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Acuicultura sin precedentes

La primera granja de pulpos del mundo divide a la ciencia y al Gobierno

Nueva Pescanova tiene previsto que la pionera infraestructura, situada en Gran Canaria y capaz de distribuir un millón de cefalópodos al año, esté lista en 2023

Uno de los primeros pulpos criados en cautividad por Nueva Pescanova y el Instituto Español de Oceanografía.

Miles de pulpos comenzarán el año que viene a vivir y morir encerrados en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria. Poco se sabe sobre las condiciones en las que pasarán sus días, cuántos habrá en cada tanque y qué extensión tendrán esos recipientes. Tampoco se conoce del todo en qué consistirá su alimentación y cómo serán sacrificados, porque la compañía responsable del proyecto, Nueva Pescanova, mantiene estos datos en secreto para no dar pistas a la competencia. Pero la primera granja de cefalópodos del mundo está a la vuelta de la esquina, tras varias décadas de investigación y una carrera entre multinacionales, provocando con su llegada división en la ciencia y en el Gobierno.

Para los defensores de la cría en cautividad de este animal (los especialistas que la han hecho posible, la empresa y el Ejecutivo de Canarias, que ultima los permisos necesarios para iniciar la obra), las ventajas son evidentes. El consumo se ha disparado en los últimos años. El negocio del pulpo pasó de mover en todo el planeta unos 1.200 millones de euros en 2010 a 2.500 millones en 2019, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Cada año se capturan 350.000 toneladas de este animal, diez veces más que en 1950. El precio en España se ha cuadriplicado durante la última década y la población salvaje escasea.

“La acuicultura es la solución para proteger las reservas naturales y atender a la demanda de alimentos saludables de una población creciente”, señala Roberto Romero, director de Acuicultura de Nueva Pescanova. La multinacional española, que ha adelantado en este campo a empresas de Japón y México, solicitará financiación de los fondos europeos, prevé invertir en el proyecto cerca de 45 millones de euros y generar 300 empleos. La planta, cuya versión experimental se encuentra en O Grove (Pontevedra), empezará a construirse en cuanto obtenga las licencias necesarias y en un año estará finalizada. A pleno rendimiento, distribuirá hasta 3.000 toneladas de pulpo al año: cerca de un millón de ejemplares. 

Los contrarios a esta infraestructura (científicos, organizaciones ecologistas y animalistas) dibujan un panorama muy distinto. El pulpo, explican, es una criatura compleja y extraña: sensible, solitaria y territorial, capaz de esconderse en tarros y cáscaras de coco, escaparse de acuarios, resolver problemas sencillos e incluso soñar mientras duerme. No está preparada para convivir con otros congéneres. “Esto no tiene nada que ver con la seguridad alimentaria. Se trata de un negocio sobre un producto de lujo”, argumenta Elena Lara, bióloga de Compassion in World Farming, una oenegé que lleva movilizándose contra el proyecto desde 2019.

Brecha en la coalición

Y después está el Gobierno central. La investigación del Instituto Español de Oceanografía que hizo posible la reproducción de pulpos en cautividad (Nueva Pescanova tiene la prioridad de la patente) fue financiada con dinero público, pero las opiniones dentro del Ejecutivo son muy distintas según dónde se pregunte, poniendo de manifiesto una nueva brecha en la coalición entre el PSOE y Unidas Podemos.

Consumo anual de pulpos.

Consumo anual de pulpos.

En el Ministerio de Transición Ecológica se muestran cautos. La competencia es básicamente autonómica, explican, y ellos solo tienen que evaluar si la actividad es “compatible con los usos portuarios”. El de Agricultura y Pesca va más allá. Fuentes del departamento defienden “la acuicultura como productora de alimentos seguros, sanos y sostenibles”, aunque reconocen que “la inexistencia de experiencia en la cría de pulpos es una limitación a la hora de estudiar los requisitos de bienestar en la granja”.

La valoración cambia por completo en el Ministerio de Derechos Sociales, del que depende la Dirección General de Derechos de los Animales. “Nos genera muchas dudas –señalan fuentes del departamento que dirige Ione Belarrasecretaria general de Unidas Podemos-. No existe una legislación específica para su mantenimiento y cría en cautividad y los estudios científicos sobre estos animales son elocuentes: tienen una gran capacidad cognitiva. No conocemos aún el impacto ambiental de este proyecto. Ante este escenario, debe imperar la prudencia”. Es decir, la granja de pulpos ha de esperar.  

El cerdo: similitudes y diferencias

Pero el futuro del proyecto depende sobre todo del Gobierno de Canarias, liderado por el PSOE, y allí la actitud es de clara defensa. “Si cumple los requisitos y genera empleo, estamos a favor. Y parece que cumple los requisitos”, dice Carmelo Dorta, director general de Pesca del ejecutivo autonómico, que también pone en duda que el pulpo sea una criatura tan excepcional. “No es diferente de otros animales. Lo que no podemos es exigirle al cerdo lo que no le exigimos al pulpo”, argumenta. 

Es un argumento que repiten todos los defensores de la granja. Francisco Javier Rocha es profesor de Biología en la Universidad de Vigo y uno de los artífices de la tecnología que ha permitido la cría de pulpo en cautividad. El animal, asegura, puede vivir “sin ningún problema” rodeado de otros como él, pese a que nunca lo ha hecho durante sus millones de años de existencia y suele reaccionar de forma agresiva, incurriendo en prácticas caníbales, cuando comparte espacio. “Hay técnicas para reducir su territorialidad”, explica, trazando el paralelismo no con el cerdo, sino con una persona que se instala en “el edificio de una gran ciudad” tras haber pasado toda su vida en una “casa rural”. 

Nueva Pescanova coincide con este enfoque. “Los pulpos se adaptan con normalidad a los entornos de vida en grupo. Cada detalle, luz, agua, alimentación, densidad, crecimiento, desplazamientos… todo se mide y monitoriza para garantizar el bienestar del animal”, insiste Romero, el director de Acuicultura en España de la multinacional, quien tampoco tiene claro que el pulpo pueda sentir. “Una de las líneas de investigación del proyecto busca cubrir el vacío actual de datos empíricos sobre los mecanismos cognitivos y neurofisiológicos del pulpo. No existe conocimiento validado, ni consenso científico suficiente sobre la sensibilidad de los animales, ni específicamente de la del pulpo”, explica.

Hay, sin embargo, numerosos informes que vienen a llenar ese presunto “vacío de datos”. El año pasado, un equipo de la London School of Economics revisó más de 300 estudios científicos y concluyó que los pulpos sienten placer, alegría, angustia y dolor. “La cría de pulpos en condiciones de bienestar resulta imposible”, advertía el trabajo. 

Preguntas sin contestar

“Es algo que me preguntan a menudo cuando hablo de esta cuestión. ¿Por qué los cerdos sí pueden estar en granjas y los pulpos no?”, explica Lara, la bióloga de Compassion in World Farming y autora de otro informe contrario a la granja de cefalópodos. Su respuesta suele ser que la inteligencia de los cerdos no era conocida cuando se desarrollaron los sistemas de ganadería intensiva, y que en cualquier caso los errores del pasado no deberían repetirse. 

La bióloga duda de que el proyecto sirva para mejorar las reservas naturales del animal. Una idea muy extendida asegura que la acuicultura ayuda a los animales marinos, porque resta presión a la pesca, pero un estudio publicado en 2019 en la revista ‘Conservation Biology’ vino a mostrar justo lo contrario. Sus autores analizaron cifras del Banco Mundial y la FAO para acabar concluyendo que la acuicultura termina aumentando la demanda de pescado salvaje.   

El oscurantismo en el que se mueve Nueva Pescanova tampoco ayuda a aplacar sus temores. “Habría que saber qué densidades barajan ellos, cuántos pulpos van a poner por tanque, qué técnicas van a utilizar o qué mortalidad esperan. Si se muere un 30%, igual les sigue saliendo rentable, pero ¿de cuántos animales estamos hablando?”, se pregunta Lara. 

La multinacional evita aclararlo. ¿En qué condiciones vivirán los pulpos? “En condiciones óptimas”, contesta Romero. ¿Cuántos vivirán en la misma jaula? “Dependiendo de la fase en la que se encuentren, vivirán en diferentes tipos de piscinas”. ¿Qué comerán? “La alimentación seguirá criterios de máxima sostenibilidad, con un modelo de dieta que consiste en utilizar las partes del pescado ya capturado y no destinadas a consumo humano. También se están investigando sustituciones de materias primas de origen animal por otras de origen vegetal, como las microalgas”. ¿Qué método utilizarán para sacrificarlos? “Se evitará cualquier dolor o sufrimiento del animal”.

Los “avances”, concluye el director de Acuicultura de Nueva Pescanova, se conocerán “en el momento oportuno”.

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