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Día Internacional de los Museos: estos son los "poderes" de cinco equipamientos culturales

Los directores de centros de Oviedo, Gijón, Avilés, Luanco y Langreo comparten los lugares preferidos de sus colecciones con motivo de su fiesta

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Día Internacional de los Museos: estos son los "poderes" de cinco equipamientos culturales

Esta información ha sido elaborada por: E.F-Pello (Oviedo), N. Oliveira (Gijón), M. Martínez (Avilés), I. García (Luanco) y E. Peláez (Langreo)

Los tiempos cambian y los museos con ellos. Cada vez más dinámicos, más abiertos a la sociedad y más comprometidos con su entorno. El Museo de Bellas Artes de Asturias es un buen ejemplo. En el Día Internacional de los Museo, que en esta edición se celebra bajo el lema “El poder de los museos”, el director de la gran pinacoteca regional, Alfonso Palacio, se reafirma en su convicción de que un museo es más que un gran expositor, más incluso que un lugar de investigación y mucho más, por supuesto, que un foco de atracción turística. “Yo creo en un Museo eminentemente social, orientado a un fin superior, en una institución al servicio de la comunidad y la ciudadanía”, declara. Con ese ideario siempre en mente ha volcado sus expectativas y su energía en la culminación de las obras de ampliación del Museo, que no deberían tardar muchos meses en comenzar y elige para hablar de ello la azotea del edificio de servicios, que se asoma a la calle Santa Ana y al casco antiguo de Oviedo y que es “el espacio que mejor habla del futuro de la institución, preñado del futuro sobre el que nos estamos proyectando”.

Alfonso Palacio concibe el Museo de Bellas Artes como un organismo vivo. “Los rincones significativos de un museo van cambiando con el tiempo para su director”, reconoce. Puestos a elegir, piensa primero en el jardín, acondicionado y abierto hace un par de años a los ciudadanos. “Es un lugar de silencio y tranquilidad, de descanso y contacto con la naturaleza, y estamos intentando hacer de él un lugar de construcción de ciudad: cada vez más vecinos vienen a leer, a conversar entre amigos”, cuenta. Luego rectifica y elige la azotea del Museo como el espacio que mejor proyecta lo que la institución se ha propuesto llegar a ser. “En dos años, el Museo de Bellas Artes será uno de los grandes museos nacionales, no solo por la colección, que también, sino también por instalaciones”, afirma. Esos dos años son los que debería tardar en tramitarse y ejecutarse la segunda fase del proyecto de ampliación del arquitecto Patxi Mangado, que hará la vida más fácil a la plantilla del Museo, mejorando los espacios de trabajo, y lo hará más permeable a la ciudadanía, con un salón de actos en condiciones y, en la azotea, una zona de restauración y una tienda para los visitantes. “Es una oportunidad para la ciudad que no podemos dejar pasar, una oportunidad para Oviedo y para su casco histórico, para sanear y embellecer el barrio”, sostiene Alfonso Palacio.

Para Juaco López, una de las partes más importantes de la institución que dirige, el Muséu del Pueblu d’Asturies, es el almacén donde se conservan sus colecciones: “Al final es la razón de ser, nuestro corazón”. De hecho, la pinacoteca gijonesa –testigo de la evolución de la sociedad asturiana desde hace más de dos siglos– celebra la efeméride este miércoles con visitas guiadas a los almacenes a las 11.30 horas. También habrá oportunidad de realizar el recorrido el fin de semana, viernes y sábado, a la misma hora. “Queremos enseñar nuestro poder”, bromea el director.

Para Juaco López, el poder del museo está en las colecciones y en la responsabilidad de conservar el patrimonio que regentan. En datos, el Museo del Pueblo de Asturias cuenta a día de hoy con más de dos millones de fotografías, un millón de archivos a nivel de documentación y cerca de 20.000 objetos de diversa índole. “Hay piezas tanto industriales como urbanas y rurales que muestran la diversidad y el cambio de los últimos 200 años”, explica López, quien además incide en la importancia de conservar debidamente la memoria colectiva de la región: “Sin ella no seríamos nadie”.

Fundado en 1968, el Museo del Pueblo de Asturias dedicó una primera etapa al folclore, la artesanía y el mundo rural. Además de su masiva colección, el recinto –de más de 35.000 metros cuadrados– también se antoja como uno de los grandes reclamos de la galería, asegura el director. “Es imposible entender una Asturias en la que lo rural no beba de lo urbano y viceversa. Y todo ello está reflejado aquí”, remata Juaco López.

“Este Museo es la puerta de entrada al museo real que es el casco histórico de Avilés”. Así define Manuel Ángel Hidalgo la intensa relación que existe entre el Museo de Historia de Avilés que dirige y la propia Villa del Adelantado. Su espacio preferido es una ventana con vistas a la iglesia de San Antonio, el primero, el más antiguo de la ciudad.

El Museo de la Historia de Avilés tiene dos misiones, explica su director. Por un lado, la de dar a conocer a los propios avilesinos la historia de su ciudad y que puedan constatar que conviven con un entorno medieval. De hecho, a Avilés se la conoce como la “ciudad medieval de Asturias”. El otro objetivo es contarles a los turistas el patrimonio que atesora la ciudad y por el que pueden pasear. “Es una gran y agradable sorpresa para todos”, asegura Hidalgo.

Y es que los restaurados edificios antiguos y el casco histórico avilesino en su conjunto forma parte plenamente de la vida de la ciudad. De ahí que “el museo es la puerta de entrada al museo vivo que es Avilés”, asegura el director del centro.

José Ramón García lleva tres décadas como director del Museo Marítimo de Asturias con sede en Luanco. Conoce al dedillo cada una de las pìezas que alberga este centro pero si hay una que le apasiona es una embarcación, la motora “Bañuguera”, datada en 1927. “Es una pieza que representa al Museo Marítimo por su antigüedad y por su estado de conservación”, señala García, que describe que esa embarcación con un motor de 3 caballos de potencia tiene siete metros de eslora y capacidad para cinco o seis personas, “es decir, para garantizar el sustento de otras tantas familias en una etapa muy dura para los pescadores”. La barca fue donada por Julián García Fresno hace más de una década. Las embarcaciones similares de la actualidad cuentan con motores de 50 o 100 caballos. Los pescadores que navegaron en la pieza preferida por García se desplazaban ayudados por una vela y también con remos. “Es una embarcación ligera porque en Bañugues tenían que sacarlas a tierra tras faenar”, apuntó. 

La bañuguera está situada en la planta baja del Museo Marítimo, que es “un centro que representa dignamente la tradición pesquera y de navegación asturiana, también la etnografía de la pesca y la carpintería de ribera”.

 José Ramón García defiende que el edificio situado en la luanquina calle Gijón es “objetivamente uno de los mejores museos marítimos por sus fondos, que son muy completos”.  “Repasamos la historia de la navegación, desde los barcos de la antigüedad, la vela, el vapor y hasta la actualidad, contamos un apartado de Biología marina, que es un complemento para conocer el mar y su entorno”, concluye el director del Museo Marítimo, que prepara ya los actos del 75º aniversario del centro museístico regional, que se cumplirán el próximo año.

La sala que “alberga la imponente maquinaria de extracción” del pozo San Luis de La Nueva es el lugar preferido del Ecomuseo Minero “Valle de Samuño” para Jorge Vallina, responsable de Promoción y Comunicación del equipamiento turístico langreano. “Es un espacio muy simbólico, por muchísimas razones, entre ellas porque consideramos que es una de las piezas museográficas industriales más relevantes de los museos mineros de Asturias”, remarcó.

Los turistas, señala Vallina, “no se cansan de fotografiar la sala, desde la que se percibe la silueta del castillete”. El edificio en el que se encuentra, la Casa de Máquinas del pozo San Luis tiene “una arquitectura verdaderamente fascinante”, añade. Es lo primero que observan los visitantes tras salir del ascensor que comunica con la galería minera que recorren a bordo del tren minero desde la estación de El Cadavíu. Y cuando lo hacen, comenta, “se sorprenden y piensan que es un decorado de cine”.

La Casa de Máquinas fue construida en 1930 por la Real Compañía Asturiana de Minas, la propietaria de Carbones de La Nueva. “Su arquitectura es de carácter modernista, centroeuropeo, y vista desde cualquier ángulo, no solo desde la plaza del pozo del Ecomuseo, también desde cualquier punto del valle, es verdaderamente espectacular y rompe radicalmente con la arquitectura obrera y agraria que también salpica este valle”, asegura Vallina. El Ecomuseo impulsado por el Ayuntamiento de Langreo está siendo gestionado por la unión temporal de empresas (UTE) formada por Sadim y Global.

La visita al equipamiento permite, explica Jorge Vallina, “combinar el conocimiento de la historia, de la memoria colectiva asturiana, saber cómo fueron los tiempos del carbón y también poder disfrutar de un valle que lo tiene todo, que es un verdadero jardín para el esparcimiento o el deporte en la naturaleza y dentro del paisaje protegido de las cuencas mineras”.

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