una carta de Carmen Aza a su hermano Vital Aza, una carta y una tarjeta de Guillermo Estrada y varios poemas de Antonio García Oliveros. “Les tengo mucho apego, pero dónde van a estar mejor que aquí”, señaló Carmen Prieto, en el acto de entrega de la donación. La consejera de Cultura, Beta Piñán, que presidió el acto, agradeció la generosidad de la donante, por su “trascendencia” histórica pero, también, “porque es algo muy valioso para tu familia”. El actual director de la Biblioteca de Asturias, Juan Miguel Menéndez Llana, cerró el acto pidiendo a la consejera que atienda dos necesidades de la institución: más espacio, porque las instalaciones se quedaron pequeñas “hace diez años”, y un presupuesto que se vaya adaptando a las circunstancias y las necesidades de la entidad.
En cuanto a la donación de López-Fanjul, el profesor habló sobre la pasión bibliófila de su familia y reveló, como ejemplo, el hallazgo de tres volúmenes de la Enciclopedia francesa, ocultos bajo un escalón en una casa familiar de Piloña, donde habrían sido escondidos, cree, por un antepasado que fue diputado durante el trienio liberal (1820-1823). Esos libros, reflexionó, podrían ser peligrosos porque “estaba muy mal visto, en tiempos de Fernando VII, tener esa literatura ‘pornográfica’ en casa”. La donación, recibida en un acto que presidió el rector Ignacio Villaverde, sirvió para inaugurar un nuevo espacio de exposiciones bibliográficas, en el aula José Gaos del Edificio Histórico de la Universidad.
