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Consumo

Jóvenes adictos invisibles al alcohol

"Una cosa es utilizar el alcohol para divertirse y otra ya que uno no se pueda divertir o no pueda estar en la fiesta sin alcohol", dicen los expertos en problemas de adicción al alcohol

Jóvenes con bolsas de bebidas para hacer botellón.

Shas (un apodo ficticio) comenzó su relación con el alcohol como la mayoría de los jóvenes: bebiendo cerveza y tinto de verano a los 14 años. Después probó la ginebra. A los 18 tomaba chupitos de tequila y licor de hierbas hasta vomitar (para después seguir bebiendo) y consumía alcohol de lunes a domingo. "Mi madre me daba 20 euros para la semana y me lo gastaba todo en chupitos en el bar del pueblo", cuenta ahora, a sus 21 años. Shas es una chica que ha tenido problemas de adicción al alcohol y uno de los muchos jóvenes que han pasado por las manos de la asociación Afaval, la única en Extremadura especializada en tratar a menores con adicciones y problemas de conducta.

La edad de inicio de los jóvenes extremeños en el consumo de alcohol está en los 13 años y la región es actualmente la comunidad española donde más menores beben. En la última encuesta del Ministerio de Sanidad el 62% de los chicos de 14 a 18 años reconocía que había bebido en el último mes, el porcentaje más alto de toda España y casi nueve puntos por encima de la media nacional. Las estadísticas son alarmantes, pero el problema parece invisible. "Los padres no toman conciencia porque consumir alcohol está totalmente normalizado y aceptado en nuestra sociedad. ¿Cuándo acuden a nosotros? Cuando ya aparece el cannabis u otras sustancias estupefacientes", dice Luis Guerrero, director técnico de Afaval. 

Tras varias recaídas y un tratamiento de desintoxicación con Afaval, Shas está "limpia" y no ha vuelto a probar el alcohol desde enero de 2020. Estudia un grado universitario de Educación Primaria en Badajoz y ha logrado encauzar su vida, pero prefiere mantenerse en el anonimato porque sabe que es algo que le acompañará toda su vida. "El alcohol es la salida de emergencia que tu cuerpo ha automatizado ante cualquier problema", explica. Cuenta su historia porque quizás sirva de ayuda a otros jóvenes, aunque no tiene muchas esperanzas. Ella lo sabe mejor que nadie: "Las personas que están en esta situación hacen poco caso a los consejos. No reaccionas hasta que no te dan una hostia de realidad", dice. 

De lunes a domingo

Su relación con el alcohol comenzó a los 14 años, cuando empezó a beber cerveza y tinto de verano "de forma puntual" con sus amigos. A los 18, tras una depresión "de caballo" por el divorcio de sus padres, sufrir acoso escolar y una ruptura sentimental, fue consciente de que bebía más de la cuenta. "Empecé a beber de lunes a domingo, para evadirme. Sobre todo chupitos, lo más barato, un euro en el bar del pueblo (Navalmoral de la Mata). Bebía hasta vomitar", dice. 

Comenzaron las discusiones en casa y los suspensos. "Mi parte responsable quería cambiar, pero no podía dejar de beber". Un día los resultados de una analítica desvelaron que tenía el hígado "fatal". Fue cuando su madre se enteró de todo, en la consulta del médico. Dejó de beber, pero apareció el síndrome de abstinencia, por el que necesitó ingreso hospitalario. Al tiempo recayó. Y lo hizo hasta el punto de dejar el bachillerato y mudarse a Mérida a estudiar un ciclo de FP "para no estar vigilada". En la capital autonómica, sin el control de su familia, borrachera tras borrachera (estuvo incluso a punto de caerse al río Guadiana) tocó fondo. Fueron sus compañeros de piso quienes le hablaron de Afaval. "Estoy muy agradecida a la vida por estas personas que me ayudaron", cuenta Shas. 

Actualmente Afaval presta atención a 56 usuarios menores de edad que como Shas, tienen problemas de adicción. De ellos, apenas 15 han acudido al centro por el consumo excesivo de alcohol. Otros 20 reciben tratamiento por su acción a la bebida y también a los porros y otras drogas, que son las que en la mayoría de los casos afloran la dependencia de los chicos al alcohol. 

El trabajo con los menores se hace semanalmente, en terapia individual y de grupo con las familias. Participan psicólogos, pedagogos, educadores sociales y trabajadores sociales. Al situarse en Mérida, la mayoría de usuarios son del área de influencia de la capital autonómica, pero atienden a familias de toda la región. En general, las terapias de desintoxicación suelen durar unos nueve meses, pero hay casos que se cronifican y pueden durar años: se trata de personas que "llegan a edades muy tempranas" y van transitando por diferentes adicciones a lo largo de toda la adolescencia. 

Su director técnico, Luis Guerrero, alerta no solo de que la edad de inicio en el consumo de alcohol haya bajado a los 13 años, sino también de que la cerveza y el tinto de verano de hace unos años han dado paso directamente a las bebidas de alta graduación: ginebra, güisqui, ron, tequila... "Se supone que los menores no pueden comprar, pero yo nunca tuve grandes dificultades", dice Shas. 

Ley de prevención de 2018

Para intentar poner freno a esta problemática, Extremadura aprobó en el año 2018 la Ley de Prevención del Consumo de Bebidas Alcohólicas en la Infancia y la Adolescencia. Una ley "muy buena pero muy difícil de ejecutar", según Guerrero, sobre todo en lo relativo al cierre de establecimientos que suministran alcohol a menores por la excesiva burocracia que conlleva. "El proceso es muy lento: les llega una multa y se declaran insolventes. Entonces siguen abiertos, y siguen vendiendo. Las policías locales nos trasladan que se hace realmente difícil", lamenta el director técnico de Afaval. 

Sin embargo, es cierto que los datos facilitados por la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales reflejan un aumento de las denuncias desde la entrada en vigor de esta ley, que fue muy polémica porque recoge la posibilidad de sustituir las sanciones económicas por trabajos a la comunidad. Según el registro de la Secretaría Técnica de Drogodependencia del Servicio Extremeño de Salud (SES) se ha pasado de solo 48 denuncias al año en 2017 a 1.124 en 2021. 

De estas últimas, 58 fueron interpuestas a establecimientos que han vendido a menores de edad (en 2017 fueron 22); 994 por consumo de alcohol en la vía pública, frente a solo una de todo el 2017, y 54 por beber en lugares en los que está prohibido (tres en 2017). 

La directora general de Salud Pública, Pilar Guijarro, destaca que, si bien se ha avanzado respecto a la situación de 2017, el de la reducción de las cifras de consumo de alcohol entre menores en Extremadura «es un camino a largo plazo» que requiere de una labor colectiva de la sociedad. 

Según datos del Ejecutivo, siete de cada 10 jóvenes han consumido alcohol en el último año, y cinco de cada 10 lo han hecho en el último mes. El 'atracón', la peligrosa moda consumir de golpe, más compulsiva y perjudicial, se inicia a los 15 años y tres de cada 10 jóvenes la practica cada mes. Un 40% aseguran que obtienen el alcohol por ellos mismos y el 59% a través de otras personas, lo que evidencia, según Guijarro, "una percepción de consumo fácil".

¿Dónde está el límite?

Pero, ¿cuándo un padre o una madre debe preocuparse? ¿Dónde está el límite? "Alguien es adicto cuando utiliza la sustancia de manera frecuente. Con el al alcohol se ha normalizado y es algo común: todo lo celebramos bebiendo2, explica el director de Afaval. "Una cosa es utilizar el alcohol para divertirse y otra ya que uno no se pueda divertir o no pueda estar en la fiesta sin alcohol". Es una línea bastante fina, y es donde está el matiz. Para Guerrero, que un niño de 13 años beba debe ser siempre motivo de alarma para los padres, que también deben preocuparse si notan en sus hijos un cambio de comportamiento, descenso académico o agresividad. 

Los valores que se inculcan respecto al alcohol y la educación cuentan, "pero hay un componente genético que lleva a unas personas a ser más adictas que otras", de ahí la importancia de no iniciarse a una edad tan temprana.

Una relación a vigilar en verano

El verano invita a salir, al ocio, a pasar más tiempo fuera de casa, y por tanto se dan muchas más ocasiones de consumo de alcohol. El contexto vacacional, las fiestas y el mayor tiempo libre son los determinantes perfectos para que los menores se inicien. Y más este verano, que se afronta sin restricciones tras una larga pandemia, por lo que aún se debe estar más alerta para prevenir el consumo en menores de edad. 

En este contexto, la Junta de Extremadura acaba de aprobar el I Plan autonómico de prevención y sensibilización en el consumo de bebidas alcohólicas por menores de edad (Prevencol)’ que tendrá una vigencia de cuatro años. Se trata de una estrategia que ha a sido elaborada por el Consejo de Convivencia y Ocio de Extremadura y entre sus objetivos tiene prevenir el consumo de bebidas alcohólicas por menores de 18 años para retrasar la edad de inicio, implantar medidas de prevención y el desarrollo de programas de ocio alternativo.

El plan subraya que consumir alcohol por parte de menores de edad, además de ser ilegal, tiene efectos negativos en su salud, en el rendimiento escolar, les expone a mayores riesgos de accidentes y es ilegal. Por ello, propone acciones y medidas en el ámbito familiar, educativo, sanitario, publicitario, comunitario y de la Administración Pública para propiciar un cambio de cultura con respecto al consumo temprano de una sustancia «muy presente y arraigada» en la sociedad.

A este plan se une, además, una guía informativa que trata de difundir entre los ayuntamientos extremeños de manera «sencilla» los principales puntos de la ley, que establece de forma clara que está prohibido el consumo de bebidas alcohólicas por menores de edad y cualquier forma de suministro (gratuita o no) de las mismas a este colectivo.


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