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Solvencia alemana y precisión británica

Julia Fischer y la Academy of Saint Martin in the Fields rubrican un majestuoso concierto camerístico en Oviedo

Julia Fischer sobre el escenario del Auditorio ovetense con la Academy of Saint Martin in the Fields. | Valentina Ciuca

Sobria, elegante y con la proverbial seguridad y eficiencia alemanas, Julia Fischer desembarcó ayer en Oviedo para tratar de conquistar al público que, en buen número, poblaba la sala sinfónica del Auditorio Príncipe Felipe. Y lo cierto es que, tras escuchar las primeras notas que emanaron de su “Giovanni Battista Guadagnini” de 1742 la conquista se consumó. Pero la Fischer no estuvo sola. La Academy of Saint Martin in the Fields, una de las mejores orquestas de cámara del panorama musical actual, estuvo a su lado, al nivel esperado, y fue el complemento ideal a la violinista germana.

Público en la sala sinfónica del Auditorio Príncipe Felipe. | Valentina Ciuca J. Mallada

No fue un concierto más. Cuando está próxima la clausura de esta temporada de los “Conciertos del Auditorio” –el ciclo organizado por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo–, trascendió la triste noticia del fallecimiento de Annette Haeberlinger, esposa del director titular de la orquesta Oviedo Filarmonía, Lucas Macías. Durante el concierto de ayer se percibió el pesar del melómano público ovetense, muy respetuoso durante toda la velada.

Para esta gira, que tan sólo llevará a los intérpretes a Madrid, Alicante y Barcelona en nuestro país, Fischer y la Academy of Saint Martin in the Fields han diseñado un programa heterogéneo que, sin duda, sirvió ayer como un reclamo más que atractivo.

La primera parte del programa, formada por el “Rondó para violín y orquesta de cuerdas en la mayor” (de Franz Schubert) y las “Variaciones sobre un tema de Frank Bridge”, de Benjamin Britten, dejaron un sonido compacto y cálido de cada uno de los 25 músicos que integran esta emblemática agrupación londinense, entre los que se encuentra una vieja conocida del público asturiano, como es la violista Milena Simovic.

Pero era la violinista germana la que, a priori, acaparaba todos los focos, figurando como solista y directora. El primero de sus papeles lo superó con la brillantez propia de su nivel técnico, disponiendo siempre el virtuosismo en favor de una gran musicalidad. La función de directora la desempeñó de manera más sigilosa, pues una formación como la británica no requiere batutas ni aspavientos para que sus componentes saquen lo mejor de sí mismos. Siempre equilibrados y bien balanceados, lucieron una compenetración total en cada una de las frases musicales, en cada entrada y cada retirada del sonido, recreando con exactitud cada una de las diversas atmósferas contenidas en los 11 movimientos que componen la obra de Britten.

Tras la pausa se pusieron en liza el “Rondó en do mayor para violín y orquesta” (Wolfgang Amadeus Mozart) y la “Sinfonía de cámara en do menor” (Dmitri Shostakovich), una obra de triste actualidad ya que durante el siglo XX se convirtió en una especie de homenaje hacia los damnificados por los totalitarismos.

Con ademán firme y seguro, Fischer guió a los músicos por sendas repletas de lirismo y carácter, con poderío y un volumen extraordinario pese a los limitados efectivos, logrando unos resultados artísticos que los numerosos asistentes agradecieron con una calurosa ovación, poniendo fin a una exquisita velada musical de algo más de hora y media de duración.

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