"Este es un acto de rebeldía contra esta enfermedad tan nefasta y de celebración de la vida", proclamó Lennart Koch en la presentación del libro "Palabras para Samuel", editado por Nobel y dedicado a la memoria de su hijo Samuel, fallecido a los 17 años, el pasado 15 de febrero, víctima de un carcinoma de Nut. Sus ventas servirán para recaudar fondos para las asociaciones Botón y Galbán, ambas dedicadas a trabajar por el bienestar de los niños y adolescentes con cáncer y de sus familias. El libro, que comienza con un texto de Carlos López-Otín, que asesoró a los Koch durante la enfermedad, incluye los discursos pronunciados por los amigos y parientes del joven Samu en la despedida que le dedicaron. El de ayer, celebrado en el espacio de coworking "Invernadero", en Oviedo, y muy concurrido, fue, como explicaron sus padres, un capítulo más en el proceso de duelo con el que afrontan su pérdida y una reafirmación de su amor por la vida, a pesar de todo. "La vida merece la pena, hay que luchar, es dolor es inevitable, pero no podemos rendirnos. Esa es la tarea que nos dejan nuestros hijos. Tirar la toalla no es una opción", manifestó Lennart Koch.

La suya fue la última intervención en un acto que reunió a Carlos López-Otín, referente mundial en la investigación contra el cáncer y que asistió, sentado entre el público, discretamente, aunque en primera fila; y a los fisioterapeutas y fundadores de la asociación Botón Araceli Gosende y Rubén Menéndez; a la psicóloga de Galbán, Carmen María Pérez, y a decenas de personas que acompañaron a Samuel Koch y a su familia durante el episodio más difícil de sus existencias.

Fue un homenaje a Samuel y también "a toda la gente que pasa por esto, y que pasará". "El libro está dedicado a todos los guerreros y guerreras que lucharon y se fueron antes de tiempo, y cuyos nombres aparecen en la primera página", indicó la madre de Samuel Koch, Mónica Sánchez, tras la interpretación musical, a cargo de dos amigos de su hijo, con la que se inició el acto.

"Palabras para Samuel", que ayer se puso a la venta a la entrada del acto y que allí mismo se agotó, y que por ahora también está agotado en la web de la editorial, le debe mucho a Carmen Pérez, la psicóloga que acompañó a Samuel y a sus padres a lo largo de su enfermedad y tras su muerte. "Cuando a unos padres les dicen que su hijo tiene cáncer, el mundo se paraliza", explicó la terapeuta, pero el caso de Samuel y sus padres es ejemplarizante. "Samuel, al principio, no tenía muy claro venir, luego sí", relató, e incluso se convirtió en su aliado en las sesiones compartidas con otro chaval, Miguel, enfermo como él y al que, con su empatía, Samuel ayudó a expresar sus emociones. "Samuel participó en el programa de voluntariado, un pilar de la actividad de Galbán. Mientras están en el hospital, gracias a él, los chicos se olvidan de la enfermedad", comentó la psicóloga.

El joven Samuel Koch siempre se mostró, recordó su terapeuta, "alegre, creativo, nunca vi una actitud derrotista en él, siempre miraba hacia el futuro". Y de forma parecida habló de él Rubén Menéndez, de Botón, que no olvida "la luz que tenía en la mirada". "Aprendimos muchas cosas de él", reconoció. Menéndez dio cuenta de los planes que la asociación tiene para emplear el dinero que le corresponda de la venta de "Palabras para Samuel". Botón pondrá en marcha "el programa Samuel", para ofrecer "pausas activas" a los chicos con enfermedades oncológicas hospitalizados, tanto en el HUCA, el Hospital Universitario Central de Asturias, como en otros centros.

La presentación de ayer transcurrió como un encuentro distendido, que terminó con una invitación a los asistentes a refrescarse compartiendo unas cervezas. Tanta gente se dio cita en el local que hizo que subiera la temperatura, la emocional y la física, lo que provocó un pequeño susto cuando una de las asistentes se desmayó.

Las celebraciones de la vida de Samuel Koch y de su valentía ante la enfermedad no han acabado. Su padre emplazó a sus amigos al que hubiera sido su 18.º cumpleaños, que se festejará en la discoteca Tribeca, a la que Samuel se escapó en algunas ocasiones con sus amigos. Fueron pocas, porque tuvo la mala suerte de que su enfermedad coincidiera con la pandemia. El próximo 2 de octubre, el día de su cumpleaños, todos esos amigos, que le sirvieron de apoyo y consuelo, a menudo a través de los mensajes que intercambiaban por el móvil, podrán agradecerle a la vida el haberlo conocido.