Hubo un tiempo en el que los ovetenses no transitaban por la calle de Schulz, sino que avanzaban por la rúa de la Alberguería, y en vez de subir Mon lo hacían por la Ferrería. Era cuando delante de la Catedral de Oviedo había una distinguida manzana que tenía en una de sus calles, Platería, las casas más caras de la ciudad. Ese legado, ese patrimonio de nombres que ayudan a describir el alma misma de la ciudad, será ahora rescatado por el Ayuntamiento de Oviedo. Ese fue el guante que ayer, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, lanzó María Álvarez, profesora titular de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo, para ver cómo lo cogía al vuelo el alcalde de la capital, Alfredo Canteli, entusiasmado ante la perspectiva de reivindicar la riquísima historia de la ciudad.

La escena se produjo al final de la mesa redonda “El callejero medieval de Oviedo”, que sirvió como acto de clausura del segundo ciclo “Oviedo, origen del Camino”, organizado por LA NUEVA ESPAÑA en colaboración con el Ayuntamiento de Oviedo. En el encuentro, moderado por la periodista María José Iglesias, participaron María Álvarez, Alfredo Canteli y Francisco Díaz de Otazu, capitán de Infantería de Marina en la reserva, y profesor de Historia, que completó el Camino Primitivo a caballo.

El grueso del encuentro se centró, precisamente, en la traza urbana y los nombres que tenían las calles en aquel Oviedo del Medievo que comenzaba a desperezarse, que amplificaba su consolidada condición de “civitas episcopal” con un pujante núcleo burgués que crecía alrededor. Era un núcleo con hechuras de ciudad, que alcanzaría de forma definitiva y plena esa condición cuando Alfonso IX –otra figura histórica a reivindicar, según señaló María Álvarez– ordenó construir una muralla, finalmente erigida por su hijo, Alfonso X el Sabio. Era 1258, el año en el que nació el llamado “Oviedo redondo”.

Aquella urbe, explicó María Álvarez, tenía un plano reticular, en el que tres calles dispuestas en el eje norte-sur se cruzaban con otras tres que transcurrían de este a oeste. Entre las primeras se situaba la más importante, en el eje Cimadevilla-Rúa, siguiendo el trazado del Camino de Santiago y denominada “Calle mayor”; además Ferrería (hoy Mon)-Gascona dentro (Águila) y La Noceda (San Vicente). En el otro eje estaban Alberguería (Schulz), la desaparecida Platería y la conexión Solazogue (San Antonio) y Canóniga. Esos nombres, explicó María Álvarez, respondían a la realidad social del momento. Muchos de ellos se referían a los oficios de los gremios que se concentraban en la zona; otras, a la procedencia de sus vecinos.

Entre las primeras, las que aludían a los oficios, estaban esas calles de la Ferrería o incluso la de la Alberguería, donde se localizaban los establecimientos en los que hacían noche los peregrinos. En cuanto a las que remiten al origen de los vecinos –muchos de ellos “peregrinos solo de ida”, definió María Álvarez, y que se acababan asentando en algún núcleo del Camino–, destacan la rúa Gascona, donde se asentaron los procedentes de la Gascuña, o la rúa Francisca, plagada de francos.

Muchas de esas calles persistieron, aunque no sus nombres. En algunos casos se vieron enmascaradas, como en la actual calle Rúa, que como explicó María Álvarez tenía “apellidos” dependiendo de la época: rúa de las tiendas, de los tenderos o de los cambiadores, en alusión a su naturaleza comercial las primeras denominaciones y a la presencia de cambistas de moneda la última. Algo similar pasó con la calle del Peso, que en origen era la calle del Peso de la Harina, y que aún antes acogió a la cofradía de los zapateros.

Asistentes a la mesa redonda, antes del inicio. | Irma Collín

Todos esos nombres que hablan de un tiempo y una ciudad han desaparecido del imaginario colectivo, pero no necesariamente se han perdido. María Álvarez señaló que se han documentado no menos de 40 calles del Oviedo medieval. Un patrimonio que ella misma invitó al Ayuntamiento a recuperar hace ya quince años: fue concretamente el 22 de noviembre de 2007, tras ganar el premio “Juan Uría Ríu” por su investigación “Oviedo a finales de la Edad Media: morfología urbana y concejo”. En aquel momento, el entonces alcalde, Gabino de Lorenzo, se mostró interesado en lanzar algún proyecto en ese sentido, pero nunca fructificó.

Ayer, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, María Álvarez volvió a plantear la propuesta, la necesidad, de rescatar la nomenclatura medieval de las calles. Una propuesta, señaló, que no tiene que plantearse de forma traumática, desterrando controversias y enfrentamientos pasados a cuenta de la Memoria Histórica. Se trata de recoger el nombre que tenían antiguamente las calles, rescatar esas denominaciones, acaso con alguna explicación que pueda ayudar al viandante a profundizar en la historia de la ciudad, a conocer un poco mejor el origen de esos enclaves urbanos, que describen también cómo era Oviedo cuando inició la evolución urbana que la convirtió en la ciudad que es hoy. “Recoger el nombre de las calles no es un patrimonio menor”, reivindicó la historiadora.

La iniciativa caló en la sala, y especialmente en el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, que tomó la palabra a continuación: “Me implico en la recuperación del nombre de las calles”, señaló el regidor, sellando así un pacto público que, en definitiva, entronca con el creciente interés institucional por reivindicar la historia de Oviedo, la ciudad en la que nació el Camino de Santiago.

Alfredo Canteli: «La marca ‘Oviedo, origen del Camino’ es ya un legado»

Alfredo Canteli, durante su intervención. | Irma Collín

El alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, abrió la mesa redonda incidiendo en la importancia de seguir profundizando en la reivindicación de Oviedo como origen del Camino de Santiago, que tan buenos frutos está dando a la ciudad. “Nunca entenderé que se dejara de lado el Camino de Santiago”, señaló el regidor, en clara alusión a las políticas de corporaciones anteriores que no aprovecharon la conexión histórica de la capital con el nacimiento de la vía santa. Esa situación, aseguró Canteli, está cambiando gracias a una nueva orientación institucional y al apoyo de entidades como LA NUEVA ESPAÑA. “Hemos conseguido que la marca ‘Oviedo, origen del Camino’ sea conocida y se haya convertido en un legado”, añadió Canteli, que destacó el papel del concejal de Hostelería, Turismo y Congresos, Alfredo García Quintana, en esta iniciativa y en consolidar la función del turismo “como un motor económico para la ciudad”.

María Álvarez: «En la Edad Media el campo entró en Oviedo, literalmente»

María Álvarez, ayer, en el Club. | Irma Collín

En su vívida descripción del Oviedo medieval, María Álvarez –que comisarió para LA NUEVA ESPAÑA la exposición “Camino Primitivo. Oviedo”, clausurada el pasado fin de semana– destacó, como uno de los rasgos diferenciales de la ciudad, un “marcado carácter rural” que, precisó, no debe en ningún caso verse como algo negativo. “En la Edad Media el campo entra en la ciudad, literalmente hablando”, explicó Álvarez, que destacó la importante presencia de “campos” intramuros y extramuros. De algunos quedan vestigios, como el Campo San Francisco, el Campo de los Patos, el Campillín (en origen Campo de los Herreros) o el Campoamor (Campo de los Hombres Buenos). También destacó, en relación a esta naturaleza rural, la pujanza de dos ferias que perviven hoy (la Ascensión y el Martes de Campo), y el poderío que alcanzó el gremio de los hortelanos, que llegó a tener incluso hospital propio.

Francisco Díaz de Otazu: «Se debe potenciar el espíritu del Monsacro»

Francisco Díaz de Otazu, durante su intervención. | Irma Collín

Francisco Díaz de Otazu había completado primero el Camino a pie, siguiendo la ruta francesa. Pero este capitán de Infantería de Marina en la reserva quería seguir los pasos de Alfonso II y completar la vía santa como lo hubiera hecho el rey Casto. “Quería seguir el Camino cómo lo había hecho el primer peregrino”, aseguró. La experiencia de hacer el itinerario entre Oviedo y Santiago a caballo fue, a decir de Díaz de Otazu, especialmente gratificante, ya que “ese metro que se gana cambia mucho la perspectiva”. Entre las dificultades señaló la logística (recomendó ponerse en manos de alguna empresa, sobre todo para garantizar la correcta alimentación del caballo), y la necesidad de madrugar sobremanera para entrar a Santiago (porque así lo ordena la Policía Local). Díaz de Otazu cerró su intervención con un deseo: “Se debe potenciar el espíritu del Monsacro, porque si Oviedo hace a Santiago, a Oviedo lo hacen las reliquias del Monsacro”.