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Asturias exporta talentos

Fernández Brillet: “Me gusta pensar que Asturias ha aprendido de sus errores”

“Los políticos deben invertir en el talento joven que sale de su tierra por falta de oportunidades a pesar de que se le rompe el corazón al irse”

Aida Fernández Brillet, en Washington.

Aida Fernández Brillet (Washington). Nacida en Oviedo en 1996, es investigadora de ciencias sociales y políticas, “apasionada por crear cambio social que beneficie a las personas y al planeta, utilizando el poder de la estrategia, la ciencia y la narración”. Trabaja en el equipo científico de la prestigiosa e influyente empresa de comunicaciones Hattaway Communications, con sede en Washington y que tiene como clientes a Harvard y las fundaciones Rockefeller, Ford y Gates.

La ovetense Aida Fernández Brillet es investigadora de ciencias sociales y políticas. Trabaja en Washington buscando la historia en los datos. Nos lo explica: “Lo hago a través de una perspectiva multicultural, gracias a mi formación personal y académica, lo que beneficia nuestro trabajo al representar con empatía y autenticidad diferentes voces”. Antes de incorporarse a la empresa Hattaway estudió “cómo las emociones conducen a la acción social, por lo que también aporto esta perspectiva a nuestra investigación. Todos estos hilos se entretejen en la reflexión e investigación que hago para todos mis clientes”.

Fernández Brillet.

Fernández Brillet.

Vive en Washington DC: “Me encanta la libertad, la diversidad y la inclusividad de la ciudad. Estados Unidos es conocido por la inseguridad, pero en muchos sentidos me siento más segura aquí que en España. Aquí he sido capaz de encontrar mi comunidad”.

Tan lejos de Asturias, pero tan cerca de ella si cierra los ojos y recuerda aquella tierra de la infancia. Tan verde, con festivales de sidra dulce y castañas en el otoño, y salmón fresco en el verano: “El primer recuerdo que me viene a la memoria es escuchar ‘Depende’ (‘Jarabe de Palo’) con mis hermanos y mis padres en nuestro comedor y bailar al ritmo de la música. Es un recuerdo bonito. El olor a eucalipto me transporta a Asturias, a tardes de verano con amigos y puestas de sol sobre el Cantábrico”. ¿Echar de menos? Claro: “La sidra. Es lo primero que tomo cuando llego a casa. La familia. Los amigos. El sentimiento de estar en casa. Pensar en mis abuelos y el poco tiempo que puedo pasar con ellos. Todas las preguntas que todavía tengo, y todo el tiempo que quiero aprovechar a su lado”.

Creció en una casa bicultural francesa y española, “con padres muy conscientes sobre las limitaciones de la cultura a nuestro alrededor. El inicio de mi vida adulta también ha sido fuera de Asturias, por lo cual a veces también pienso que tengo una versión idealista, ‘vacacionista’, de Asturias. Pero me gusta pensar que ha aprendido de sus errores y que seguirá cambiando con los tiempos”.

Su primer viaje fuera de España fue en junio de 2008, “tenía 10 años. Mis padres decidieron mudar toda nuestra familia a Berkeley, California, para un año sabático. Recuerdo subir al avión (Madrid-Bruselas), sentada entre mi hermano mayor y mi padre, con mantas, trapos y sartenes en nuestras maletas, y el sentimiento de lo desconocido. Incluso el idioma era desconocido. Recuerdo mi primer desayuno al llegar a Estados Unidos, una Coca Cola light y una ‘double chocolate chunk muffin’ (o sea, una magdalena de chocolate gigante con pepitas de chocolate gigantes). ¡El sueño de cualquier joven de 10 años! En algunos sentidos, esto también refleja muy bien la cultura americana”.

Siendo inmigrante en Estados Unidos no es fácil salir adelante: “Incluso llegando al mundo laboral americano como lo hice yo, como estudiante de máster e investigadora en Virginia Tech, no fue simple. Como estudiante internacional graduada de una Universidad americana obtuve un visado de empleo llamado Optional Practical Training (OPT), que me permitía trabajar en Estados Unidos durante un año después de graduarme, sin ‘grandes condiciones’, es decir, conseguir un trabajo directamente relacionado con mi título universitario dos meses después de graduarme, y no pudiendo garantizar de ninguna manera a mi empleador que podría seguir trabajando con ellos después de ese año. Afortunadamente encontré mi trabajo actual y han sido capaces de ‘esponsorizar’ mi visado H1B”.

Un obstáculo que no se esperaba es “la falta de comprensión y la ignorancia –que se traduce en un tipo muy específico de discriminación– por parte de los americanos hacia los inmigrantes y la diferencia cultural y profesional que hay”.

Seamos realistas: “Asturias donde yo estoy y con quien hablo simplemente no se ve. Lo cual es una gran oportunidad. Asturias tiene tanto que ofrecer y tanto que enseñar, sobre cómo regiones guardan su identidad y su historia, pero evolucionan con el tiempo. Sobre cómo crecer, pero con una visión sostenible hacia el futuro. Asturias también puede enseñar, lo que quiere decir escuchar y aprender”.

Tomemos nota: “Las historias y narrativas sobre cómo ser y vivir que hemos escuchado desde niños han de ser cuestionadas. Lo que en un momento fue válido no tiene por qué serlo ahora. Como sociedad, españoles y asturianos: ¿cuáles son nuestras aspiraciones y valores? ¿Cómo nos sentimos sobre el estado actual de nuestra sociedad? ¿Cómo podemos motivar acciones para cambiar los sistemas actuales, con el fin de poder reflejar las aspiraciones que tenemos para nuestra población y el planeta, hoy? Todas estas son preguntas que nos debemos hacer para Asturias y España, para un futuro mejor”.

Escuche, político asturiano: “Invierte en el talento joven que debe salir de Asturias –a pesar de que se les rompe el corazón un poco cada vez que se van– por falta de oportunidades y de un futuro que les representa”. Y a ese talento joven, un consejo: “Apuesta por ti y sueña. Como dijo Vincent van Gogh: ‘Sueño mi pintura y pinto mi sueño’”.

Puestos a pintar sueños... ¿qué circunstancias deberían darse para un regreso futuro a Asturias? “Que las oportunidades que he encontrado en Estados Unidos sean posibles en Asturias”. Sería una buena señal.

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