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Carlos Ordóñez, el último discípulo de la científica asturiana Margarita Salas

El biólogo madrileño cierra, con la defensa de su tesis, la escuela de científicos que durante 50 años forjó la investigadora valdesana: “Es un honor formar parte de ella”

Carlos Ordóñez, en el laboratorio.

El biólogo madrileño Carlos Ordóñez Cencerrado es el último “Margarito”, el último discípulo de la prestigiosa científica asturiana Margarita Salas, que falleció a los 80 años de edad en noviembre de 2019. Ordóñez acaba de presentar en la Autónoma de Madrid su tesis doctoral, codirigida por la bioquímica valdesana y Modesto Redrejo Rodríguez. Con él se cierra una prolífera escuela de la que salieron grandes nombres de la biología molecular, como María Blasco, Luis Blanco, Miguel de Vega, Cristina Garmendia, Juan Antonio García, Carlos López-Otín, Marisol Soengas, Juan Méndez, José Antonio Esteban, Antonio Bernard... Entre Jesús Ávila, su primer becario, y Ordóñez han pasado más de cincuenta años. “Para mí es un honor haber podido estar en el grupo de Margarita y, sobre todo, haber tenido la suerte de tratar con brillantes investigadores. Yo soy su último discípulo, pero tengo muy presente la diferencia: no osaría jamás compararme con ninguno de ellos”, afirma.

Margarita Salas, tercera por la izquierda, con Carlos Ordóñez detrás, a su derecha, y otros investigadores.

Carlos Ordóñez recuerda a la perfección el primer día que conoció a Margarita Salas, autora de la patente más rentable del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), al descubrir la ADN polimerasa del bacteriófago ø29. Su primer contacto fue por correo para hacer la tesis en su grupo de investigación del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBM). “La había visto en alguna clase del máster (de Virología de la Complutense), pero no la conocía personalmente. Me animé a escribirle dando por hecho que me iba a decir que no. Y me contestó que estaría encantada de pedirme una beca para investigar”, cuenta. Finalmente, esa ayuda no se la concedieron y Margarita Salas le citó en su despacho. Ahí, a finales de 2016, fue cuando por fin la conoció en vivo y en directo. “Me preguntó: ‘¿Tienes ganas de empezar? Si quieres, ya la semana que viene. Te hacemos un contrato’. ¡No me lo esperaba para nada!”. Y el 2 de noviembre de hace seis años comenzó a investigar mano a mano con la discípula de Severo Ochoa.

El joven científico madrileño define a Margarita Salas como “una persona reservada y muy centrada en el laboratorio, que era su pasión”. “Siempre estaba dispuesta a ayudarnos en lo que fuese. Estaba enfocada en sacar resultados y nos pedía que trabajásemos duro”, comenta. Ordóñez también destaca de su maestra “la capacidad de búsqueda de talento que tenía”, así como “la concienciación sobre la divulgación científica”. “Siempre estuvo dispuesta a responder a la prensa. Es más, recuerdo que recibía a estudiantes de Periodismo que tenían que hacer algún trabajo”, expresa. En pocas palabras, remata, “Margarita fue un ejemplo en la ciencia y, además, de éxito económico”.

La investigación del madrileño está centrada, como no podía ser de otra forma, en la DNA polimerasa del fago ø29. “Esta enzima es la encargada de copiar el genoma del virus. La proteína purificada presenta unas capacidades enormemente relevantes para su aplicación biotecnológica”, detalla Carlos Ordóñez. Su aportación (y avance) es el siguiente: “En mi tesis, hemos caracterizado nuevas proteínas DNA polimerasas similares a la del fago ø 29 con propiedades atípicas. De esta forma, hemos mejorado la capacidad de amplificación en muestras de DNA dañadas, como las que suelen provenir de muestras de origen forense o paleontológico (como las de escenas de crímenes o huesos de miles de años de antigüedad)”. También, continúa, “hemos descrito un nuevo grupo de DNA polimerasas que son capaces de iniciar la síntesis en ausencia de moléculas ‘primers’ o cebadoras”.

Aparte de Carlos Ordóñez, otros de los últimos “Margaritos” han sido Ana Lechuga y Alicia del Prado. Todos ellos y muchos más forman parte del legado de Margarita Salas, ese que pretende conservar para siempre la futura Fundación que lidera su hija Lucía Viñuela y que se constituyó de forma oficial, ante notario, este mismo mes en Madrid.

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