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Una prueba general de madurez, el gran cambio que introduce la nueva EBAU

La Consejera aplaude el borrador de la nueva selectividad, que deja solo dos exámenes y se adapta más "a cómo van a aprender los alumnos"

Alumnos asturianos en el inicio de la EBAU ordinaria. | Luisma Murias

Se avecinan grandes cambios para la EBAU. Las autoridades educativas habían anunciado que trabajaban en una prueba de acceso a la Universidad que fuera más homogénea y que levantara menos suspicacias en toda España. Y eso lo quieren conseguir con menos exámenes. Uno será una prueba general de madurez y otro, un examen de una asignatura de modalidad escogida por el alumno, de la rama del Bachillerato que haya cursado.

El Ministerio de Educación reunió ayer a los consejeros de todas las Comunidades Autónomas para presentar el primer borrador en el que se detalla la propuesta para las futuras pruebas de acceso a la universidad. Este es otro de los cambios que se enmarcan dentro de la LOMLOE. La consejera de Educación asturiana, Lydia Espina, manifestó tras la reunión su acuerdo con este primer documento, del que destacó como aspectos positivos "el enfoque competencial coherente con la nueva ley educativa; también que el cambio se haga de forma progresiva y gradual, y que se siga respetando la idiosincrasia de las comunidades autónomas".

Esa prueba general de madurez es, por tanto, la gran novedad introducida. Según se explica en el borrador ministerial, se trata de un ejercicio que constará de varios documentos (textos, imágenes, gráficos, etc...) sobre un mismo tema. El alumno deberá responder a varias preguntas relacionadas con ese material, que pueden ser tanto abiertas (que no tienen una sola respuesta inequívoca) como cerradas. El objetivo de la prueba es valorar que el estudiante es capaz de analizar diferentes aspectos y perspectivas, así como de interrelacionar toda la documentación que se le proporciona para llegar a conclusiones pertinentes. Por tanto, se ponen a prueba habilidades como la lectura detenida y el análisis o la capacidad de pensamiento crítico, la reflexión y, como su propio enunciado indica, la madurez.

Lydia Espina valora este nuevo examen como "absolutamente acertado" porque "consigue un equilibrio entre cómo va a ser el aprendizaje de los alumnos con los nuevos currículos de la LOMLOE y cómo van a ser evaluados para entrar en las carreras universitarias". Además, Espina aseguró –frente a quienes pueden verle mucha subjetividad a la prueba– que en el documento entregado se ha establecido ya un esbozo de los criterios de calificación para demostrar que este examen que de primeras puede parecer ambiguo se va a puntuar con la máxima objetividad.

La llegada de este nuevo formato de pruebas se hará de forma paulatina y gradual, con un periodo de transición de tres años. "Esto da margen a toda la comunidad educativa para adaptarse a la nueva situación, y es importante porque se tratan de cambios de gran calado", aseguró Espina.

Para el próximo curso 2022-2023 la prueba se mantendrá igual que la realizada este año, por lo que para los estudiantes que en septiembre empiezan segundo de Bachillerato no habrá cambios en su preparación respecto a este curso. En el modelo actual, la fase de acceso –la obligatoria para todos los alumnos– consta de cuatro exámenes: tres de materias comunes (Lengua Española, Lengua Extranjera e Historia de España) con un valor de un 20% cada uno, y un examen de la materia de modalidad escogida por cada alumno (su valor es del 40%).

Pero a partir del curso 2023-2024 comienza la transición hacia el nuevo formato, que se prolongará durante tres cursos lectivos. En este periodo, la EBAU constará igualmente de cuatro exámenes, pero cada uno de ellos con un peso del 25% sobre la nota final –perdiendo peso el valor que ahora se da a la prueba de modalidad–. Los alumnos tendrán que hacer un ejercicio de la materia que escojan de su especialidad de Bachillerato y dos exámenes de materias comunes (Historia de España e Historia de la Filosofía). La cuarta prueba será el primer esbozo de esa prueba general de madurez.

Durante este trienio –que afecta a los alumnos que en septiembre empiezan 1º de Bachillerato y 3º y 4º de ESO–, esta prueba valorará fundamentalmente las destrezas de los alumnos en el ámbito lingüístico, tanto en Lengua Española como en Lengua Extranjera (ya que algunas de las preguntas de este examen serán en el idioma escogido por el alumno).

"La evaluación del idioma sale reforzada con este nuevo sistema, porque se va a pedir a los alumnos que lo usen en un contexto mucho más real", opinó la consejera de Educación asturiana, Lydia Espina, sobre este aspecto.

En cuanto a la fase de admisión, que es la parte opcional para aquellos alumnos que quieran subir nota para entrar en carreras con los números clausus más altos, el cambio es menos sustancial. La principal modificación es que se reduce el número de exámenes permitidos para cada alumno, que ahora pueden hacer hasta cuatro asignaturas. Tanto en la EBAU transitoria como en la EBAU definitiva solamente podrán escoger dos. Además, en la EBAU que llegará en el curso 2026-2027 los alumnos podrán en esta fase escoger realizar exámenes tanto de las materias de modalidad como de las comunes.

Pero sobre este borrador presentado ayer, que Espina definió como "muy trabajado y detallado", todavía se van a hacer modificaciones. El Ministerio de Educación ha instado a todas las Comunidades Autónomas a formar grupos de trabajo a partir de septiembre para hacer aportaciones y enriquecer este primer documento para llegar al que quieren que sea la versión definitiva.

La Consejera agradece la "mano tendida" por el Ministerio de Educación que lidera Pilar Alegría: "Nos permite a todas las Comunidades sumar, reforzar y mejorar; mediante el diálogo y la escucha activa llegaremos a un consenso educativo". En la consejería asturiana por tanto se ha acogido bien el proyecto y según Espina se va a estudiar en detalle y se trabajará para hacer las propuestas que mejor se adapten mejor a las necesidades de los alumnos y alumnas asturianos.

La nueva EBAU descarta la posibilidad de que se haga una única prueba común para toda España, algo solicitado en numerosas ocasiones. Espina está de acuerdo con que se haya optado por esta nueva fórmula ya que, dijo, así se respeta la idiosincracia de los territorios. "Se ofrece una base con unos criterios comunes, pero cada región va a mantener su propia identidad a la hora de realizar las pruebas", aclaró.

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