Santiago Grisolía, uno de los grandes científicos españoles de la segunda mitad del siglo XX, primer discípulo español de Severo Ochoa en EE UU y premio "Príncipe de Asturias" de Investigación Científica y Técnica en 1990, estaba muy ilusionado en celebrar su centenario, pero no podrá ser por unos meses. El científico valenciano fallecía ayer, a los 99 años, en el Hospital Clínico, donde se encontraba ingresado tras un empeoramiento de su estado de salud en los últimos días tras contraer el covid.

Teodoro López-Cuesta, en primer término; detrás, Juan Velarde (de pie), Santiago Grisolía, Frances Thompson y Severo Ochoa, en un descanso en los cursos de La Granda.

Grisolía era doctor honoris causa por 15 universidades, recibió el reconocimiento de colegios oficiales de universidades de todo el mundo, era presidente de la Fundación Premios Rey Jaume I, presidente del Comité Científico de Coordinación del Proyecto Genoma Humano para la Unesco y vicepresidente del Patronato del Centro Príncipe Felipe, entre otros múltiples cargos.

Y todo, pese a que lo que siempre quiso ser fue marino de guerra. Por miedo a que lo movilizaran y lo llamaran a tropas, su padre logró que entrara como voluntario en un hospital de Cuenca. "Mi madre, como era muy lista, me preguntó ¿y por qué no aprovechas esa experiencia y te haces médico?, siempre podrás ejercer en la Armada", rememoraba hace unos años el profesor.

El sabio consejo materno caló en Grisolía, que se licenciaría en Medicina en Valencia en 1944. Después de obtener su doctorado en Madrid en 1949 ampliaría sus estudios en Estados Unidos en la Universidad de Nueva York con Severo Ochoa, su gran mentor y padrino, con quien estuvo menos tiempo del que siempre se la ha supuesto pero que ejerció una influencia sobre él que acabó guiando su carrera.

Sería en ese centro donde iniciaría sus investigaciones en fijación del anhídrido carbónico.

Siempre decía que había emigrado para unos cuantos días "y me quedé 40 años". Porque fue en Norteamérica donde se inició en el mundo de la enzimología y conoció a Jordi Folch Pi en el Rockefeller Center de Nueva York. El español fue el primer profesor de Neuroquímica de Harcard y formó parte junto a Ochoa, Juan Oró y Francisco Grande Covián del selecto grupo de españoles que sentaron un precedente en la ciencia estadounidense. En su caso, se le reconoce el mérito de haber sido una de las máximas autoridades internacionales de la bioquímica. Parte de su carrera la desarrolló con su esposa, Frances Thompson, profesora asociada en la Facultad de Medicina de Wisconsin, con la que tuvo dos hijos, y que falleció hace unos años.

La Granda

"A los veteranos de La Granda nos ha dolido como nunca la noticia de que ha muerto Santiago Grisolía", reconoce el economista Juan Velarde, presidente de honor de los Cursos de La Granda y uno de los fundadores de los seminarios estivales que nacieron en los primeros ochenta con el impulso, precisamente, del premio Nobel Severo Ochoa, pero también de Grande Covián y del propio Grisolía, para quien ya se piensa en un homenaje. La colaboración entre el bioquímico y Velarde "fue desde el principio" y el paso por La Granda del valenciano se interrumpió "no hace mucho. Su mujer contrajo la enfermedad de la pérdida de la memoria. Me dijo: ‘Mira, quiero estar con ella todos los minutos que pueda’. Y eso hizo”, se lamenta Velarde.