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Concha Jerez, Premio Nacional de Artes Plásticas, en Oviedo: “La libertad de expresión hay que pelearla cada día”

La pionera creadora despliega su lucidez vital y su talento en el acto culminante de la Semana del Arte de Oviedo

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EN IMÁGENES: conferencia de la artista Concha Jerez en la semana profesional del arte en Oviedo Jaime Casanova

A Concha Jerez (Las Palmas de Gran Canaria, 1941) le preocupa la indiferencia. Dice que últimamente percibe en el ambiente “una actitud general como de no complicarse la vida”, y dicho por ella suena extraño, porque si hay algo que parece que la creadora plástica nunca se haya permitido es la indiferencia.

La pionera del arte conceptual en España, que fue Premio Nacional de Artes Plásticas (2015) y Premio Velázquez (2017), se sentó ayer en el escenario del Teatro Filarmónica ante un público entendido al que le costó dejarla ir, que encadenó pregunta tras pregunta y alargó el acto más allá de lo previsto. Primero respondió a las cuestiones que le propuso la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo Ana María Fernández y luego se puso a disposición de su auditorio. Fue el acontecimiento culminante de la Semana Profesional del Arte de Oviedo, una programación patrocinada por LA NUEVA ESPAÑA y que acabo ayer tras diez días dedicados a los creadores y a sus creaciones.

Concha Jerez compareció ante los ovetenses de negro, como suele ser habitual en ella, con su centelleante pelo rojo y un toque del mismo color en la pechera de la camisa. Se sentó y, con la serenidad de sus muchos años, fue dando lecciones de arte y de vida. Algunas de sus reflexiones más jugosas trascendieron lo meramente artístico, aunque ella también hizo algunas matizaciones sobre lo que es y no es el arte. Explicó, por mencionar una de esas lecciones, como “en la medida en la que no la ejercemos, la libertad de expresión no existe” y que, en ese sentido, cuando “los medios de comunicación eluden algunos temas, muchísimos, propician que no se ejerza”. “La libertad de expresión es una pelea que la sociedad debe mantener cada día”, advirtió, porque existe “un compendio de derechos que hay que practicar día a día si se quiere tener una sociedad democrática y de los que la sociedad está haciendo dejación”.

No hay que dar los derechos democráticos por sentado vino a decir Concha Jerez, a la que tanto le costó ganarse la libertad para expresarse, primero por la censura y luego por la autocensura. “Mis primeras obras conceptuales partieron de ahí, en el 74, de la autocensura. Era un tiempo en que si alguien quería decir algo acababa pasando por la Dirección General de Seguridad”, indicó. A día hoy, la artista todavía procura evitar el lugar, en plena Puerta del Sol y reconvertido en sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid: “Yo no puedo entrar ahí sin recordar a todos esos desaparecidos”. Concha Jerez confesó ayer que “murió Franco y yo no me podía desprender de la autocensura, no solo política y social, también personal”. Desde esa lucha interna, Concha Jerez contempla con tristeza esta nueva censura, la de lo políticamente correcto, y dice haber constatado que “con los años ha ido en aumento”.

A la artista el gusto por la libertad se lo inculcaron en casa, especialmente su madre. Fue ella la que terminada la carrera de piano la animó a viajar a Estados Unidos con la beca que le había concedido el Gobierno por sus excelentes calificaciones académicas. También fue ella la que, una vez allí, después de una travesía de 15 días en barco y algo desorientada, le envió una lista con los estudios que podía cursar. Jerez era especialmente buena en ciencias pero comprobó “que Ciencias Políticas era la carrera que tenía más asignaturas diferentes”, y esa fue la que eligió.

“Franco hizo aquello de las becas para formar cuadros y le salimos rana, hasta los falangistas que había eran de izquierdas”, reconoció ayer con tono travieso. Luego, de vuelta a España, Concha Jerez se enroló en la biblioteca del Ateneo de Madrid, “donde paraba todo el rojerío, y allí vi mis primeras películas de Liechtenstein”. De ahí en adelante, el resto de su vida es historia del arte contemporáneo español.

La “penúltima exposición” de Concha Jerez ha sido la de las cuatro escaleras del edificio Sabatini del Reina Sofía. Más que una exposición fue todo un proyecto sobre la memoria, uno de los temas que vertebran su obra. A propósito de ello contó que los lugares son muy importantes en sus producciones artísticas, hasta el punto de adquirir el carácter de personajes: “Paseo muchísimo, intento aprender qué ha pasado ahí, a qué estaba dedicado ese espacio y entonces decido el tema. En el Reina Sofía la obra se presentó en 2020 pero yo llevaba trabajando en ella desde hacía 12”.

La fachada del Reina Sofía es una de las imágenes que la acompañan desde la infancia, porque la casa de sus abuelos estaba enfrente. Por entonces, era un hospital y al enfrentarse a él como artista pensó que “era un lugar para tomar como espectador de todo lo ocurrido”, así que desarrolló esa idea con imágenes –fotografías y vídeos–, con performances, con fuentes de sonido. Al acabar aquello, Concha Jerez pasó por Arco, este mismo año, con una obra sobre “el menú del día que nos dan los medios, la televisión sobre todo”, y también las redes sociales, con las que es especialmente crítica.

Relación con Asturias

Su estancia en Oviedo este fin de semana, acompañada por José Igés, su partenaire creativo, fue un reencuentro con una región que Concha Jerez conoce muy bien y en la que ha dejado mucha obra. La artista habló de “una larga historia de complicidades con Asturias” que se remonta a 1984, año en el que presentó en el Nicanor Piñole, en Gijón, su “Sinfonía de las 40 cartas”. En el 86 regresó a la Sala de Exposiciones de la Casa de Cultura de Avilés, con “Muro del olvidado”, una pieza en la que reutilizó tiras de hierro oxidadas que recató de un desguace industrial y que luego adquirió el Museo Casa Natal de Jovellanos de Gijón. Aquel mismo año expuso en el Museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo, en una individual que se tituló “Fragmentos del tiempo”.

Su obra, que ha transitado con absoluta naturalidad de lo analógico a lo digital, ha pasado por la Fundación Arte Ladines, en Sobrescobio, por el Museo de Ferrocarril y por la Laboral de Gijón. “La última intervención en Asturias es la de Piedras Blancas, ‘Paisaje de poetas’”, indicó, y recordó que también había participado en Oviedo en unas jornadas en las que varios artistas fueron invitados a crear obras “in situ”, en plena calle.

Ayer, desde el patio de butacas del Filarmónica, Fernando Alba, Premio Nacional como ella –en su caso de Escultura–, lanzó una pregunta a Jerez, que a ella le dio pie para defender “el método socrático”, el de interrogarse sobre lo que se ve y se experimenta, y también para ligar el arte contemporáneo con la tradición académica: “Hay todo un mundo por debajo de los cuadros de los pintores flamencos, de Velázquez, de Goya, que precede todo lo que estamos haciendo. Goya se anticipó prácticamente a todos los movimientos contemporáneos”.

Combativa hasta el final, antes de despedirse Concha Jerez reivindicó la dignificación del arte y los artistas, y también financiación. “El arte necesita una financiación, algo que parece que se olvida”, criticó. “No hay dinero para cultura ni educación pero sí para fragatas y para aviones que cuentan más que todo el presupuesto del Ministerio de Cultura”, se quejó. En el Filarmónica estuvo acompañada por la directora artística de la Semana Profesional del Arte, Marta Fermín, y la directora de Comunicación, Semiramis González.

Antes de Concha Jerez pasó por el escenario el cantautor ovetense Belo, que interpretó tres canciones a la guitarra, una de ellas, “La matemática del alma”, compuesta expresamente para la ocasión.

Éxito de la Semana del Arte con 14.000 visitas


“Esta segunda edición de la Semana Profesional del Arte ha superado todas las expectativas y podemos decir que ha sido un rotundo éxito. Hemos superado el número de asistentes del año pasado, con 14.000 personas que se han acercado a alguno de los escenarios de la Semana a ver arte con mayúsculas, como nunca lo habían podido hacer en Oviedo”. Son palabras del presidente de la Fundación Municipal de Cultura, José Luis Costillas, al frente de la organización. Marta Fermín, su directora artística, informó de que todas la actividades registraron llenos y que la Semana está “enriqueciendo el ADN cultural de Oviedo”.

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