Roma hechizó en el verano de 1967 a la periodista y escritora María Teresa Álvarez, (Candás, 1945), y esa magia aún perdura, hasta el punto de que la autora candasina pasa cada otoño un mes en la ciudad eterna y desde 2012 publica en LA NUEVA ESPAÑA artículos en los que describe los rincones que va descubriendo. Ahora, esos relatos se reúnen en “Mis otoños en Roma” (La Esfera de los Libros), que se presentó ayer en un acto del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA celebrado en el salón de actos del Colegio de Médicos de Asturias.

“Este libro es como un sueño para mi; un manojo de emociones surgidas de la contemplación de una ciudad que me produce una emoción que no he sentido en ninguna otra; he querido plasmar la felicidad que me proporciona Roma; “en mis paseos solitarios he aprendido a conocerme mejor”, recalcó la escritora, presentada por Jorge Juan Fernández Sangrador, vicario general de la diócesis de Oviedo, que habló de ilustres viajeros que como Stendhal o Goethe, dejaron por escrito constancia de su paso por la ciudad eterna en libros que se han convertido en clásicos.

Confesó el vicario general que la primera vez que visitó Roma, al contrario de lo que le pasó a María Teresa Álvarez, la ciudad no le gustó nada. “Era como una película en color a la que se le han caído las tonalidades. Más adelante descubrí Roma con los amigos; en las pizzerías y los caminos a clase al Colegio Español”, señaló el sacerdote, que solo lee en italiano “Memorias de Adriano”, la vida del emperador que dejó como legado el mausoleo, que hoy se conoce como Castillo de Sant’Angelo, narrada por Marguerite Yourcenar.

María Teresa Álvarez durante la firma de libros posterior a la presentación. | Pablo Solares

“A ella le gustaba tanto la versión de la editorial Einaudi que pidió que le tradujesen el libro del italiano al francés, su idioma original”, indicó el clérigo. También mencionó como describe E. M. Foster en “Una habitación con vistas” la transformación de la protago nista, una inglesa que cae rendida ante Florencia: “El sortilegio de Italia estaba haciendo efecto sobre ella y en lugar de adquirir conocimientos empezó a sentirse feliz”.

Y feliz se sintió María Teresa Álvarez de compartir con el numeroso público la música con la que Roma siempre resuena en su cabeza: la canción popular “Guitarra Romana” y “E lucevan le stelle”, de Tosca, que sonaron al inicio y al final del acto respectivamente, acompañadas por fotografías suyas de Roma, que aparecen en el libro, con más de 230 imágenes.

Entre el público estuvieron antiguos compañeros de María Teresa Álvarez en Televisión Española, como José Luis López del Valle. Paolo Ercolani, cónsul honorario de Italia en Asturias y Cantabria, tampoco quiso perderse el especial paseo romano sin salir de Oviedo. Al final, la escritora, condesa viuda de Latores, (su marido, fue el general Sabino Fernández Campo, fallecido en 2009), firmó libros y departió con los lectores.