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La quintaesencia del periodista

Adam Michnik, que fue íntimo de Václav Havel y renunció a ser dueño de su diario para preservar su independencia, simboliza una forma de entender el oficio y la vida

La quintaesencia del periodista

El Centro de Arte Contemporáneo DOX, en Praga, acogió, el primer día de octubre de 2011, una fiesta muy especial: la celebración del 75 cumpleaños de Václav Havel. En la fiesta, plagada de ilustres, destacaba la presencia de figuras como el dramaturgo británico Tom Stoppard o la que fuera secretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine Albright, además de un periodista polaco que mantenía una amistad fraternal con Havel: era Adam Michnik. El intelectual checo, último presidente de Checoslovaquia y primero de la República Checa, moriría apenas dos meses y medio después, pero su figura ha perdurado como un referente ético y moral en toda Europa, una condición que le emparenta, precisamente, con el nuevo premio “Princesa de Asturias” de Comunicación y Humanidades.

“Me alegro mucho que se haya concedido el premio a Michnik, porque es un hombre de otra época, un hombre que promovió la libertad durante la Guerra Fría y, en definitiva, uno de lo símbolos de la lucha por la libertad en Europa del Este y Centroeuropa junto a Havel, ambos mitos vivientes en su momento”, explica Mira Milosevich-Juaristi, investigadora principal del Real Instituto Elcano.

El paralelismo va más allá: Havel fue galardonado con este mismo premio (entonces bajo la denominación “Príncipe de Asturias”) en 1997. “Estamos en paz con la historia, en este caso”, sostiene Milosevich-Juaristi, que conoce personalmente a Michnik y que constata la amistad personal que lo unía a Havel.

La investigadora del Real Instituto Elcano perfila con nitidez al periodista polaco: “Como Havel, Michnik es un hombre de antaño, dispuesto a ir a la cárcel por vivir en la verdad. Porque él estuvo en la cárcel durante la Guerra Fría por su lucha contra el régimen comunista, y después demostró su empeño por crear ‘Gazeta Wyborcza’ y en preservar la libertad de expresión en la época poscomunista. Es el símbolo de una época y de la lucha por la libertad, incluso por esa libertad individual de la que se ha dejado de hablar”.

Milosevich-Juaristi revela dos anécdotas que dicen mucho del escritor polaco. La primera se refiere a su relación con Wojciech Jaruzelski, el último presidente del régimen comunista de Polonia, y cuyo talante el propio Michnik defendió en diversas ocasiones, pese a que bajo su mandato estuvo en la cárcel. “Coincidieron en un encuentro con doña Sofía, y Michnik se presentó sin corbata, y con una camisa a la que le faltaba un botón. Al verlo llegar, Jaruzelski se dirigió a doña Sofía: ‘Ahora entiende por qué tenía que meterle en la cárcel’. Y Michnik siguió bromeando con eso, porque no fue simplemente un disidente en el comunismo, también fue un hombre de la transición y sobre todo de la reconciliación”.

La otra anécdota parece sacada de una vieja película de periodistas: “Cuando su periódico, ‘Gazeta Wyborcza’, se convirtió en un medio muy conocido y muy valorado, se lanzaron acciones para mantener el periódico. Michnik pudo convertirse en accionista, en propietario del periódico, pero se negó: dijo ‘si yo pongo mi dinero voy a pensar en qué puede pasar con el periódico, y no voy a sentirme libre para escribir’. Esto es Michnik, un hombre y un periodista que pone la libertad por encima de todo, y por eso es un símbolo de la lucha por la libertad y contra cualquier totalitarismo”, sintetiza Milosevich-Juaristi.

Esta misma visión de Michnik como un referente del oficio, como la quintaesencia del periodista la tiene el jurado. “Lo fundamental es que es un periodista excepcional que ha luchado siempre contra la dictadura y en favor de la libertad de expresión, que tiene además unas características que le unen al humanismo más tradicional en la vida europea. Y si a eso se le une la actualidad de la guerra de Ucrania, creo que el jurado acierta premiando a un compañero nuestro que ha tenido una actuación tan destacada a lo largo de toda su vida”, explicaba, tras hacer público el fallo, uno de los miembros del jurado del premio, el también periodista Luis María Anson, que recibió el premio “Príncipe de Asturias” de Comunicación y Humanidades en 1991.

Otros componentes del jurado, como el académico de la Lengua Víctor García de la Concha o la periodista Gabriela Cañas, presidenta de la agencia “Efe”, incidían en este mismo interés por distinguir a un periodista, en un momento en el que la libertad de expresión y la libertad de prensa están muy amenazadas. “Michnik representa la lucha por la democracia en Polonia, por tanto la lucha por la democracia en toda Europa, y por la libertad de prensa. Es un luchador nato y creo que (este premio) es un mensaje muy potente también por lo que está pasando en Europa”, reflexionaba Cañas.

Otro periodista que participó en el jurado, Álex Grijelmo, subdirector de “El País”, destacó además que Michnik había sido candidato en diversas ediciones anteriores del premio: “Siempre se había aproximado al momento final y ya por fin se ha dado la ocasión. Representa todos los valores del periodismo y de la democracia. El premio llega en un momento crucial para Polonia, por su situación interna y también geográfica, y creo que es un respaldo a los valores europeos de Polonia”.

Mira Milosevich-Juaristi destaca, en cualquier caso, que la figura de Michnik trasciende el tiempo y el espacio: “Sus valores y su visión de lo que es y lo que debe ser un estado democrático valen para cualquier circunstancia. Los valores por los que luchaba en la Guerra Fría y en la Transición siguen vigentes hoy”.

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